Se ningunea el desastre que hay en las aduanas

Gran parte del problema se deriva de que el sistema instalado para efectuar las revisiones falla continuamente sin que, en apariencia, haya un respaldo que reemplace las funciones que lleva a cabo

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25 marzo 2014

Que no tiene mayor importancia el problema generado en las aduanas de El Salvador por el cobro de los 18 dólares por furgón, trámite que con frecuencia dura varios días por fallas en el sistema, dijo el Secretario Técnico de la Presidencia.

"Ningunear situaciones" es lo usual del régimen con lo que falla, no funciona, sale mal, afecta a la población, entorpece gestiones, perjudica sectores, retarda o no logra llegar a buen término. Si no hay medicinas o tienen los pacientes de los hospitales que dormir en el suelo, es casual, pasajero, lamentable, pero nunca de gran importancia; que el mundo siga adelante y se lo aguante…

Es obvio, para los que están a este lado del quehacer del país --del lado de los que trabajan y tienen que salir adelante usando su ingenio y sus recursos-- que ningunear las penas y las tardanzas que sufren los transportistas es lo fácil, la manera de quitarse responsabilidades de encima.

Tener que dormir en los furgones, pasarse horas de horas esperando que las rutas se despejen, carecer de servicios, no bañarse por falta de facilidades… ¿Para qué, deben preguntarse los funcionarios, esos señores conductores se meten a transportistas?

Pero no se detiene allí el asunto. A importadores, comerciantes, empresas, actividades diversas, etcétera, las tardanzas les cuestan decenas de millones de dólares al mes, costos que, siempre hay que tenerlo en cuenta, los terminan pagando todos los habitantes a través de más altos precios o reducidas calidades. Pero eso es a mediano plazo; lo inmediato es que se afecta la disponibilidad de dinero en los negocios, la competitividad frente a otros.

De eso se quejan las gremiales del sector productivo y muchos afectados.

"Si no son nuestras molestias" no tienen importancia…

Gran parte del problema se deriva de que el sistema instalado para efectuar las revisiones falla continuamente sin que, en apariencia, haya un respaldo que reemplace las funciones que lleva a cabo, o exista una oportuna y rápida puesta en marcha.

Pero de las fallas del sistema no son responsables, por lógica, los transportistas, los importadores ni el público, sino los que están a cargo de mantenerlo y, en primer lugar, los fabricantes, programadores y los que lo instalaron y manejan.

Pero el colmo es imponer un cobro por algo que funciona mal, que es de mala calidad, que se escogió sin evaluarse en forma debida, que inclusive está siendo operado por quienes no tienen capacidad para ello, lo que es normal en este régimen.

Ahora se ningunea ese serio asunto de los transportes que ingresan, como estos dos meses atrás se veía con indiferencia el caos provocado por la construcción del SITRAMSS o los perjuicios a la actividad económica del Gran San Salvador y a la gente.

Se ningunea el endeudamiento, al extremo de seguir prestando dinero que tendrán que pagar todos los pobladores, sus hijos y sus nietos, como se ningunea el deterioro de los servicios públicos o la corrupción que, a todas luces, se ha enseñoreado o el abandono del Puerto de La Unión o la caída de las inversiones. Como los avestruces, el régimen entierra la cabeza en la tierra para no ver lo malo que sucede, el descenso que carcome los fundamentos de la otrora pujante actividad nacional.

Y se ningunea la espantosa violencia, que para el régimen son cifras…