Vuelve Chávez a Venezuela a internarse en un hospital

El drama de la enfermedad de Chávez finalizará uno de los más turbulentos episodios de la historia de Venezuela y, por extensión, de la hispanoamericana

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18 febrero 2013

Sin aviso y sin que casi nadie lo esperara, el dictador venezolano Chávez volvió a Caracas, siendo internado de inmediato en un hospital militar. El traslado era la única forma en que podía demostrarse que sigue vivo, aunque es obvio que ya no puede ejercer las responsabilidades de la presidencia.

En todo país democrático cuando un funcionario ya no tiene la capacidad para desempeñarse en un cargo, es reemplazado de inmediato, o inhabilitado mientras persista el problema. Pero en Venezuela las cosas suceden en forma distinta, pues el régimen se aferra a la ficción de que el dictador continúa mandando, pese a la dolencia terminal que padece.

El caso contrasta dramáticamente con lo decidido por Benedicto XVI, que renuncia al papado por no tener más la salud y la capacidad física para cumplir con su noble misión espiritual. Un gran espíritu se debe a la verdad, no a su conveniencia.

El drama de la enfermedad de Chávez finalizará uno de los más turbulentos episodios de la historia de Venezuela y, por extensión, de la hispanoamericana, marcado por el desmantelamiento de lo que son los fundamentos de un Estado de Derecho y un orden democrático de vida, para imponer como norma los caprichos y ocurrencias del dictador, por su soberbia, su modesta formación profesional, la confusión que sufre de cara a la realidad y el saqueo de la riqueza del país.

El chavismo tomó a Venezuela como su feudo, socavando las instituciones, destruyendo su ordenamiento jurídico, rompiendo las alianzas tradicionales de la nación y fraguando acuerdos con regímenes terroristas de América y del Medio Oriente.

El principal blanco de las agresiones chavistas fueron los derechos básicos existentes en toda sociedad ordenada: el derecho adquirido por las personas en sus labores, el derecho de propiedad, el derecho a expresarse, el derecho a la defensa propia.

Se atropellan libertades y derechos básicos de las personas

A la menor resistencia de grupos, empresas, sectores y personas a las medidas o regulaciones que se decretan de manera inconsulta de la noche a la mañana —ya que la legislatura aprueba lo que le ordenan— se toman represalias: empresas y agroindustrias son estatizadas, se ordena la invasión de viviendas, edificios y hoteles por pobladores de favelas, se decomisan bienes, se desmembran propiedades, se desconocen acuerdos, tratados y contratos.

Pero además se abusa del tiempo y la libertad personal de la gente, como se daba con las peroratas del déspota transmitidas en cadena durante tres o cuatro horas del mejor tiempo, al anochecer, como en la Cuba castrista.

El incesante bombardeo de la propaganda y las agitaciones políticas sobre los populachos venezolanos han exacerbado los odios de clase, despertado falsas expectativas sobre el futuro, espantado a la gente que piensa y que trabaja, ahuyentado la inversión y colapsado la economía.

Hace menos de una semana, el bolívar sufrió una devaluación del treinta por ciento, lo que roba a todos los asalariados la tercera parte de sus ingresos, un empobrecimiento instantáneo.

No se vislumbran por ahora ni líderes ni sectores capaces de rectificar lo actuado y devolver la confianza y la institucionalidad a Venezuela, pues inclusive el Ejército está debilitado, sin rumbo.

Pero la hoja de ruta es clara: restablecer el Orden de Derecho, la democracia, la seguridad y la sensatez para recomponer Venezuela.