Este diciembre de 2017 estuvo de regreso la Navidad en los Estados Unidos. Para una buena parte de la población norteamericana no sólo volvieron los mejores deseos contenidos en la expresión Merry Christmas!, los villancicos, las postales con imágenes de belenes y las ansias de paz y perdón propios de la temporada, sino también lo que probablemente sea igual de importante: la esperanza en que en adelante las cosas no vayan peor, sino mejor.
Los reportes de la actividad económica hablan por sí solos. Las ventas han batido los récords conocidos en buena medida debido a esa impetuosa modalidad que son los pedidos por internet, pero también a la asistencia masiva de clientes a los comercios tradicionales, que ya muchos daban por condenados a la quiebra sin remedio.
Las transacciones reportadas por MasterCard y otras tarjetas de crédito y débito carecen de antecedentes en temporada navideña y aunque todavía no se conocen los datos finales es muy probable que las operaciones mediante efectivo se hayan comportado del mismo modo en J.C.Penney y Macy’s, Nordstrom y Kohl’s. Pudo sospecharse, dados la reciente rebaja de impuestos y el fantástico desempeño de Wall Street a lo largo del año, es decir, coincidiendo con la presidencia de Donald Trump.
No ha habido mes desde que la asumiera sin que el Dow Jones marcara tres o cuatro, seis o siete alzas, reflejos de la confianza recuperada en un gobierno preocupado por la creación de empleo y un clima adecuado para la conducción de negocios.
Todo lo contrario del anterior, el de Obama, dedicado por sistema a dilapidar recursos, a prohijar empresas ruinosas de amiguetes, a subir impuestos, a espantar inversiones, a multiplicar no panes y peces, sino regulaciones y chupatintas y el ominoso sentimiento de que los Estados Unidos habían dejado de ser esa fuente de riqueza siempre creciente que los caracterizaban. En concomitancia, fueron ocho años en los que se exacerbó el ataque contra las creencias cristianas y sus prácticas en tanto proliferaban el secularismo y el ateísmo que no están consustanciadas con los orígenes, desarrollo y esplendor de la sociedad estadounidense.
Por suerte hoy hay en los Estados Unidos un movimiento de recuperación de los valores cristianos, que son los que hicieron grande a Europa y a esta nación.
Y mientras esperamos que en el viejo continente se materialicen esfuerzos semejantes, ya atisbables, regocijémonos del regreso del espíritu navideño y de que la gente vuelva a decir sin temor Merry Christmas!
*Analista político