"Los sueños, sueños son", como el plan de viviendas

Los trámites, exigencias, regulaciones, tasas, impuestos, etcétera, son costos que, en un primer momento, pagan los constructores pero que, a corto plazo, los pagan quienes compran o no pueden comprar

descripción de la imagen

Por

26 marzo 2014

"Los sueños, sueños son", dice Segismundo en "La vida es sueño", de Calderón de la Barca, y sueño demuestra ser el plan de construir veinticinco mil viviendas "de interés social", quiere decir de interés propagandístico, de Funes al iniciar su sobresaliente gestión.

Se construyeron dos mil quinientas viviendas de las cuales se han vendido setecientas, cifra muy por debajo de lo que constructores y urbanistas privados han alcanzado.

Y es que esa pesadilla de los malos gobiernos, los costos y la ineficiencia, echan abajo todas las ilusiones: como lo demostró la calificadora de riesgo Fitch al bajar la calificación de FONAVIPO, por no pagar sus obligaciones a tiempo, y no pagar porque no hicieron lo que debería haberse hecho, una cosa son las palabras y otra los hechos.

Y el hecho es que el régimen no tiene la capacidad de hacer obra positiva, pues no pasa de repartir, de manera tardía, uniformes y zapatos, o paquetes de semillas. Pero viviendas, ampliaciones, remodelaciones, mejoras de infraestructura, lo que todos pueden ver y tocar, eso queda siempre en el ámbito de lo irreal.

Como siempre, para justificar el fracaso se deja ir el insulto: el representante de vivienda del régimen dijo que "se hizo más que gobiernos anteriores", sin pensar que los gobiernos anteriores estaban conscientes de que "el Estado", vale decir la burocracia, es muy mal constructor, por lo que se establecen las condiciones para que los empresarios privados inviertan y desarrollen caseríos y urbanizaciones.

Y lo que se hizo y se trata de seguir haciendo, tiene mercado, lo que construyen los urbanizadores y constructores lo compra la gente.

Y eso es lo que, indirectamente, dice la gremial de los constructores, CASALCO: hay que reactivar la construcción, reactivar el empleo que genera el sector y mejorar la oferta de viviendas para los pobladores. Y para ello lo que se requiere es facilidad de trámites, reglas claras y seguridad jurídica, o, según sus palabras,

"…se requiere la puesta en vigencia de la ley especial de agilización de trámites para el fomento de proyectos de construcción, con lo que se dinamizaría tanto la economía como la construcción.

"La implementación de esta ley", prosiguen, debe complementarse con la creación de la Oficina de Integración de Trámites de Urbanización y Construcción, que permita disminuir los procesos burocráticos, agilizar trámites y, por lo tanto, que se acorten los tiempos para obtener los permisos correspondientes para edificar obras públicas…"

Cada trámite, tasa, obligación

y exigencia lo paga la gente

Y volvemos a la pesadilla: los trámites, exigencias, regulaciones, tasas, impuestos, etcétera, son costos que en un primer momento pagan los constructores pero que, a corto plazo, los pagan quienes compran o no pueden comprar.

Retardar permisos, forzar a los constructores a ir de oficina en oficina y de trámite en trámite, tener que esperar días y días por una firma, realizar estudios "ambientales" y de lo que se trata, llega a un resultado: encarecer la vivienda y frustrar las aspiraciones de las familias que quieren hacerse con una.

El régimen, claro está, no necesita llenar esos trámites e ir de oficina en oficina pidiendo permisos, sino que dan la orden y las órdenes se cumplen, aunque tome rato para que se cumplan y con frecuencia se cumplen mal por incapacidad o pura dejadez.

Y la mejor prueba son esas únicas setecientas casas vendidas…