La pérdida del pudor

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29 mayo 2013

Por Manuel Hinds Observador Político La pérdida del pudor

El gobierno actual se ha caracterizado por su vocación unívoca de gastar desaforadamente para crear una red de clientelismo que fortifique su poder político, para tomar medidas populistas y para aumentar el lujo que ahora está asociado con los puestos de gobierno. El Ministerio de Hacienda, de ser el responsable por el manejo prudente de los fondos públicos para mantener un sano equilibrio macroeconómico se ha convertido en el que consigue y pasa estos fondos al gobierno sin siquiera preguntar nada y sin siquiera preocuparse por la situación del fisco. En esta búsqueda frenética de dinero para pagar redes clientelistas y lujos desmedidos el gobierno ha encontrado tres fuentes. Primero, los impuestos que pagan los contribuyentes. Segundo, como los impuestos no han sido suficientes, el gobierno ha pasado a aumentar drásticamente la deuda pública de dos maneras: abiertamente, ha emitido bonos y LETES que aumentan la deuda, y, de una manera más oculta, se ha retrasado cada vez más en sus pagos a sus proveedores. Como resultado de esto, muchos de estos proveedores han sufrido serios problemas financieros e incluso han quebrado o dejado de operar con el gobierno. Tercero, cuando ya emitir más deuda se ha vuelto más difícil, el gobierno ha optado por disminuir el volumen y la calidad de los servicios públicos, ahorrando fondos que se hubieran usado para proveer esos servicios para gastarlos en el populismo, las redes clientelistas y los lujos. Si falta el dinero para hacer propaganda al gobierno, o para comprar más carros de lujo y sus seguidores, el dinero sale de no comprar medicinas, o de no reparar las aulas desvencijadas, o de no construir carreteras. Cada carro de lujo que usted ve pasar en las caravanas interminables de funcionarios de primero, segundo y tercer, y hasta cuarto nivel, usted está viendo cientos de camas de hospital que no se compraron, o miles de medicinas que no se dieron a los pacientes, o decenas de aulas que no se repararon. El gobierno usó todo lo disponible de impuestos y se endeudó a gran velocidad para financiar sus excesos desde el primer momento. La tercera manera de conseguir fondos se fue manifestando con el tiempo. Al principio las faltas de medicamentos, la abundancia de hoyos en las carreteras y calles, el deterioro de todo lo educativo se dio de una manera gradual. Pero con la demanda cada vez mayor de dinero para las redes de clientelismo y para los lujos, el gobierno fue perdiendo el pudor y comenzó no sólo a prestar desaforadamente sino también a sacar el dinero de los servicios públicos sin importarle que éstos colapsaran. Y hoy ya el gobierno perdió el pudor del todo. Esto ha sido evidente en las crecientes sumas que la Asamblea Legislativa ha estado quitando a los ministerios que rinden servicios públicos para darlos a Casa Presidencial. La semana pasada el gobierno estrenó una cuarta fuente de fondos, una que jamás se había usado en el país: el no pagar las deudas explícitas. Como en el uso de las otras fuentes, el gobierno no ha mostrado la más mínima vergüenza por no pagar sus cuentas a tiempo. Esta pérdida del pudor, siempre problemática, es peor en este momento, cuando todavía falta un año entero para que termine esta administración. Ya sin el poder restrictivo de la vergüenza, lo que se ve venir es un colapso total de los servicios públicos y un aumento incontrolable de la deuda, explícitamente a través de la emisión de nuevas deudas, e implícitamente a través de bienes y servicios para luego no pagarlos. Si la ciudadanía no protesta, y no pone en claro que no es aceptable aumentar la deuda, desmantelar los servicios públicos y no pagar las obligaciones para financiar más redes, más populismo, y más lujos, lo que va a quedar del estado salvadoreño dentro de un año no va a ser nada.