San Francisco Menéndez, el municipio donde buscan quitarle la silla edilicia a “chicho”

Narciso Ramírez es alcalde de este municipio desde 2006. Lo ha sido con los partidos PDC, ARENA y GANA. El municipio es ruta para el narcotráfico y el contrabando. A los candidatos no les gusta hablar de ese tema, a pesar de que entre 2015 y 2017 hubo 47 homicidios. Dicen que la seguridad es asunto de la Policía.

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Por Jorge Beltrán

03 March 2018

Julia Sarmiento (ARENA), Adín Zetino (PCN) y Abel Lara (FMLN) tienen una aspiración en común: quieren ganar la alcaldía y sacar a Narciso Ramírez de la silla edilicia de San Francisco Menéndez en la que se han mantenido desde 2006.

Mientras que para Chicho, como es conocido el actual alcalde, será una verdadera prueba para ver si aun sin ser candidato, logra atraer votos para su ungida, la promotora de salud Carlota Jiménez.

La mujer fue designada como candidata a última hora, luego de conocer la resolución de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que prohibía inscribir a los tránsfugas.

Chicho era el candidato. Pero por ser un tránsfuga, se quedó con las ganas de lanzarse por un quinto periodo como alcalde. Él ganó este último periodo con el partido ARENA, pero en febrero de 2016 se pasó a GANA, partido que lo ha nombrado director departamental en Ahuachapán.

En las elecciones pasadas, ARENA obtuvo 7 mil 350 votos contra 4 mil 559 de GANA. ARENA ganó por un buen margen: 2 mil 791 votos. En el 2015, GANA no llevaba a Chicho como candidato, ahora tampoco.

PANDILLAS, NARCOTRÁFICO Y CONTRABANDO

¿Cómo es San Francisco Menéndez, el municipio que Chicho quería seguir gobernando?

El territorio comprende 245 kilómetros cuadrados con una población de aproximadamente 50 mil personas. San Francisco Menéndez es eminentemente rural. Hasta 2016, tenía una tasa de homicidios de 21 por cada 100 mil habitantes.

Sin embargo, el índice de homicidios ha ido en aumento, según explicó un agente policial consultado, aunque no precisó cifras de muertes violentas. Sin embargo, las fuentes indican que las pandillas han llegado para quedarse, especialmente en los bordes fronterizos con Guatemala y con el municipio de Tacuba, siempre del departamento de Ahuachapán.

El lugar donde es más complicado el problema con las pandillas es conocido como Agua Fría y Sacramento, limítrofe con Guatemala, donde gente ajena a esos grupos no se atreve a vender ni tortillas a los policías, por temor a represalias o a que los tilden de colaborar con las autoridades.

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Otro lugar con mucha presencia de pandilleros es la parte del Bosque El Imposible, donde aparentemente muchos pandilleros con órdenes de captura se han llegado a refugiar, aseguran las fuentes.

Esto ha afectado el turismo desde hace unos tres años, pues hay sectores donde ni los guardarrecursos pueden ingresar por temor a ser víctimas de las pandillas.

San Francisco Menéndez es vecino del municipio de Tacuba, con el que comparte el bosque y área natural protegida de El Imposible.

En el lado de Tacuba, la clica Cobras Locos Salvatruchas es la que tiene más fuerza. Esa agrupación también se ha vuelto muy activa en el trasiego de marihuana desde Guatemala, razón por la que ellos casi se han adueñado de gran parte del bosque El Imposible.

A pesar de que la policía ha hecho esfuerzos para sorprender a los delincuentes, los resultados han sido pocos. “La zona es muy montañosa y ellos aprovechan esa condición”, indicó una fuente policial.

En las primera semanas de 2018, las autoridades policiales capturaron a varias personas cuando transportaban cantidades considerables de marihuana, la droga más consumida entre los jóvenes de ese municipio, indicó la fuente.

No obstante, el informante aclaró que la droga decomisada en enero era llevada hacia Acajutla o Sonsonate. Según las fuentes, la marihuana viene de Guatemala. Generalmente es introducida por el sector conocido como Cuatro Caminos, una zona donde el límite territorial es difuso, pues solo consiste en una pequeña vaguada, antiguo cauce del río Paz, el cual cambió de curso hace ya varias décadas, adentrándose en el territorio guatemalteco.

