No asistir al debate es menospreciar al país

Los salvadoreños despiertos necesitan una definición de lo que entiende el candidato por comunismo o si es lo que todos ya saben: un régimen que pisotea los derechos humanos

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19 febrero 2014

Era de esperarse que los rojos escondieran lo más posible a su candidato, pero llegar al extremo de no ir a un debate presidencial, que de debate tiene muy poco tratándose en cambio de un foro para exponer políticas e ideas, es burlarse de la opinión pública, evadir comprometerse con la gente en temas que son de importancia vital en una democracia.

Su discurso es que el país necesita de "profundos cambios" ---y definir por qué los "necesita" es un aspecto clave en el asunto---, así como señalar en qué consisten.

No se definen pero hay frases que apuntan a lo que pueden ser esos "profundos cambios".

Una de ellas es la calificación del régimen chavista como "faro que ilumina América", pero que en la actualidad está convulsionado, con el país en bancarrota y la población enfrentando crecientes escaseces, al punto de que Maduro pidió a sus connacionales "comer menos".

Lo que también se aplica a Cuba, que todos los indicadores internacionales ubican en el fondo de la pobreza y la opresión.

Sánchez propone "trasladar los medios de acumulación a manos de los trabajadores que deben tener acceso a la propiedad", pero en una sociedad donde todo se adquiere legalmente, salvo los corruptos, eso es anunciar despojos por la fuerza.

No hay propiedad ni negocio en el país, que no haya sido adquirido en pleno cumplimiento del orden legal, inclusive los bienes de fachada de corruptos o de narcos. Nadie opera un comercio ni lo expande, sin cumplir con todos los requerimientos fiscales y laborales. Pero para el candidato, según sus palabras, es válido caerles encima sólo por caerles encima.

Anuncian estrangular

a la gallina de los huevos de oro

Sánchez dijo, en una de sus inmortales frases, que "dentro de 20 años en El Salvador van a cambiar las cosas, y el comunismo es el que va a reinar en este país". Es claro que los salvadoreños despiertos necesitan una definición de lo que entiende el candidato por comunismo o si es lo que todos ya saben: un régimen que pisotea los derechos humanos, que está en permanente retroceso económico y que se desplomó por si solo.

Si mantiene la tesis de que vamos al comunismo, se comprueba que Sánchez no es capaz de ver las realidades del presente y que vive en mundos de sus propias fantasías.

Lo que confirma en otra frase: "El ideal de un horizonte que como tal es inédito pero que trabajamos para que sea viable, es un pilar básico de nuestra vocación revolucionaria y socialista".

Es natural que la gente quiera saber cómo se compagina ese incendiario discurso con las necesidades de inversión y seguridad jurídica, demostradas entre otros hechos por el desplome de los bonos del país inmediatamente después de anunciado el gane comunista en las elecciones del dos de febrero.

También querrán muchos salvadoreños saber cómo se explica el trato de capitostes de la guerrilla con gente como Lori Berenson, exsecretaria de Sánchez que ahora purga una pena de dieciocho años en Perú por terrorismo.

Mucha gente en esta tierra se engaña con espejitos, pero los que producen, generan empleo y son el sostén de la economía no comulgan con ruedas de molino. Y ellos son los que nos dan de comer y nos dan empleo. El candidato busca estrangular a la gallina de los huevos de oro.