El mundo se mueve con la mentira dijo el pensador francés Francois Ravel, lo que se aplica por igual a todos los pueblos y culturas, pero obviamente más en unos que en otros.
La mentira afecta grandemente las decisiones personales de la gente, pues al ser engañados sobre una realidad cometen errores que afectan sus vidas y sus actividades. Una cosa es creer que, como ejemplo, lo que se enseña a los niños y jóvenes va a potenciar su futuro y otra los perjuicios causados lavándoles el cerebro, como sucede en las dictaduras y en nuestro suelo.
La mentira tiene un efecto particularmente nocivo en lo que es el “cálculo económico”, o sea las decisiones que alguien toma respecto a lo que debe producir, comprar, invertir o evitar. Si cree erróneamente, como ejemplo, que la siembra de tomates es rentable y tiene mercado pero no es así, se le hace incurrir en pérdidas inesperadas y ruinosas.
El cálculo económico se basa en los actos que todos toman, siendo una especie de plebiscito diario, o de minuto en minuto, que la gente realiza, como es lo que se vende, lo que no se vende y lo que son las preferencias de un conglomerado.
Por así decirlo una mayoría puede estar muy engañada sobre las virtudes o falta de ellas de un partido político y sus candidatos, pero no lo está sobre lo que come, usa o prefiere.
La imposibilidad de llevar a cabo cálculos económicos sobre lo que la gente prefiere, desea o rechaza es lo que fundió a la Unión Soviética y ha causado el desastre de los abastecimientos en Cuba, pues como muy poco se compra o se vende (pues a la gente le dispensan lo que come, usa o prefiere) el régimen no sabe lo que debe producir y lo que no debe producir, lo que lleva a que se fabriquen artículos que nadie quiere y no se suministre lo que hace falta.
En la despanchurrada Unión Soviética los planificadores tenían sobre sus escritorios catálogos de Sears Roebuck que ahora está al borde de la bancarrota, para orientarse sobre los precios que tenían que asignarse a tal o cual artículo.
Lo que tampoco funciona en Cuba, donde simplemente hace falta de todo y hasta para comprar u obtener leche se requiere de receta médica pues la casi nula producción se destina a niños desnutridos.
No trabajar, no hacer nada rápidamente lleva al cementerio
Obviamente la mayoría de personas rechaza que la estén alimentando y cuidando como si se tratara de aves de corral, sino que quieren valerse por sí mismos, tener un trabajo y definir sus caminos. Pues es muy triste ser parásito de un régimen, como los cuarenta y tantos mil militantes que hacen muy poco y se sostienen con lo que el grupo en el poder desvalija al país.
El triste ejemplo de la indebida dependencia es lo que sucede con muchas personas y familias que reciben remesas de Estados Unidos de parientes que se fajan trabajando para que sus dependientes pasen en las hamacas, en vez de contribuir por su cuenta a mejorar la situación del grupo.
Estar sin trabajo real, no estudiar, no hacer mayor cosa no sólo marchita el cuerpo y el alma, sino que es el camino más rápido al cementerio.