Peca y paga, paga y peca: dos truhanes para bailar tango

"¿Cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar?"

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24 abril 2013

Sor Juana Inés de la Cruz escribió los memorables versos sobre las mujeres que se dan a la vida licenciosa, lo que se puede aplicar a los tránsfugas políticos: pagar para corromper o corromperse por la paga; lo repugnante se da a ambos lados de la raya.

Siempre, dice la canción, "se necesitan dos para bailar el tango". Es obvio que ninguno de los bailarines se avergüenza de lo que hace si en un país se sufre de un general desplome de la moral pública y cuando el dinero, mucho dinero, dinero a raudales, es lo que se impone en grandes sectores de la vida pública.

ARENA, tardíamente y cuando las gallinas se le han salido del corral, pide que se castigue a los corruptos, a los que se venden alegando amistades, diciendo que son independientes, que discrepan de la línea ideológica de un instituto político, etcétera.

Pero hay una señal que significa mucho, que apunta el dedo a la llaga: el transfuguismo es sólo de un lado al otro; son raros los casos de miembros de partidos de "centro", o comunistas, que se pasan a la derecha y, cuando esto sucedió, el señuelo, el dinero, estaba del lado del gobierno de derecha.

Lo que es precisamente lo medular de la corrupción, de la corruptocracia como sistema.

Es importante que las entidades ante las cuales se planteó el problema del transfuguismo, que es un problema de corrupción del cuerpo público, investiguen a los corruptos y busquen las señales de enriquecimiento.

Pero igualmente importante es averiguar de dónde sale el dinero con que se corrompe, ese dinero que fluye a raudales, que financia campañas, que pinta postes en todo el territorio, que doblega voluntades y calla bocas.

No merece El Salvador

lo que le ha venido victimizando

Al momento ha sido imposible lograr que los partidos abran sus libros y expliquen a la gente, a los ciudadanos que luego sufren las consecuencias de un mal gobierno o se benefician con un buen gobierno, diciendo cuánto tienen en sus arcas, cómo lo gastan y de dónde les llegó.

Y es que el dinero no crece en árboles. Siempre hay alguien que lo genera, honestamente como lo hacen los productores de todo tamaño y en toda ocupación, o deshonestamente, como es el colosal lavado de dineros públicos que se hace en Venezuela o procedente de otras fuentes aún peores y más siniestras.

Muchos se preguntan, y eso ha motivado la exigencia de ARENA ante el país, de si hemos caído en un curso sin retorno, si El Salvador no tiene rescate, si es imposible recuperar la verdadera institucionalidad y sancionar a los que abusan de sus posiciones.

No hay día sin su barbaridad, sin manipuleos, sin abusos que, en una u otra forma, trascienden al público. Y como fondo está la violencia que amenaza a todos, una violencia que inclusive, según dice el Ejecutivo, es "menos peor" que la de México, aunque el número de víctimas allá sea menor a las cifras acá. El solo decirlo, como justificar las extorsiones porque "de algo tienen que vivir los extorsionistas", espanta. Muestra la incapacidad para formular estrategias efectivas de combate al flagelo, minimizar el horror.

No merecen los salvadoreños lo que les ha venido victimizando.