En el lugar conocido como Cuatro Caminos, la policía y militares instalan frecuentemente retenes para registrar vehículos y detectar contrabando. Pero, debido al poco personal y también por estrategia, no pueden dedicarse a vigilar ese sector de manera exclusiva.

La droga no solo pasa por vía terrestre desde Guatemala hacia El Salvador. A Guatemala entran ingentes cantidades de cocaína enviada desde Sudamérica; muchas embarcaciones son reabastecidas de combustible o descargan los estupefacientes en el litoral que le corresponde a San Francisco Menéndez, para luego ser trasladada en autos o en trabajo de hormiga, hacia Guatemala.

La Barra de Santiago es clave, aseguran fuentes policiales, para el reabastecimiento de combustible para lanchas rápidas. Los lugareños no son ajenos a ese entramado. Algunos de ellos están involucrados en el transporte de drogas.

Hace aproximadamente un año, autoridades antinarcóticos capturaron a varios hombres residentes en el cantón Garita Palmera, a quienes acusan de ser parte de una estructura de apoyo para el transporte de drogas desde Sudamérica hasta Guatemala, para el cártel de Sinaloa.

Esos supuestos lancheros o pescadores pertenecían a la misma red con la que colaboraba la expresentadora de televisión y locutora de radio Pamela Posada, acusada de colaborar con el cártel de Sinaloa en la logística para el traslado de drogas.

A algunos policías les asombra que dos calles de tierra hayan sido construidas justo en el borde fronterizo; ambas corren paralelas entre parcelas cultivadas de caña de azúcar, bananeras y terrenos rústicos; solo en ese sector hay más de 20 puntos ciegos, dicen policías.

El jefe policial de la División de Seguridad Fronteriza, quien pidió no ser identificado, en el puesto fronterizo de La Hachadura, es claro en decir que en el papel, San Francisco Menéndez tiene 24 pasos fronterizos no autorizados. Pero eso es solo en el papel, pues a lo largo de toda la frontera, cualquier metro cuadrado de los 45 kilómetros de frontera que El Salvador tiene con Guatemala puede ser un paso ciego, pues no hay ninguna barrera natural que obligue a cruzar por un punto autorizado.

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Según el oficial, en la zona sur de ese municipio la que más utilizan los contrabandistas para cometer sus fechorías, bien introduciendo mercadería o sacándola.

El año pasado, la Policía registró un descenso en el tráfico de personas. ¿Cómo se puede medir ese fenómeno? El oficial de policía dice que en 2016, por esa frontera fueron retornadas 27 mil 435 personas, en tanto que el año siguiente, solo registraron el retorno de 11 mil 201.

Sin embargo, en cuanto al contrabando de mercadería, 2017 fue un año peculiar, a mediados de ese año, la Policía se incautó de un contrabando de aleta de tiburón valorado en aproximadamente 50 mil dólares.

También fueron decomisados varios cientos de miles de dólares en encomiendas provenientes de los Estados Unidos. Según el oficial de policía, hay personas o bandas criminales que buscan evadir el pago de impuestos por las encomiendas que traen desde aquel país.

Desde Guatemala, según el oficial, ingresan encomiendas, aletas de tiburón y marihuana, en tanto que de El Salvador se contrabandea hacia Guatemala, pescado de la variedad tilapia y ganado.

¿Contrabando de pescado?

Sí. La Policía ha determinado que en Guatemala, la libra de tilapia es mucho más cara que en El Salvador, donde en los últimos años ha aumentado el cultivo de esa variedad.

En el cruce de calles conocido como Cuatro Caminos, policías y soldados suelen establecer retenes a cualquier hora. Pero ellos están conscientes de que es difícil contener el contrabando en una frontera donde los límites son difusos o donde al contrabandista le basta correr unos cuantos metros para pasar a territorio guatemalteco y ponerse a distancia de las autoridades salvadoreñas.

“El problema es que nosotros sí hacemos esfuerzos por combatir el contrabando, pero como ve, del lado de Guatemala, es bien raro ver a policías patrullando la línea fronteriza”, comentó un agente policial.