RÍO DE JANEIRO. Miles de personas reclamaron ayer justicia y clamaron contra la barbarie de la violencia en un emotivo homenaje a la concejala y activista brasileña Marielle Franco, asesinada el martes en noche en el centro de Río de Janeiro.
Los cuerpos de Franco y del conductor que la acompañaba, Anderson Pedro Gómez, fueron recibidos por una multitud en la Cámara Municipal con gritos de “Marielle presente”, “Quien se metió con Marielle agitó el hormiguero” y “la Policía militarizada tiene que acabar”, en el barrio de Cinelándia, cerca de donde fueron tiroteados.
Un cordón de mujeres negras recibió los féretros, velados durante horas en una emotiva ceremonia en la Cámara antes de recibir sepultura en dos cementerios diferentes.
Franco había denunciado los excesos de la policía en las favelas días antes de morir y se había pronunciado abiertamente en contra de la intervención del Ejército en la seguridad en Río de Janeiro, que mañana cumplirá un mes.
“Intentaron callar su voz. Quiero decir que hoy (el conjunto de favelas de) Maré con certeza llora, Río llora, Brasil entero llora”, dijo su hermana Anielle, que afirmó que la activista no había recibido ninguna amenaza.
Mujer, negra y originaria de la Maré, el mayor complejo de favelas de Río, Marielle encarnaba el sueño de millones de personas en Brasil.
Estudió una carrera, se lanzó a la política y se convirtió en la quinta legisladora municipal más votada en las elecciones de 2016 de la mano del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PASOL).
Socióloga, de 38 años y con una hija de 20, Marielle fue asesinada cuando transitaba en un coche por el centro de Río de Janeiro, tras participar en un acto político con mujeres negras.
Su vehículo recibió nueve impactos de bala, tres le dieron en la cabeza y otros tantos alcanzaron al conductor.
La asesora de Franco consiguió sobrevivir y su testimonio será fundamental para la investigación, aunque la policía maneja la hipótesis de un asesinato premeditado.
La noticia de su muerte provocó una reacción unánime de repudio, tanto dentro como fuera de las fronteras de Brasil, y obligó al Gobierno a salir al paso de las protestas.