Mucho se ha hablado de cómo estamos cansados de políticos corruptos y la ineficiencia de las instituciones del Estado. Es muy fácil criticar. Yo he sido protagonista de eso muchas veces. Criticar está bien siempre y cuando sepamos proponer también. Me ha llamado la atención cómo mis cartas, mis columnas y mis artículos siempre van dirigidos a figuras públicas: pero esta es diferente, esta es para ti que la estás leyendo. Pero esta carta no solo va dirigida a mis lectores; es también una autocrítica y corrección de mi accionar. Yo siempre tuve claro la importancia de ir a votar, siempre supe que, aunque estuviera lejos de mi Patria acudiría a su defensa en las elecciones. El caso no es ese, porque, si bien nunca dudé en ejercer mi deber ciudadano del sufragio, me dediqué a criticar a un grupo selecto, sin realizar que el error no solo es de ellos, sino que también es nuestro.
¿Cuántos de nosotros tenemos presente que la culpa de nuestra situación también es nuestra? Si bien muchos políticos nos han fallado, hemos sido nosotros quienes los hemos empoderado. Nos hemos dedicado a criticar escondidos tras una computadora y nunca hemos tomado acciones concretas. Un político no se elige solo; a los candidatos los elegimos nosotros. Cuando no acudimos a votar, dejamos en manos de otros la decisión de quienes van a llevar el rumbo de nuestro país como les plazca. Tenemos que entender que al ejercer el sufragio les enviamos un mensaje claro aquellos funcionarios aferrados al pasado: no los queremos más aquí.
Es injusto criticar y no proponer, así como es injusto asumir que “todos los políticos son iguales”, la frase preferida de los intelectualmente holgazanes. Basado en experiencia propia, al preguntarle a los jóvenes por qué no votan, la respuesta siempre es la misma; sin embargo, al preguntarles por los problemas del país y las propuestas de los actuales candidatos la respuesta no cambió. Cuando no nos informamos y no conocemos, decidimos tomar la heurística más sencilla y excusar nuestra falta de dedicación en el pretexto de que “no importa por quién vote, todos son iguales”. Es hora de dejar ese pensamiento superficial y no seguir expresando nuestras opiniones solamente en Facebook. Expresemos nuestra voluntad adonde a los corruptos más le duele: en las urnas.
Como ciudadanos tenemos un deber con nuestra Patria. Me parece sorprendente que los antiguos griegos, siendo una sociedad tan primitiva en la línea de la evolución, tuvieran mucho más conocimiento del manejo de sus ciudades que nosotros. Ellos comprendían que solo preocupándose y actuando por su ciudad podían hacerla mejor. Este fue su gran secreto, la gran mística detrás de su brillante sistema político. Ahora, aproximadamente 2800 años después de las primeras “polis griegas”, hemos dado un paso por detrás de ellos.
Es hora de preocuparnos, de involucrarnos. Debemos, de una vez por todas, salir de la comodidad de nuestra burbuja y asumir nuestro rol como ciudadanos. Tenemos que gritar al viento lo que queremos, de la forma más pacífica y contundente que tenemos los hombres libres: el ejercicio de la democracia. Mucho se nos habla de cómo generaciones anteriores nos fallaron, que no nos enseñaron los valores de amor a nuestro país; no es su culpa, ellos cumplieron su función; ellos defendieron la democracia bajo balas y nosotros no podemos hacerlo en tiempos de paz. Nada nos lo impide, nada nos lo evita, solamente nuestra holgazanería y comodidad. La situación de nuestro país no es culpa nuestra, pero el futuro de ella está en nuestras manos: nuestras acciones ahora determinarán si recuperamos nuestra patria o si la terminamos de hundir.
Si bien los problemas principales del país no nos afectan a todos directamente, es cuestión de tiempo para que la crisis social toque nuestras puertas demandando nuestro sufrimiento. Tenemos que ser menos egoístas y ver el dolor ajeno. Todos somos salvadoreños, cantamos el mismo Himno y saludamos la misma Bandera. Es injusto voltear a ver a otro lado, cuando nuestra Patria se desangra y no tiene recursos para curarse. Seamos valientes, demostremos que no solo somos el futuro de nuestra Patria, pero que estamos dispuestos a tomar nuestra estafeta y luchar por nuestro El Salvador ahora mismo.
Nos gusta asumir el reto desde nuestra trinchera, educándonos para ser profesionales que mejoren este país; pero el reto directo es este domingo, sería hipócrita faltar a ese deber y decir que sí luchamos por el país que amamos. Así que dediquemos una tarde de domingo, tomemos nuestra arma más poderosa —el voto— y salgamos a demostrarle a todos quienes somos y de lo que somos capaces. Somos un país pequeño, con gente de corazones grandes; la geografía nos hizo débiles, pero nuestra valentía nos ha hecho los más fuertes. Nuestra Patria nos vio nacer, ha sangrado por nosotros: ahora es tiempo de devolverle un poco de lo que nos ha dado y defenderla en las urnas.
Mis padres lucharon por mi país en sus tiempos más difíciles; ahora nos encontramos en un escenario preocupantemente similar, y no pienso quedarme de brazos cruzados y que su sacrifico sea en vano. ¿Quién puede ser más fuerte que un ciudadano que ama a su Patria y lucha por ella? Nadie. El amor a nuestro país será lo que lo saque adelante, solo debemos despertar y sacrificarnos un poco por ella. No quiero despertar un día y que mi familia me recrimine por haberles dejado un país esclavo. No quiero ver el ocaso de la democracia sobre El Salvador y saber que no hice nada al respecto. Es un peso que no puedo ni quiero cargar: por eso asumo mi responsabilidad y voy a votar. Somos más los que amamos nuestra Patria, demostremos nuestra fuerza, de una vez por todas.
Finalmente me dirijo a ti, mi Patria querida, mi Patria amada:
Te saludo orgulloso, Patria, de poderme llamar un hijo tuyo más. Este domingo, tus hijos tenemos una oportunidad más de honrarte, respetarte y decidir lo mejor para ti. Esta vez no te fallaremos, esta vez triunfaremos; porque estamos cansados de tanta corrupción y tanta impunidad. Tú me viste nacer, tú me viste crecer y ahora en tu sufrimiento no pretendo dejarte atrás. Amo mi país; por eso, Patria, este 4 de marzo vamos por ti.
Colaborador de El Diario de Hoy.