La apuesta

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02 octubre 2011

La apuesta La ex vicepresidenta Ana Vilma de Escobar va en el puesto 9 de la lista de ARENA para San Salvador; y el empresario Edwin Zamora, la más interesante de las recientes incorporaciones al COENA, va en el puesto 11. Si los electores de ARENA votan mayoritariamente por la bandera, ambos no entran a la Asamblea Legislativa. Por lo menos no con seguridad. A menos que ARENA siga subiendo en las encuestas, difícilmente le tocan más que 8 diputados en San Salvador. Para estar seguros de salir electos (y para comprobar dentro de su propio partido que son líderes que hay que tomar en cuenta en el futuro cercano), Edwin Zamora y Ana Vilma de Escobar tienen cada uno que atraer entre 20 y 30 mil ciudadanos que voten explícitamente por su cara, por su trayectoria, por su propuesta específica. Así es el sistema de elección de diputados, cuya reforma ha quedado a medias debido a la negativa de la coalición gubernamental FMLN-GANA de abandonar el voto por bandera y lista. Esta reforma debería haber establecido una regla clara, transparente y simple: Cada ciudadano elige a su candidato preferido, y los 84 candidatos con más votos entran a la Asamblea. Punto. El miedo que FMLN y Gana tienen a la sabiduría popular evitaron que esto pase: impusieron un modelo donde uno puede votar por un candidato individual, pero todos los votos por bandera serán abonados a los candidatos que las cúpulas han colocado en los primeros puestos. Por ejemplo: Si un partido tiene derecho a 8 diputados en San Salvador (resultado del total de votos obtenidos para su bandera, más todos los votos que individualmente han obtenido sus candidatos), todos sus votos por bandera se dividirían entre los primer ocho en su lista. Para que entre el número 9, 11 o 23, tiene que sobresalir en el voto individual por su persona. Tienen que hacer una campaña basada en sus propuestas de cómo dar rumbo nuevo a su propio partido y al país. Para hacer esto, los candidatos requieren de algunas condiciones mínimas: la primera, que su partido decida hacer campaña por el voto individual y de conciencia y que no se aferre a promocionar el voto tradicional y obediente por la bandera; la segunda que su partido les proporcione los medios necesarios para su campaña particular y personal. Si no se da esta segunda condición, sólo podrán tener éxito electoral los candidatos que disponen de propios recursos para su campaña. Por lo que se ve hasta ahora, solamente ARENA apuesta a esta nueva modalidad más democrática de elección de diputados. Y tiene lógica: ARENA es el partido que sólo tiene futuro apostando a la renovación de sus liderazgos y de sus propuestas, a la representatividad de sus diputados, a la democratización interna y a la atracción de votantes independientes. Estos responden a propuestas y personas, no a banderas e ideologías. En cambio, el FMLN (que en este sentido resulta ser el más conservador de todos) no sólo se siente más cómodo apostando al voto duro, ideológico y colectivo, sino además parece convencido que su posición de partido de gobierno y su nueva potencia financiera les permiten jugar la carta de la lealtad y la adhesión ideológica. Para mi criterio, las últimas encuestas ya demuestran que el Frente está cometiendo un error con posiblemente graves consecuencias. También en ARENA hay fuertes resistencias a una apuesta clara al voto por persona. Muchos de los actuales diputados (¡todos colocados en primeros puestos de la lista de candidatos!), prefieren apostar al voto por bandera, porque obviamente les favorece. No así al partido, que debería dejar al votante la decisión a cuáles de sus diputados confirmar o renovar. A ARENA de nada le ayudaría si sus cartas nuevas y renovadoras lleguen a la Asamblea con la usual ayudadita de su cúpula que los coloca en supuestos ?puestos ganadores?. Edwin Zamora, Ana Vilma de Escobar y otros liderazgos que consistentemente han insistido en la renovación de su partido, de sus mecanismos internos y de sus propuestas políticas, tienen que llegar a la Asamblea por la fuerza de sus ideas y por la credibilidad de su intención de dar rumbos democráticos, transparentes y reformistas a su partido. De nada les serviría colarse en la Asamblea sin proyectar sus ideas. Mucho menos para sus aspiraciones de asumir liderazgo y posicionarse para la candidatura presidencial. Así que, posiblemente, los que celosamente han tratado de evitar que estas dos cartas nuevas de ARENA fueran colocadas como cabezas de la lista, les han hecho un favor. Siempre he mantenido que la reforma electoral importante no era la de las candidaturas independientes, que harán ni cosquillas a las cúpulas partidarias, sino la otra que nos da el derecho del voto por personas. Aunque esta reforma ha quedado a medias. Los votantes independientes, sin los cuales nadie puede ganar elecciones, tienen que mandar señales fuertes a ARENA y exigir que se mantenga consecuente con su apuesta a la renovación, al pluralismo interno y al voto directo por candidatos y sus propuestas. Paolo Lüers