El buey de la barranca

01

descripción de la imagen

Por 01

16 junio 2011

El buey de la barranca El diputado Roberto Lorenzana encontró desde los primeros días una expresión folklórica, más coloquial y desdramatizada, para referirse a la actuación de los partidos que aprobaron el decreto 743: dijo que sus colegas ?metieron las cuatro extremidades?. En otras palabras, les dijo que obraron -en el doble sentido- como animales. Y seguramente pensaba en animales de carga, los más propensos a quedar atascados en el fango. La única duda era si burros o bueyes, puesto que ni los camellos ni las llamas o las alpacas encajaban en el paisaje nacional. La incógnita quedó despejada ayer cuando reiteró que el FMLN no estaba dispuesto a ?enmendar lo obrado por la oposición? y que su partido no tenía porqué ?sacar a ese buey de la barranca?. El problema aquí es que ya no se sabe bien cuáles son los bueyes que están en la barranca. ARENA ya se movió y salió por sus propios medios. Quedó golpeado, raspado y cansado, pero fuera del atolladero. El Frente se movió también, pero al revés, de afuera hacia dentro de la barranca. Parecía al principio que no apoyaba el 743 y que era el único que se salvaba. Parecía, en palabras de Lorenzana, que en el partido calificaban el decreto como ?una locura?. Parecía que se rasgaban las vestiduras criticando con indignación el atropello a la Sala de lo Constitucional y la gravedad del enfrentamiento entre los Organos del Estado. Este fue durante varios días un discurso cómodo, coherente, sin fisuras y en dulce comunión espiritual con las bases del partido y con casi todas las organizaciones y expresiones de las elites urbanas de nuestra sociedad. Pronto se supo, sin embargo, que esa posición tan rentable solo se sostenía si ARENA le hacía el favor de pagar todo el costo mientras el Frente disfrutaba el beneficio de mantener obstruida la justicia constitucional. En otras palabras, mientras el Frente creyó que el 743 no se podía derogar, exigió derogación, con lo cual mantuvo la vigencia del decreto y el aplauso de los fieles, pero cuando ya fue posible derogarlo, por la rectificación de ARENA, afloró la verdadera posición. En este tema, el Frente se ha comportando de la misma manera que con la ley de amnistía: se ha beneficiado de ella, pero no ha pagado el costo de apoyarla. Al contrario, en ocasiones ha pedido derogarla, pero estando seguro de que no era posible, porque ARENA pagaba siempre el costo de verse mal, como interesada en encubrir las violaciones de derechos humanos. Esto es hipocresía pura, o inconsistencia si se quiere utilizar un término que califique más la lógica que la ética de la postura. O astucia política, si se quiere calificar la postura desde el cinismo o desde el más desalmado pragmatismo. El calificativo no importa, porque no se trata de ofender a nadie. Lo único importante, sobre todo para el FMLN y para ARENA como partidos mayoritarios en los que se asienta el sistema, es encontrar pronto el equilibrio entre la defensa de sus legítimos intereses partidarios y la aceptación sin condiciones de la atribución de la Sala Constitucional. Lo que dijo el presidente de ARENA al rectificar pareció fuera de lugar, pero en esencia fue idéntico a lo que dijo el Secretario General del FMLN: ?si los magistrados cambian de actitud, seremos los primeros en votar para derogar el decreto?. Las dos posiciones son inaceptables, porque para todo efecto práctico convierten a los partidos en árbitros del criterio jurídico y de la conveniencia política de las resoluciones de la Sala de lo Constitucional. Esto es, en palabras simples, el mundo al revés. Por ello, el decreto 743 debe quedar sin efecto a la mayor brevedad. Otra cosa será decidir si se hace una derogación o una reforma para salvar la cara de unos o de otros. Dicho lo anterior, los partidos tienen intereses que deben ser atendidos y respetados, porque son tan consustanciales para el sistema como el respeto a la Sala de lo Constitucional. Hablamos, por supuesto, de intereses legítimos que podrían verse afectados por reformas que en vez de pensarse con detenimiento y profundidad se están realizando con precipitación y ansiedad como producto de las sentencias de inconstitucionalidad. Un buen ejemplo es el del voto por la bandera. Ya lo dijimos en otras ocasiones: la exigencia del FMLN es legítima porque reivindica la acumulación histórica de sus colores y de sus emblemas. En consecuencia, debe respetarse si se plantea como mecanismo de sumatoria, junto a los votos por candidatos individuales, para determinar el número de diputados que corresponden al partido en cada jurisdicción. Lo que ya no es tan legítimo y más bien contraviene la sentencia de la Corte es la pretensión de utilizar los votos de bandera para distribuirlos entre los candidatos favoritos de las cúpulas partidarias y asegurar así su prevalencia sobre los votos preferenciales de los electores. Este, como cualquier otro interés legítimo de los partidos, debiera ser materia de acuerdo sin mayor complicación, pero sin olvidar que en este momento lo más importante es restituir las facultades y la funcionalidad de la Sala de lo Constitucional. En esta materia el FMLN tiene la palabra. Si no procede como debe, en algún momento tendrá que sacar a los bueyes de la barranca, con la única diferencia de que serán sus propios bueyes. Salvador Samayoa