Cuatro municipios, muchos pasos ciegos y con pocos policías

A pesar de ser lugares por donde entra y sale droga y armas; y por donde se contrabandea toda suerte de mercadería, muchas comunidades fronterizas no tienen vigilancia estatal.

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Por Jorge Beltrán

03 March 2018

En noviembre de 2010, una compañía de soldados fue destacada en el puente Integración, en el municipio de Victoria, departamento de Cabañas, que conecta con el municipio hondureño de Mapulaca. A poco más de siete años, la cantidad de soldados en ese puente no sobrepasas los 10. Ese número contó un equipo de El Diario de Hoy durante un recorrido por las riberas del río Lempa en el municipio de Victoria.

En Concepción de Oriente pasa otro tanto: hay una patrulla que no pasa de los seis soldados. Esta es parte del batallón Sumpul destinado al municipio fronterizo por donde pasa de todo a través del río Goascorán. Sin embargo, los militares permanecen en su casa cuartel, en el centro del pueblo… No pueden salir a patrullar sin la compañía de un policía. A veces en el puesto policial solo hay un agente. Y el puesto no puede quedar solo.

En Pasaquina ocurre lo mismo o algo peor. El 23 de enero, cuando un equipo de El Diario de Hoy visitó el puesto policial, lo encontró cerrado. Estaba asegurado con una gruesa cadena de hierro y un candado. Nadie respondió al tocar la puerta, ningún policía. Solo dos perros salieron a ladrar. Aún y con los ladridos fuertes, nadie abrió la puerta.

En estos tres municipios, fuentes policiales dicen que es una utopía creer que el contrabando va a ser eliminado. Eso es solo un sueño, dicen las fuentes, quienes están conscientes de que algunos alcaldes o candidatos a alcalde de esos municipios solo buscan convertirse en la cabeza del gobierno municipal porque eso les da poder e influencia, incluso sobre las fuerzas de seguridad.

Un candidato a alcalde de un municipio fronterizo respaldó la afirmación policial: “Por aquí pasa mucha droga y marihuana, pero la pasan en carros de la alcaldía y los policías no registran los carros con placas nacionales. No se sabe si es por respeto o por algún contubernio”.

Además de que pueda existir algún grado de coartación por parte de las redes de narcos o contrabandistas hacia las fuerzas de seguridad, parece que esas mismas redes hacen otras maniobras para continuar con su flujo de contrabando.

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Por ejemplo, en el caso del municipio de Victoria, después de que fue instalado el puesto militar en el puente Integración, del lado hondureño construyeron una calle que no pasa por ningún caserío del municipio de Mapulaca y, sin embargo, está dotada de potentes reflectores para iluminarla.

La calle de tierra llega hasta la orilla del río Lempa, en una zona donde el cauce es más explayado, en el lugar conocido como puerto Las Flores, situado ya en tierras salvadoreñas. Del lado salvadoreño, la calle que llega a unos 20 metros de la orilla del Lempa también está en buen estado, aunque es de tierra.

Algunos policías de Victoria, niegan que por ese municipio pase droga. Ellos dicen que lo que más se contrabandea es licor y cigarros.

Pero Los vecinos contradicen a los policías. Aseguran que hasta en el mismo pueblo, por los lavaderos públicos, se comercializa droga. “Medio mundo sabe que allí por los lavaderos públicos hay una casa donde desde las 8:00 de la mañana, comienzan a vender droga; como si fuera tienda”, aseguran.

Lo cierto es que fuentes vinculadas a la División Antinarcóticos de la Policía Nacional Civil afirman que ese municipio es un corredor de transporte de drogas de gente vinculada al Cártel de Sinaloa.

Las fuentes dicen que desde hace mucho tiempo no se realiza decomisos de drogas en ese municipio porque tampoco la DAN (División Antinarcóticos) patrulla la zona ni establece retenes en las calles que conectan la zona urbana con los distintos puntos ciegos en las riberas del río Lempa.

La policía local afirma que las pandillas tampoco son un problema en el municipio. De hecho, dicen, en 2017 no registraron ningún homicidio.

Sin embargo, hay varios lugares donde la presencia de pandillas ya es una realidad: el cantón Uvillas y la comunidad Santa Marta, donde esos grupos han protagonizado incidentes graves.

Antonio Ayala, del Partido de Concertación Nacional (PCN), y Délber Lara, de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), son los únicos candidatos a alcalde de Victoria a quienes fue posible entrevistar. Ayala dice que en el municipio no hay pandillas ni consumo de droga. Su propuesta de gobierno está centrada en realizar obras de infraestructura, como puentes peatonales que sirvan a los escolares.

