¿Creacionismo o evolución?

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Por Elizabeth Castro

10 March 2018

El hombre nace con el deseo de permanencia, pero está condenado a morir. ¿Por qué?, ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿el mundo en que vivimos, el Universo ha tenido principio?, ¿tendrá fin?, ¿cómo nace el hombre, ser inteligente, diferente al resto de animales?

La Biblia, en el Génesis, nos dice: “Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra no tenía forma: las tinieblas cubrían el abismo. Y el soplo de Dios se movía sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1, 1-2). Y así continúa hasta que termina su obra: “Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo. Para el día séptimo había concluido Dios toda su tarea; y descansó el día séptimo de toda su tarea. Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra”. (Génesis 2, 1-2,4)

Pero Séneca, en su escrito Cuestiones, libro 7, en el Siglo Primero, nos dice: “Vendrá el tiempo en que la investigación por largos períodos traerá luz sobre muchos interrogantes ahora ocultos. Muchos descubrimientos están reservados para las épocas futuras y nuestros descendientes se admirarán de los descubrimientos que ahora no conocemos y serán tan claros para ellos”. Por eso es que hoy sabemos que la Tierra no es el centro de nuestro Sistema Solar.

Sabemos que la Vía Láctea, de la que formamos parte, tiene 400 billones de estrellas y pertenece a lo que los astrónomos llaman el Grupo Local de Galaxias. También la ciencia nos dice que el Universo tuvo principio en el Big Bang, cuando era infinitamente pequeño y denso, que ahora se está expandiendo y tendrá fin.

Muchos se escandalizan de estos descubrimientos por considerar que contradicen lo dicho por la Biblia, que no es un libro científico. Pero no es así; más bien estos hallazgos confirman lo que hay en las Sagradas Escrituras al informarnos que el Universo tiene un principio y tendrá un fin. Los descubrimientos de la ciencia no pueden estar en conflicto con el Creador, estos son apenas un pequeño rayo de su luz.

Y el hombre, ¿cómo nace? La Biblia nos dice: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó”. (Génesis 1, 26-27). “Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo.” (Génesis 2,7)

Por siglos, el hombre ha observado e investigado el mundo natural que nos rodea, ha descubierto fósiles de las primeras formas de vida, la unicelular. Existieron especies que desaparecieron, como los dinosaurios hace 60 millones de años. Observando la evolución de nuevas especies, Charles Darwin expuso hace 150 años su revolucionaria teoría de la Evolución.

El ser humano también ha sufrido una transformación, una evolución, tenemos vestigios de una humanidad anterior a toda civilización conocida y encontramos en el Paleolítico superior, a 100 millas de El Cabo, Suráfrica, restos fosilizados de elefantes, rinocerontes y rumiantes con hachas de mano y utensilios varios. Desde la perspectiva biológica, la evolución es inobjetable y corroborada por evidencia científica. El ser humano se desarrolla a través de millones de años de formas de vida más simples. Pero la evolución no riñe con la poética narración del Génesis.

Muchos teólogos antes de Darwin y de las evidencias de la antigüedad de la Tierra cuestionaron la forma en la que Génesis nos describe la formación del Universo y del hombre. San Agustín, hace 1,600 años nos dice que Dios no existe en el tiempo y no está sujeto a él y cuestiona los siete días de la creación “Para el Señor un día es como 1,000 años y 1,000 años como un día”, como dice el Salmo.

El Creador nos dejó su palabra y su Universo, nuestra Tierra, su huella. La primera es su revelación, su comunicación con el ser creado y la segunda, el “jardín del Edén”, nuestra casa. Nos la entregó para que la cuidemos, la desarrollemos: “Y los bendijo Dios y les dijo: Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla: dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales del cielo que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1, 28). Investigamos cómo nace el hombre como animal, pero Dios guía el proceso y solo Él sabe cuando lo convierte en ser humano, rey de su creación. “Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo” (Génesis 2,7).

Por eso yo digo: Creación y evolución.

PS. Me tomo la libertad de anotar la cita de Euclides, padre de la aritmética, que hace Napoleón Cornejo, Ingeniero Aerospacial, en su artículo Ecuación #3: “Las leyes de la naturaleza no son más que los pensamientos matemáticos de Dios”.

Colaborador

de El Diario de Hoy