No sobrevivirá el chavismo a la muerte de Chávez

La gran interrogante es si podrán los venezolanos superar, en un tiempo razonable, la destrucción institucional, jurídica, moral, política, económica y humana causada por los trece años de dictadura

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07 marzo 2013

El chavismo muere con Chávez, pues nunca se constituyó, o puede constituirse, en una doctrina política, en norma para regir un Estado. Tampoco es ideología; los actos de fuerza, las decisiones personales de un mandatario, la arbitrariedad y el atropello a normas jurídicas y morales no fundamentan nada perdurable como sistema o fundamento ético.

La fuerza de Chávez, que se nutrió de las frustraciones y la ignorancia de las masas venezolanas pobres, es la tradicional de los caudillos y los demagogos. Chávez rigió a Venezuela apoyándose en el poder derivado de los enormes ingresos del petróleo y, como en la corrupción, una lacra social que se sostiene por el vicio de tantos, en las sociedades iberoamericanas, de venderse, de sacrificar el bien común y los principios por la ventaja personal.

Casi desde que asumió la presidencia de Venezuela, Chávez desconoció el orden legal del país y el Estado de Derecho, adoptando las posturas que, en lo personal, le convenían e imponiendo sus ideas, arrebatos emocionales, lo que le favorecía aunque luego echara pie atrás, buscando causas que le acarrearan simpatías entre los pueblos venezolano y del Hemisferio.

La gran interrogante es si podrán los venezolanos superar, en un tiempo razonable, la destrucción institucional, jurídica, moral, política, económica y humana causada por los trece años de dictadura, a lo que se suman los nexos creados y fortalecidos con regímenes terroristas como el iraní y el despotismo cubano.

La alianza con los movimientos fundamentalistas del Medio Oriente va aparejada con los nexos no declarados del régimen chavista con el narcoterrorismo colombiano lo que, a su vez, ha incrementado en gran medida los vuelos no identificados que salen del país hacia África y el Caribe.

La enorme tarea

es rescatar al país del descalabro

A lo largo de su dictadura, Chávez expropió, reguló, destruyó y entregó a grupos diversos, desde damnificados por inundaciones hasta a pobladores de los cinturones de pobreza que rodean a Caracas y muchas de las ciudades del país, propiedades ajenas, como el caso del rascacielos de un banco que es ahora la favela vertical más grande del planeta.

Los resultados han sido negativos para Venezuela al destruir la seguridad jurídica y la confianza lo que, a su vez, ha desalentado la inversión y afectado la productividad económica. El país adolece de desempleo, de desabastecimiento de bienes esenciales, de inflación –-lo que es un robo a los asalariados al erosionar el poder adquisitivo de sus ingresos— y de delincuencia.

Venezuela se ha convertido en uno de los países más inseguros del mundo, donde se sufre de homicidios, asaltos, robos a residencias e instalaciones comerciales, lavado de dinero y extorsiones.

Los caudillos rompen, durante sus mandatos, lo que al hombre le ha costado enormes sacrificios edificar y engrandecer, como la democracia, el debido proceso de ley al juzgar a las personas, los limites a la gestión de los gobiernos, los pesos y contrapesos institucionales.

En Venezuela, de procesos transparentes y respetuosos del derecho de un indiciado a defenderse, se cayó en las capturas ilegales, en destituir y encarcelar jueces y magistrados que se oponían a la arbitrariedad, a cerrar el acceso ciudadano a la información oficial, a convertir legislaturas y tribunales en entidades al servicio del poder personal del dictador.

Superar la dependencia humana, las divisiones entre los venezolanos y el odio entre clases requerirá de enormes sacrificios.