El Isis decapitó a un rehén francés, un hombre que llegó a Siria como trabajador social, fue secuestrado y luego usado sin éxito como moneda de cambio para lograr un rescate o que se cumplieran determinadas condiciones a favor de la banda.
Pero la política invariable de Estados Unidos y de muchos países europeos es nunca transar, pues en el momento en que lo hagan no habrá estadounidense, europeo o japonés seguro en Asia, África o en áreas violentas del mundo.
Y fue en cumplimiento de esa política, para dolor de los familiares de James Foley, un periodista al que decapitaron y luego exhibieron un video de su muerte, que el gobierno rehusó negociar y se opuso a que se realizaran colectas a su favor.
Como tampoco las naciones pueden ceder al chantaje de los del Isis que amenazan "crear un nuevo Vietnam" y perpetrar actos terroristas en Estados Unidos y en Europa.
El terrorismo, como lo saben los salvadoreños ahora víctimas de una nueva oleada de violencia, se ensaña con los inocentes, asesina, mutila y golpea a personas, familias y comunidades cuya desgracia es haber estado en el sitio cuando un ataque tuvo lugar.
Pero las naciones occidentales, como la mayoría de reinos y gobiernos del Medio Oriente incluyendo a Israel, no pueden permanecer impávidas ante lo que es una grave amenaza para la paz mundial. Y debido a ello es que Estados Unidos, después de haber retirado sus tropas de Iraq y Siria para cumplir una promesa electoral de Obama, ahora se involucra de nuevo en el polvorín que es la vasta región.
Inicialmente Estados Unidos se limitó a realizar operativos aéreos en Iraq sin atacar las bases del Isis en Siria, pero una vez que los franceses bombardearon bastiones del Isis en ese territorio, han seguido los norteamericanos.
Y la razón es muy clara: o se detiene y se extirpa esa secta enloquecida, o las consecuencias pueden ser muy graves para el mundo.
De allí que además de las operaciones aéreas, kurdos, iraquíes y tropas de otros países han comenzado a repeler al Isis de los lugares donde se han atrincherado.
No se puede invocar a Dios para perpetrar atrocidades
Y en ese espantoso drama, las comunidades cristianas son perseguidas y diezmadas como "infieles", pues la raíz del Islam fundamentalista es erradicar toda otra religión y creencia.
En tal sentido, lo dispuesto por suecos y australianos respecto a la construcción de mezquitas en sus territorios es muy clara: mientras en la Meca y territorios musulmanes se impida edificar templos cristianos o de otras denominaciones religiosas, no podrán grupos de musulmanes edificar mezquitas en esos territorios.
No tiene sentido que en un país árabe sea delito poseer biblias y leerlas a otros, pero esas libertades se exigen en el mundo occidental para los musulmanes, que inclusive obligan a sus mujeres a ir cubiertas con velos.
Lograr la libertad religiosa, o de conciencia, es el fruto de un batallar de milenios, lo que involucra terminar con las persecuciones de judíos y musulmanes en tierras españolas y francesas. La intolerancia demencial, al igual que todo fanatismo, no encaja con la civilización pues además se propone destruirla.
Como declaró el Papa Francisco, es repugnante y un contrasentido que grupos violentos invoquen el nombre de Dios para perpetrar atrocidades en inocentes.