No se construyen democracias sobre montañas de crímenes

De haberse luchado entonces "por la libertad de expresión" la guerrilla no habría asesinado a los articulistas de este Diario, Gabriel Payés, Francisco Peccorini, Edgard Chacón, Rafael Hasbún y Antonio Rodríguez Porth

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15 September 2013

Se inventan una leyenda, la creen ellos mismos y luego se vanaglorian de sus ficticias realizaciones…

Pues resulta que ahora disfrutamos de libertad de expresión por obra de las agrupaciones que primero desataron una oleada terrorista y luego atacaron al país a lo largo de doce años y que, además, actualmente, hacen todo lo que está en sus manos para censurar, esconder, intimidar y coaccionar a quienes no piensan como ellos y son independientes.

Nunca los insurrectos de entonces escondieron sus finalidades. El eslogan no fue "lucha armada hoy, transparencia, honestidad, libertad de expresión, rechazo a corruptos y prestanombres y prudencia en el gasto mañana", sino "lucha armada hoy, socialismo mañana". Socialismo despiadado como en Norcorea y Cuba.

A la leyenda se agrega que la oposición en aquellos tiempos "no tenía espacios para expresarse".

Pues sí los tenía y allí están las colecciones de este y otros diarios para comprobarlo, incluyendo la propaganda disociadora y exaltada de partidos como el PAR (después de asesinar a su dirigente, don Enrique Magaña) al igual que los pescados de aquel entonces.

En cierta manera era más fácil denunciar y debatir la problemática nacional en esos años porque no había corrupción visible como la hay ahora. Los pocos casos de militares enriquecidos se dieron después del cuartelazo de 1979; hasta ese entonces los expresidentes salían con los mismos patrimonios con que entraban.

De haberse luchado entonces "por la libertad de expresión" la guerrilla no habría asesinado a los articulistas de este Diario, Gabriel Payés, Francisco Peccorini, Edgard Chacón, Rafael Hasbún y Antonio Rodríguez Porth, además, de los atentados contra las instalaciones de periódicos y la residencia de un director.

No se edifican sociedades libres y democráticas sobre una montaña de horrores; el fin no justifica los medios; malos o perversos medios conducen a resultados repugnantes, como el saqueo que los supuestos abanderados de "la libertad" están perpetrando en la actualidad.

Espacios hubo aquí; no los hubo en las filas de los rojos

En los años previos al lanzamiento del ataque armado contra el país, cuando ya se había pasado por un período de agitación y terrorismo urbano, en estas páginas y las de otros medios se publicaban convocatorias y denuncias de grupos de extrema izquierda, desde ANDES y el BPR, hasta lo declarado por personas como Schafik Handal que, el 3 de noviembre de 1979, acusó a varias fuerzas de "estar preparando un contragolpe".

En nuestros archivos digitalizados se pueden ver anuncios, declaraciones y las muchas informaciones que se dieron en aquellos años, incluyendo páginas que pagaban las familias de secuestrados como parte del rescate.

No cuadra la idea de que ametrallando vacas, dinamitando postes y cajas telefónicas, volando puentes incluyendo obras hermanas del Golden Gate de San Francisco, matando alcaldes, incendiando ingenios y escuelas, dando fuego a buses y emporcando paredes, se construye la libertad y la democracia.

En estas páginas publicaron Raúl Castellanos (antiguo secretario del Partido Comunista de El Salvador), Roque Dalton (asesinado por sus camaradas para callarlo), Roberto Armijo y muchos otros.

El asesinato de Dalton y de Miguel Castellanos, militantes comunistas, como las ejecuciones de jóvenes guerrilleros efectuadas por el sicópata Mayo Sibrián, lugarteniente de Salvador Sánchez, comprueban que la disidencia y la libertad de expresión no pasan de ser falsas posturas.

El socialismo rechaza la libertad y la democracia.