Somos mejores ciudadanos

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Por Inés Quinteros

14 March 2018

Cuando hacemos un autodiagnóstico sobre cómo es la población salvadoreña en temas de interés público destacan muchas cosas, entre ellas su indiferencia y desafección, su escasa asociatividad y participación, su falta de interés en informarse, la nula organización para realizar protestas, la marcada abstención en comicios, entre otros. Si nos vamos por el lado de las estadísticas, el Democracy Index 2017 de The Economist nos otorga una triste nota del 5.56 en cuanto a participación política y 5.00 en cultura política.

El pasado domingo 4 de marzo El Salvador asistió a una de las elecciones más apáticas, no obstante, la más crucial para los diez años que vienen. Todo jugó a favor para que el abstencionismo fuese el principal presente en esta fiesta cívica. Desde la desinformación sobre el complejo sistema de voto preferencial y cruzado hasta la desconfianza por la nueva integración de los Organismos Electorales Temporales. Sin embargo, la principal causa sigue siendo la desconexión total de los partidos políticos con las necesidades e intereses de la población y su incapacidad para formular y proponer verdaderas soluciones a los grandes problemas que aquejan a los salvadoreños.

Ese día, como cada elección desde 2012, año en que adquirí la mayoría de edad, participé como observador electoral. Las expectativas eran grandes. Personalmente, creí que iban a suceder una cantidad mayor de incidentes que en 2015. En el peor de los casos, pudo ocurrir algo similar a Honduras (y no estábamos tan lejos de que sucediera). Sin embargo, prevaleció la cordura y el orden.

A mi criterio, un factor fundamental fue la ardua labor de la mayoría de personas que integró cada una de las Juntas Receptoras de Votos (JRV). Independientemente de si eran voluntarios, si habían sido sorteados o propuestos por partidos políticos, su trabajo aseguró la normalidad a lo largo de la jornada. Ciertamente ocurrieron algunos percances a primera hora de la mañana con respecto a la integración y durante el conteo, donde se demostró que a pesar de la capacitación del Tribunal Supremo Electoral, se necesita un esfuerzo aún mayor para que los miembros de JRV tengan la información y herramientas necesarias para desempeñar su trabajo.

Observando a distintas JRV en diferentes centros de votación, presencié algo que nunca lo hubiese podido ver desde mi burbuja: nuestra ciudadanía ha madurado políticamente y nuestra democracia con ello. Para muestra un botón. En el Circuito del INAM y Centro Escolar República de Uruguay, los ciudadanos que habían sido sorteados no recibieron almuerzo. Los integrantes propuestos por partidos, se solidarizaron y compartieron su almuerzo con sus compañeros. Esta escena me impactó, ya que sin importar las diferencias ideológicas, considero que sí podemos ser mejores. Y durante el conteo, yo esperaba ver peleas pero prevaleció el conceso y el diálogo en muchas de las JRV que yo observé.

Esta nueva integración de las JRV es una nueva oportunidad para generar convivencia, solidaridad y confianza entre nosotros. Para ser la primera experiencia en una elección de tal magnitud, las personas que integraron las JRV en las pasadas elecciones fueron un pilar fundamental para asegurar la transparencia del proceso y la integridad de nuestra joven democracia. La labor ahora es asegurar una educación ciudadana continua que permita mejorar la función de las JRV, no solo para 2019, si no, también para futuros eventos electorales.

Internacionalista

Codirector en Censura Cero

@gzura17