Habrá permiso de construir si San Juan baja el dedo

Lo de Secultura y antes Concultura es un tema viejo, pues por conservar cucaracheros, el viejo y amable centro urbano, el histórico, está cayéndose en pedazos

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19 September 2013

Un español llama a sus sobrinos y les pide que si muere en Madrid, lo entierren en Sevilla, pero si muere en Sevilla que lo entierren en Madrid.

¿Por qué, querido tío?

¡Por jod.. hombre, por jod..!

La palabra, valga la aclaración, viene del latín, así que su uso está sancionado por el buen decir.

Por similares razones es que Secultura ha retrasado en dos años la autorización para que la Comuna de San Salvador construya el Mercado Libertad, pues "hay indicios", indicios que sólo ellos conocen, de que en ese lugar pudo estar –aquí el "pudo" es lo importante— el Palacio Municipal y el Cabildo, construcciones que en todo caso, conociendo lo que fue la capital de entonces, no pasaban de ser modestísimos caserones de bajareque, similares a los que hay en el entorno.

Aunque nos duela o no nos duela, a causa de los continuos terremotos que sufre este Valle de Las Hamacas, nuestra capital no contó con nada perdurable ni estimable, con excepción hecha de los requeteconocidos que son el Teatro Nacional, el Palacio Nacional y el mismo Parque Libertad.

Como señalan los ediles, preservar unos cimientos, un bloque de cemento y una que otra pared, lo que puede hacerse en todo caso sin gran costo, no es motivo para que los vendedores de la Rubén Darío, de la Calle Arce y de los alrededores del mismo parque Libertad, sigan aguantando sol y agua.

Han pasado dos años y podemos estar todos seguros de que si fuera por los de la actual Secultura, pasaría un siglo antes de dar autorización a la presente administración municipal de construir, pues eso puede ayudarles de cara a las elecciones venideras.

¿Y los vendedores? Muy bien, gracias, pero ese no es asunto nuestro…

¿Y el reordenamiento urbano?

Tampoco es asunto nuestro…

Si lo que está fuera vale poco, lo enterrado menos

Lo de Secultura y antes Concultura es un tema viejo, pues por conservar cucaracheros, el viejo y amable centro urbano, el histórico, está cayéndose en pedazos. A los inteligentes que con frecuencia toman en sus manos decidir sobre lo que se construye o no se construye, preservar sagrados caserones llenos de cucarachas y roedores es un asunto de honor.

Se llega al punto de que, con frecuencia, exigen que para cualquier reparación o remodelación se usen iguales materiales que entonces, incluyendo las láminas estampadas que se importaban de Bélgica y que ya no se fabrican.

Si nuestros lectores quieren ver con sus propios ojos las consecuencias de ese celo por la vieja capital, vayan por la Décima Avenida Norte, en los alrededores del Castillo de la Policía, o por la Segunda, antes de llegar a la Juan Pablo II.

Lo que queda de paredes y puertas no sólo está a punto de desintegrarse, sino además conserva los eslóganes revolucionarios con los que los mesiánicos emporcaban las paredes en la Década de los Setenta.

Lo que para Secultura constituyen tesoros arquitectónicos abandonados ni siquiera son refugio de vagos o maleantes por insalubres, carecer de techos, estar llenos de malezas y ser usados como letrinas.

Los vestigios encontrados son menos que eso, pues de tener algún valor los restos estarían fotografiados y documentados. Como dice la alcaldesa, de lo que se trata es de estorbar…