Al comenzar los controles comienza la escasez

En lugar de buscar hospitales, servicios de marca y facultativos del Primer Mundo, Chávez se confió en la leyenda de que en Cuba se practica la medicina más avanzada del universo

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04 abril 2013

Que no tiene importancia que se dejen de importar al país muchos medicamentos, pues "para eso están los genéricos", declararon personeros de la Dirección de Medicamentos y algunos propietarios de farmacias. O, como atribuyen falsamente a María Antonieta, cuando los pobres en París clamaban por "pan", la actitud de Salud Pública es "que coman tortas", que vayan a la pastelería de los genéricos.

Deben de suponer, conociendo a los muchachos, que para suplirnos están los genéricos cubanos y venezolanos. O inclusive de China roja, que fabrica desde camioncitos chatarra hasta medidores de agua con todo lo imaginable en medio.

¿Por qué comprar a los consorcios del imperio medicinas, cuando los amigos las fabrican iguales, o casi iguales? ¿Acaso no desconocieron los tailandeses todo el entramado internacional de las patentes, para elaborar los medicamentos que el pueblo necesita?

La desconfianza en los "genéricos" prevalece y nadie garantiza que éstos tengan la misma eficacia que la medicina patentada, nos guste o no nos guste. Aunque lo más que puede suceder es que la mortalidad de los pacientes de esta o aquella enfermedad se eleve un tantito. Mala suerte del que emprende el viaje al más allá antes de tiempo, pero eso sucede con tanta frecuencia en esta tierra...

Por andar creyendo en soluciones improvisadas es que don Hugo no pudo ser juramentado como presidente de todos los venezolanos, o de algunos venezolanos, pues en lugar de buscar hospitales, servicios de marca y facultativos del Primer Mundo, Chávez se confió en la leyenda de que en Cuba se practica la medicina más avanzada del universo. Y esos mejores médicos del universo, lo equivalente a genéricos, no pudieron salvarlo.

Con imaginación o sin ella, si no hay pago no hay medicinas

Ahora priva el temor de que muchas medicinas comenzarán a escasear, fenómeno que ocurre siempre que se imponen controles, sea a la importación de bienes, a los precios, o se establecen normativas sin sentido y se manipula al mercado. Como ningún productor subsiste cuando sus costos sobrepasan a los precios que le fijan, o a las regulaciones que debe cumplir, el remedio es cerrar la tienda y marcharse. Y si eso no le gusta a un régimen, siempre queda el recurso de implorar la caridad internacional.

El problema reside en que los funcionarios del actual régimen nunca trabajaron en el mundo real, el mundo donde se pagan las planillas del propio bolsillo y no con el dinero que se recauda de los productores, no acaban de entender ese misterio de costos, precios, demanda, escasez, sobreoferta, flujos de caja, administración y todo lo que determina el abastecimiento de bienes y servicios a una barriada o a un país.

Años atrás, cuando los rojos montaban marchas por cualquier motivo y pretexto, una de las pintadas fue la frase "la salud no es una mercancía", lo que es cierto: no es una mercancía sino una condición del organismo.

Pero mantener la salud demanda muchas mercancías, desde comida sana en la mesa, calles no contaminadas y agua que sea potable, hasta medicinas y servicios de salud.

Y esas son mercancías que se producen, que generan costos al producirse y que, por tanto, hay que pagar. Indistintamente de que los médicos de un hospital "tengan o no imaginación", las medicinas y los servicios se pagan; si no se paga su precio real, no estarán disponibles.

Es un contrasentido que una ley atentatoria contra un servicio esencial de salud, suministrar medicinas, comience a imponer controles de precios que sólo causan temor e incertidumbre, en las vísperas de celebrarse el Día Mundial de la Salud.