El país se va apagando… todo comienza a rechinar

La gallina de los huevos de oro está siendo estrangulada con "el cambio", con las torpes políticas implantadas por el previo y, sobre todo, por el actual régimen

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10 julio 2013

...Cuando una economía se va apagando y crece menos, todo empieza a rechinar más fuerte", dice el economista jefe del BID para la región al referirse a El Salvador.

Nuestro país se va apagando, comienza a resquebrajarse, se desliza hacia abajo, se hunde. Pasó de ser, pese a su tamaño, un país en crecimiento y pujante que había podido recuperarse de la destrucción perpetrada por la guerrilla a lo largo de tres lustros, a ser una nación en crisis, desencantada.

Fuera de la nueva clase política, la aprovechada de esto, todo va de mal en peor. Como las gallinas a las que les cortan la cabeza, por unos instantes se mueven sin sentido hasta que se desploman.

El economista del BID, Alejandro Izquierdo, señala una de las principales causas: el incremento del gasto que no alcanzan a cubrir las recaudaciones fiscales, provenientes de los impuestos que paga la gente, lo cual ha llevado a un mayor endeudamiento.

Los salvadoreños no sólo no crecemos sino que, además, nos "enchillamos", estamos comprometiendo nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos, para mantener a una enorme burocracia compuesta, en su mayor parte, por gente del partido oficial, sus parentelas y sus "amigatelas".

Con la reforma fiscal sucedió lo opuesto a lo que sus patrocinadores pensaban: al aumentar los impuestos a ciertos productos, en vez de que la recaudación creciera en la proporción que esperaban, esta disminuyó en la medida en que fue menor el consumo de los artículos gravados.

El país de las contrataciones elásticas y desechables…

La gallina de los huevos de oro está siendo estrangulada con "el cambio", con las torpes políticas implantadas por el previo y, sobre todo, por el actual régimen, con el agravante de que ahora la dirección de ministerios y entidades públicas está mayormente en manos de incapaces, de gente que nunca trabajó en el mundo real.

El hueco entre lo que se recoge de impuestos y lo que se despilfarra… perdón, lo que se destina al funcionamiento del Estado, se está cubriendo con préstamos, que ahora tienen intereses muy bajos aunque El Salvador, por su anemia, pague más que el resto de Centro-América. Con préstamos y también, en parte, manoseando los ahorros que los trabajadores guardan para su retiro.

Y en esto último hay una ironía: entre las grandezas que la presidencia exhibe de "sus logros" está la de dar ayuda a ancianos que carecen de pensión. Pero la ayuda se entrega mientras se le quita a la gente lo que ahorra para el futuro.

Para ser competitivos, agrega el economista, hay que alentar las inversiones, motivar a productores del exterior a poner negocios aquí. Pero para eso se necesita confianza en nuestro país y que este cuente con reglas claras y racionalidad en la dirección de los asuntos públicos.

Pero eso ni siquiera los salvadoreños lo piensan o lo creen, pues la inversión interna, una de las señales que orienta a los inversionistas externos, se ha ido reduciendo a lo esencial, a mantener vivas y operando a las empresas y negocios.

Y allí están otras pésimas señales: el desconocer de manera unilateral contratos y acuerdos firmados, como el caso de la geotermia, al igual que la asfixiante tramitología que se exige para establecer nuevas empresas."