ANEP pide reducir trámites para fomentar la inversión

El inversor mira "por todos lados" y mete dinero y tiempo para ver debajo de la superficie y de las promesas, pues es allí donde se mueven los tiburones. Además leen diarios y oyen noticias

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23 abril 2013

Que se reduzca la tramitología para invertir piden las gremiales del sector productivo, señalando que nuestro país, tan necesitado de nuevos proyectos para generar empleo, descendió del puesto 82 al 91 en el ranking de facilidad para hacer negocios, del Foro Económico Mundial, uno de los más bajos del mundo, lo que nos coloca en la misma liga que las naciones más retrasadas del planeta.

El problema se complica por la nueva burocracia, los funcionarios y empleados que poco entienden pero que atrasan, exigen y complican lo que pasa por sus manos. ANEP señala, a este respecto, que lo enmarañado de la tramitología puede dar lugar a la corrupción, a aquello de "lo aligero pero..."; y así, de escritorio en escritorio y de firma en firma, los proyectos se retardan y se encarecen, costos que al final paga el colectivo.

Antes de la presente calamidad se estaba avanzando mucho para establecer una ventanilla única, donde un inversionista pudiera realizar la mayoría de trámites. Además se avanzó en fijar plazos perentorios: si en dos meses, o lo que fuera, no hay respuesta, la petición queda aprobada.

Si fuéramos los únicos en el mundo para invertir, duplicar el tiempo y las exigencias no tendría mayores efectos; pero competidores en atraer inversiones abundan, no sólo en Centro América sino que en todos los continentes. Y la gente va donde la tratan mejor.

Hay barbaridades que no se pueden tapar

y que revelan muchísimo

Es determinante asimismo la lógica o buen sentido de lo que se pide, o lo disparatada que sea una regulación o exigencia. El conjunto de exigencias, pagos, la rapidez con que una solicitud se resuelve, indicios de corrupción, el "arrastrar de pies" y el trato que reciben otros, son los datos que establecen el clima favorable o desfavorable de un país o de su burocracia, a los inversores extranjeros.

Pero el que va a invertir, considerando lo difícil que es acumular el capital necesario, estudia la situación general de un país, pregunta a otros que están establecidos, indaga de casos favorables o desfavorables que se hayan dado, de abusos de poder, de manipulaciones para no cumplir contratos, de lo que sucede en distintas áreas de la vida en general de una nación.

Las exigencias que salen de lo lógico, de lo razonable, de lo que se espera que va a beneficiar a las dos partes, al que llega y a los que están establecidos, son como la fricción en física: entorpecen el movimiento, gastan energía sin provecho, retardan. Es la diferencia entre deslizarse en un plano lubricado y hacerlo sobre una superficie dura y carrasposa.

El inversor mira "por todos lados" y mete dinero y tiempo para ver debajo de la superficie y de las promesas, pues es allí donde se mueven los tiburones. Además leen diarios y oyen noticias. Están al tanto de lo sucedido con la geotermia, con el incumplimiento de un fallo internacional, de la intención de no pagar obligaciones, de como, vía tribunales, se burlan compromisos.

Además allí está un gran puerto en abandono y también lo están los proyectos de generar un polo de desarrollo en el Oriente de El Salvador apoyado en las actividades de ese puerto. Y se da cuenta también de cómo, en la legislatura, "la honorable Asamblea Legislativa", no hay argumento o experiencia que valgan si contradicen la agenda política de la izquierda. No vale ni lógica ni moralidad.