¡Vaya modelo que escoge el candidato rojo!

Como el candidato nunca trabajó en el mundo real, nunca produjo bienes y servicios de importancia, nunca administró lo suyo, nunca pagó planillas de su propio bolsillo, le es fácil levantar castillos en el aire

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22 julio 2013

El candidato rojo declaró que "la democracia nicaragüense" es el modelo que aplicaría en El Salvador.

No es para menos: allí los presidentes son a perpetuidad, poseen grandes fortunas personales, están por encima de la ley, son consultados por la Corte Suprema local antes de emitir un fallo, viven en una de las mansiones más grandes de Centro-América y se benefician de todo lo que cruza sus fronteras.

La vía está cantada y que nadie luego se queje.

Lo probable, empero, es que pese a la calamidad que sufre el país desde hace ocho años , en especial a partir de la instauración del actual régimen, la mayoría de salvadoreños defiende sus instituciones, el modo de vida que aquí se tiene, nuestras tradiciones y nuestra historia, la manera de ser de la gente. Es obvio que rechaza la corrupción, le abruma la violencia y lamenta que, por la incapacidad de los funcionarios, vamos de mal en peor.

Para casi todos se trata de corregir, de enmendar, de reconstruir, de volver al previo espíritu que engrandeció a nuestra Patria, de recuperar principios y valores.

Es fácil prometer el oro y el moro a personas ingenuas

Nadie, fuera de los corruptos y los comunistas, quiere que se instaure una dictadura, se haga de las elecciones una burla como sucede en Nicaragua, que abandonemos nuestras alianzas de siempre para convertirnos en vasallos de Cuba y de Venezuela.

La población se siente segura con el dólar –lo que ya dijeron que "va a ser revisado"--, también con su Ejército, con el espíritu emprendedor de los productores, con las libertades individuales, en particular la libertad para expresarse, debatir, oponerse y apoyar.

En vez del atarrayazo que propone el candidato comunista, lo de "o lo toma todo o váyase de aquí", debería este señor enumerar lo que no le gusta de El Salvador, lo que pretende cambiar de su sistema de gobierno y de vida, lo que le molesta de lo que nuestros Próceres nos legaron.

Sería la segunda vez que el candidato comunista busca instaurar, por la fuerza, modos de desgobierno y esquemas siniestros, contra lo que es normal y uso de la civilización occidental. Nadie debe olvidar que su mesianismo llevó a la destrucción de gran parte de lo que, con tanto esfuerzo, se había levantado en nuestro país, proceso que además causó setenta mil muertos y el éxodo forzado de la tercera parte de la población.

Él puede hablar de su fábrica de "angelitos"…

Gran parte del endeudamiento adquirido por los gobiernos areneros se destinó, precisamente, a la reconstrucción, a levantar lo que en su insania de doce años destruyó la guerrilla y que, a causa de eso, El Salvador retrocedió más de cuatro décadas en su desarrollo.

¿Por qué el candidato comunista no se inspira en los procesos y políticas que han hecho de países como Chile, en nuestro Hemisferio, y de Corea del Sur y Taiwán en Asia, naciones que pasaron de la pobreza extrema a ser altamente prósperas, del Primer Mundo?

¿Qué le lleva querer emular a Nicaragua y a Cuba, países del Tercer Mundo?

Como el candidato nunca trabajó en el mundo real, nunca produjo bienes y servicios de importancia, nunca administró lo suyo, nunca pagó planillas de su propio bolsillo, le es fácil levantar castillos en el aire.