En las áreas controladas por el Isis, en Siria e Iraq, los niños no pueden estudiar matemática, aprender sobre política, hacer deportes, conocer de historia, informa CNN desde Siria. Y la música, como las demás artes, está prohibida.
Cualquier maestro que contravenga esas reglas será castigado. Y la enseñanza se basará estrictamente en las doctrinas del Islam, lo que pasa por denunciar "la infidelidad y a los infieles", a los que vienen exterminando de manera sistemática.
En los libros, se agrega, no pueden haber referencias a la teoría de la evolución aunque reafirman que la física y las ciencias existen por la voluntad de Alá.
¿Aprenderán los niños a leer y escribir? Si en El Salvador a los infantes de hasta primer grado les han suprimido la lectura y los están obligando a aprender palabras de náhuatl (y además incluyen escuchar novelitas firmadas por exguerrilleras), allá todo es posible, aunque saber leer permite a todo infeliz en esa sociedad a leer y releer y volver a leer y seguir leyendo el Corán.
Como se ha visto en Venezuela, país que se relaciona con bandas terroristas del Medio Oriente y que ha invitado a predicadores musulmanes a indoctrinar indígenas de las selvas amazónicas.
La postura del Isis respecto a la enseñanza, aunque obviamente muy diluida, se refleja en las directrices del régimen venezolano sobre educación: los niños deben crecer con conciencia revolucionaria y rendir culto a "Hugo que estás en el cielo…" Los principios y el legado doctrinario de Bolívar y los próceres venezolanos dejaron de existir, pues no se enseñan en las escuelas.
A este horror se enfrenta Europa y la civilización a través de células durmientes y de lo que predican exaltados fundamentalistas casi sin control, indoctrinando a jóvenes alemanes, británicos, franceses y del resto del continente, como de personas en todo el mundo que sintonizan emisiones y documentos con esa clase de prédicas.
Al no detener a un agresor se produce el dominó de derrotas
La actual situación surge de la retirada unilateral de las fuerzas estadounidenses de Iraq y de Afganistán, para cumplir promesas electorales hechas por Obama durante su campaña. Al hacerlo se olvidó un principio que vale en física como asimismo en política: la naturaleza aborrece el vacío (nature abhors a vacuum); si una fuerza militar se retira, de inmediato otras intentan reemplazarlas.
Y el costo de volver, de poner de nuevo en pie una resistencia a los fundamentalismos es enorme, comenzando por los centenares de miles que ya han muerto como consecuencia de ese abandono.
Es natural que a nadie le guste ir a la guerra o pagar impuestos para sostener un ejército al otro lado del mundo, pero a nadie, tampoco, va a gustarle si comienzan a perpetrarse atentados en sus ciudades y vecindarios, a socavar el sostén de las, por hoy, tranquilas comunidades del mundo occidental.
Y los ucranios son otra demostración de que hay nuevos imperialismos y mayores amenazas para los más diversos pueblos.
Eventualmente la OTAN tendrá que detener los avances rusos, pues de no hacerlo se desencadenaría un dominó de países y regiones que irían cayendo, como ocurre en África con las depredaciones de los musulmanes.
El mundo es, hoy en día, muchísimo más peligroso y siniestro de lo que fue, inclusive, en las décadas de guerra encubierta que siguieron a la Segunda Guerra Mundial.