Siempre distribuyen paquetitos en vez de enseñar a trabajar

Es más fácil ir de un lado a otro con camiones para distribuir paquetes a grupos escogidos a dedo, que montar el necesario aparataje para capacitar a los campesinos en mejores prácticas agrícolas

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31 enero 2013

No es distribuyendo paquetes de semillas y pequeñas cantidades de insumos para la agricultura que se va a mejorar la productividad del agro, como tampoco al entregar zapatos y uniformes a escolares se eleva la calidad de la educación. Son pensadas sin sentido o, más grave, medidas populistas de un régimen que está resquebrajándose por todos lados.

Al respecto, FUSADES y la Cámara Agropecuaria y Agroindustrial, Camagro, señalan que "la entrega de paquetes agrícolas no ha sido la panacea para incrementar la productividad y sacar de la pobreza a miles de productores de subsistencia". Lo que se requiere, agregan, es "una reforma que permita el aprovechamiento de esos recursos en capacitación técnica, acceso a la tecnología y mejoramiento de la infraestructura, algo que dos años atrás ya había sugerido el exministro del ramo, Guillermo López Suárez".

No es regalando pescado sino enseñando a pescar que se mejora la calidad de vida de agricultores y de cualquier grupo poblacional, incluyendo a los estudiantes.

O, como afirma Amy Ángel, de FUSADES, "En lugar de invertir más en un cambio permanente en la productividad o en la diversificación para que un productor de granos pueda salir de la pobreza, se mantienen regalando paquetes año con año, sin resultados palpables".

Los graves perjuicios de tener el campo abandonado

No es tanto, empero, que no entiendan los del Gobierno cuáles son los esquemas más efectivos para mejorar la productividad, aun considerando su inexperiencia en el mundo del trabajo, cuanto lo que se busca, enganchar a centenares de miles de familias con los repartos en este período abiertamente electoral.

A ello se suma que es más fácil ir de un lado a otro con camiones para distribuir paquetes a grupos escogidos a dedo, que montar el necesario aparataje para capacitar a los campesinos en mejores prácticas agrícolas, formar la infraestructura que les permita vender mejor sus cosechas y, además, hacer las obras que faciliten las siembras y el comercio.

Si el actual régimen no logra administrar bien los presupuestos y la labor de Salud pública, menos sabrá cómo elevar los niveles productivos en la agricultura.

De allí la solución fácil y la más rentable desde el punto de vista político: regalar lo que de todos modos nada les cuesta pues sale de los ingresos públicos los que, a su vez, son fruto del esfuerzo, la imaginación y las iniciativas del sector productivo del país, de "los insultados".

Las políticas aplicadas a la agricultura, repartir paquetes y cerrarse en lo que respecta a la reactivación, tienen una secuela adicional de perjuicios que afecta a todos los pobladores, no sólo al agro.

La primera es el deterioro del medio ambiente, pues sólo la agricultura organizada, intensiva más que extensiva, protege a las tierras y las arboledas, ya que son parte esencial de la presente y futura producciones. El parcial abandono de las que fueron hasta los Ochenta las tierras más feraces, ahora convertidas en potreros, es la prueba más contundente de ello.

Esto, a su vez, afecta los mantos freáticos, la vida silvestre, el clima (cada vez más caluroso) y, como es obvio, la calidad de vida de los campesinos que antes tenían la posibilidad de emplearse en la agroindustria.

Un campesino al que transforman en tractorista o constructor, tiene un futuro más promisorio por delante, que otro que depende de repartos.