8 noviembre 2011

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08 noviembre 2011

Desencuentro Los últimos días han sido testigos de un episodio más en el desencuentro que ha caracterizado las relaciones entre el gobierno y las gremiales del sector privado desde que esta administración tomó el poder. Como otras veces, el fruto de la discordia no ha sido una acción concreta del gobierno contra el sector privado sino una serie de exabruptos del Presidente Mauricio Funes contra las gremiales y sus líderes. Las circunstancias fueron particularmente penosas ya que el Presidente emitió estos exabruptos inmediatamente después de haber firmado un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos que establece una base para que el sector privado y el gobierno trabajen juntos en la solución de los problemas más apremiantes del país, dentro de un marco en el que participará también el gobierno de Estados Unidos con su buena voluntad y su asesoría técnica. No es una exageración decir que éste convenio ofrece no sólo la mejor sino la única oportunidad que tenemos para enderezar los destinos muy maltrechos de nuestro país durante esta administración. El problema surgió porque las gremiales del sector privado dijeron que todavía no podían emitir opinión sobre el acuerdo porque no lo conocían. Esto provocó una reacción extraordinariamente colérica en el Presidente Funes, en la que trató de deslegitimar a las gremiales haciendo una división entre los que él piensa que son buenos empresarios y los que son malos, nombrando con nombre y apellido a varias personas en cada una de estas categorías, y colocando a los líderes gremiales como los malos. En medio de esta explosión de cólera, el Presidente repitió varias veces que él, no ninguno de los empresarios, es el Presidente de la República, añadiendo que su nombre es Mauricio Funes, que su nombre no es el de varios de los líderes gremiales que él mencionó explícitamente, como si hubiera algo malo o despreciable en los nombres de estas personas. Estas declaraciones insultantes, dichas en un tono que también fue insultante, cayeron como un balde de agua fría en el sector privado y en el país en general. No es edificante ver a un presidente perder el control y menos sobre unas declaraciones que no eran insultantes para él de ninguna forma. Decir que uno no conoce un programa no es un insulto, especialmente porque Casa Presidencial no había dado a ese momento ningún detalle de lo que es el convenio. Los empresarios se sienten injustamente insultados, y con razón. Su puesto no le da derecho al Presidente Funes a faltarle así el respeto a los ciudadanos?ni a los que insultó ni a los demás, que tienen derecho a esperar decoro del Presidente. La educación mínima demandada por su alto cargo no debería permitirle haber hecho lo que ha hecho. Pero todo esto no debe oscurecer el hecho que el Convenio del Asocio Público Privado ofrece las mejores posibilidades que hemos tenido de lograr sacar al país de la depresión en la que estamos. Está respaldado por un trabajo técnico muy serio llevado a cabo por profesionales norteamericanos de calibre, y está basado en un buen diagnóstico de la situación del país. Ciertamente que los exabruptos del Presidente han evidenciado un serio problema de inmadurez. Pero en este momento, la madurez está en dejar pasar estos exabruptos y tratar con toda honestidad de convertir el convenio en un éxito. Por supuesto que el convenio puede ser deformado, pero debemos todos luchar porque funcione. El éxito será hacerlo funcionar. La inmadurez debe ser pagada con madurez. Es lo que El Salvador se merece.

Manuel Hind