Ayala es profesor y por muchos años ejerció en un caserío del cantón Paratao, fronterizo con Honduras, donde dice haber visto cómo sufren los escolares cuando llueve y tienen que esperar mucho tiempo para cruzar algún río o quebrada.

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El profesor considera que los 124 mil dólares que las arcas municipales reciben en concepto de Fodes, tal vez no alcancen para sus proyectos, pero le apuesta a solicitar cooperación internacional. En eso dice que es experto.

Lara, el candidato de GANA sí cree que en el municipio hay pandillas; pero considera que no son jóvenes nativos, sino gente que emigra de otros lugares para escapar de la justicia. En cuanto al contrabando y al tráfico de droga, cree que algunas veces las personas encargadas de luchar contra ese problema no actúan por temor a perder sus empleos. Dice que hay abuso de poder de parte de algunos funcionarios que tienden a intimidar a empleados estatales que deberían combatir el contrabando y el narcotráfico.

Ayala, del PCN, afirma que es el secretario departamental del partido y candidato a diputado, Luis Urías, quien le financia parte de su campaña. En tanto que la campaña de Lara, un abogado de profesión, es financiada por el también candidato a diputado, Lorenzo Rivas con fondos del partido GANA.

CAROLINA, TIENDAS CON BODEGAS PARA UNAS CUANTAS FAMILIAS

Carolina, en el departamento de San Miguel, no escapa a la abundancia de los puntos ciegos fronterizos y a la escasez de personal policial y militar.

En ese poblado, el puesto de policías es más bien algo simbólico. Dos es la cantidad normal de policías en esa población. Sí, dos. Cuando hay muchos, hay tres, y cuando hay pocos, solo está el policía que cuida la casa cuartel.

También hay tres soldados con ganas de salir a patrullar pero no pueden hacerlo solos. Un memorando distribuido en todos los puestos y delegaciones de la Policía Nacional Civil ordena que cuando vean una patrulla de soldados sin el acompañamiento de un policía, esta debe ser intervenida.

Además, el puesto policial de Carolina no tiene vehículo. Desde hace más de un año los agentes no tienen automóvil asignado. Esto es un punto a favor para narcos, traficantes de armas y contrabandistas, que no son pocos en la zona.

Un soldado comentó a El Diario de Hoy que solo hace dos tiempos de comida… No porque no tenga alimentos disponibles; lo hace para no engordar, pues pasan ocho días o más sin salir más que a la tienda que está a unos 50 metros de distancia.

El comentario del soldado parece una queja. Ellos se aburren de estar encerrados, haciendo nada, mientras en los caseríos fronterizos pasa de todo: cigarrillos de fabricación china, marihuana, armas y, lo más grave, según lugareños, es que en el cantón La Orilla, un grupo de cinco pandilleros, miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13) mantienen sometidos a varios caseríos.

La Policía y los soldados no llegan hasta esos lugares. Para hacer un patrullaje a pie, tardarían un día completo en ir y regresar. Eso es aprovechado por los pandilleros que no se ocultan de la mirada sumisa de los lugareños. “Ahí andan con los fusiles; ellos no se esconden; esa es la información que tenemos”, dice un militar asignado a Carolina.

Al soldado se le nota la frustración por no poder salir a patrullar. Cuenta que la última vez que recibieron una información sobre movimiento de armas, solo a decomisar un fusil AK-47 y unas pistolas fueron a un cerro cercano del cantón La Orilla. Desde entonces no han decomisado nada más. A pesar de que conocen las rutas más frecuentes de los contrabandistas.

Carolina es sin duda una gran puerta al contrabando desde y hacia Honduras. En un caserío donde viven unas 40 familias a lo sumo, no encaja una tienda tan surtida que tiene gran cantidad de cajas de aceite comestible, tambos de gas propano y una pila de cajas de bebidas conocidas como Aloe.

Y por si con todas esas mercaderías a la vista no basta para suplir las necesidades del caserío, los propietarios de la tienda han hecho construir una bodega que posiblemente sea más grande que la casa donde funciona la tienda y que ocupan como vivienda.

En agosto de 2017, un ex alcalde del municipio de Carolina fue capturado bajo cargos de ser el cabecilla de una banda de narcotraficantes. Desde esa fecha, el ex edil está en prisión preventiva.