La vida austera y honesta del presidente de Uruguay

Lo que Mujica y muchos tienen claro es que a mayor boato y ostentación, más riesgo tienen presidentes y altos funcionarios de perder la brújula ética, de degenerarse y endiosarse

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06 enero 2013

"Algunos presidentes y reyes viven en palacios; otros viven más discretamente pero tienen a su disposición yates, bodegas de vinos, valets", dice el New York Times.

"Está también José Mujica, un ex guerrillero que es hoy presidente del Uruguay", prosigue el periódico. "Mujica vive en una modesta casa en las afueras de Montevideo sin servicio doméstico. Su seguridad son dos policías que se estacionan en una calle de tierra adyacente a su casa. …Mujica, de 77 años, vive en la casa que comparte con su esposa desde hace años, cultivando crisantemos en el lote de terreno, los que vende en el mercado local.

Mujica, destaca el New York Times, como capital personal sólo tiene el viejo Volkswagen que estaciona en el garaje de la casa. Además el presidente nunca se pone corbata y dona el noventa por ciento de su salario a un programa que construye casas para los pobres.

El Times hace el contraste entre el pomposo estilo de vida de Hugo Chávez, al que se le calcula una fortuna persona superior al billón de dólares, y el otro extremo, el de Mujica. Y como Mujica hubo presidentes de Costa Rica que al finalizar su mandato, de la ceremonia se fueron a pie a su casa porque no tenían en ese momento un vehículo propio.

Mujica, prosigue el NYT, asegura haber hecho lo posible para que las presidencias sean menos veneradas. Y citando al filósofo Séneca, a quien Nerón forzó a suicidarse, reitera que no es el hombre sin bienes el pobre, sino el que no se contenta con todo lo que va adquiriendo. Pues la avaricia, anotamos nosotros, como el despojo de lo que pertenece a otros, es un terrible vicio que termina degradando a quienes lo sufren.

El epílogo a los años de guerrillero de Mujica fue el encarcelamiento; pasó catorce años en la prisión, de los cuales diez fueron en solitario, teniendo como única compañía a una rana y varios ratones, con los que conversaba; los buenos oyentes son un apoyo para depurar ideas y pensamientos, como son los contrincantes imaginarios boxeando frente a un espejo.

No sirven al país sino que se sirven del país

Lo que Mujica y muchos tienen claro es que a mayor boato y ostentación, más riesgo tienen presidentes y altos funcionarios de perder la brújula ética, de degenerarse y endiosarse.

Más grave todavía es que el gasto suntuario se hace quitando recursos importantes a lo que es un bien público, los siempre escasos recursos que tiene un país para brindar servicios a la población, para sostener instituciones claves, para contar con reservas a las cuales recurrir al sobrevenir catástrofes, plagas o crisis económicas.

Mujica encaja con la tradición democrática de Uruguay, país que nunca se vio sacudido por la corrupción y donde lo usual es que funcionarios y especialmente mandatarios sirvan al país y no se sirvan del país para amasar fortunas o llevar una vida depravada, donde todos los excesos y truculencias tienen lugar.

Lord Acton advirtió que el poder corrompe, lo que en nuestra América se repite una y otra vez, llegándose al extremo, como en el caso de Zelaya en Honduras, de que las instituciones regionales corren a defender al corrupto y al violador de las leyes de su país.