El extraño embudo de las encuestas. La experi

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23 September 2013

El extraño embudo de las encuestas. La experiencia de 2009 Los resultados de las encuestas electorales muestran divergencias tan grandes a estas alturas del proceso que la gente se pregunta en quién puede confiar. Uno podría pensar que la contestación a esta pregunta se puede obtener midiendo qué tan cerca estuvieron cada una de las casas encuestadoras al resultado real de las elecciones de 2009.

Pero no.

En las elecciones pasadas hubo una gran dispersión también, pero hasta que faltaban dos meses para las elecciones.

Cuando llegaron las elecciones, todas (al menos todas las que tengo en mi muestra) pegaron al centavo.

Es decir, la unanimidad en lo acertado de la última encuesta contrastó con la gran dispersión de los meses anteriores.

Esto sugiere que varias, si no todas las encuestadoras que fueron tan exactas en febrero de 2009, se equivocaron en los meses anteriores.

Alguna, o todas, tienen que haber estado equivocadas cuando en el mismo mes una decía que Mauricio Funes le llevaba a Rodrigo Ávila 19 puntos en la intención de votos y otra puntos por ciento, y varias otras daban cifras entre estos extremos.

La tabla adjunta muestra que todas las encuestadoras incluidas en mi muestra estuvieron muy cerca de la realidad en los resultados que publicaron un par de semanas antes de las elecciones.

Mauricio Funes tuvo el 51.3 por ciento de los votos (Rodrigo Ávila tuvo el complemento para 100 por ciento, o sea 48.3 por ciento). Todas las encuestadoras estuvieron muy cerca de esa cifra, tan cerca que estadísticamente no había diferencia entre ellas.

?Tabla1? Bueno, todas parece que tuvieron la misma calidad en su último pronóstico antes de las elecciones.

Pero nosotros queremos saber qué tanta confianza podemos tener en los resultados de meses antes, como en las encuestas que se publicaron en agosto, o las que se publicarán en los últimos tres meses de campaña.

En esto, el 2009 nos produce tanta confusión como el 2013.

Como se ve en la gráfica 1, los resultados de todas las encuestadoras tendieron a ser bastante diferentes en los diez meses anteriores.

Los datos están normalizados a 100 por ciento, lo que quiere decir que se eliminan los indecisos y los que no saben o no responden, de tal manera que quedan sólo los votos válidos proyectados.

Así, por ejemplo, si el 30 por ciento de los encuestados dicen que van a votar por uno de los candidatos y otro 30 por ciento por el otro candidato, con el 40 por ciento de la gente diciendo que no votará o que no sabe si votará, los votos válidos representarían el 60 por ciento de la población, y los dos candidatos empatarían no 30 a 30 sino 50 a 50.

La imagen que se visualiza al incluir los meses anteriores a las elección es como un embudo, que comienza con diferencias muy grandes entre todas las casas encuestadoras y termina con el resultado casi uniforme que vimos en la última encuesta antes de las elecciones.

Muy raro, ¿no?, que todas estén de acuerdo en la última fecha y estén tan distanciadas en las fechas anteriores.

?Grafica1? Los detalles de lo que decían las distintas encuestadoras se ven mejor en la gráfica 2, que muestra la diferencia entre los votos que la gente decía le daría a Funes menos los que decía que le daría a Ávila, de junio de 2008 a febrero de 2009.

No todas las encuestadoras tuvieron encuestas en todos los meses, pero sí en casi todos ellos.

En los meses en los que una encuestadora no publicó encuesta, los datos se extrapolaron.

Así, por ejemplo, si hubo encuesta en octubre y diciembre, y no en noviembre, el dato para este ultimo mes se calculó como el promedio de octubre y diciembre.

?Grafica2? La dispersión es obvia. Mire, por ejemplo, cómo en octubre de 2008 (casi como estamos ahora en relación a las elecciones de 2014) LPG Datos le daba a Funes una ventaja de 4.5 por ciento, Mitofsky 6.2, Moreno Research 9.1, Borge 9.7 y la UTEC 19.2.

Todavía en diciembre las diferencias eran enormes. En ese mes, la UTEC le daba a Funes 23.2 puntos de ventaja, casi el doble de lo que le daba LPG Datos (12.8) y casi 4 veces lo que le daba Mitofsky (5.9).

A fines de enero, cuando faltaba apenas seis semanas para las elecciones y cuando todas las otras (menos la UTEC) estaban ya debajo de 5 puntos de ventaja, LPG Datos todavía le daba 10.3 puntos de ventaja a Funes.

Alguien podría sugerir que las más acertadas fueron las encuestas más cercanas al resultado final pero eso no es necesariamente así.

Las encuestadoras no hacen pronósticos, sino sólo reportan la situación al momento de la encuesta.

No dicen cuál va a ser el score final sino sólo cuál es el score en el momento de la encuesta.

Es por eso que las encuestas pueden ser útiles, ya que indican a los que conducen el juego si van por buen camino o deben cambiar su estrategia.

Las diferencias entre las casas eran tan enormes que podrían hacer la diferencia entre creer que va a ganar un candidato y encontrarse con que gana otro.

Este es el caso, por ejemplo, de la diferencia entre UTEC y Mitofsky en diciembre, que fue de 17 puntos.

Alguno de los dos estaba equivocado, o los dos, y la diferencia entre sus predicciones es como darle 10 ó 27 puntos a un candidato.

Es como si, escuchando un juego, una emisora le dice que van 3 a 2, y otra que van 5 a 7, y otra 1 a 0.

Peor aun, las encuestadoras daban resultados distintos en términos de las tendencias-si un candidato estaba subiendo o bajando y por cuanto.

Por ejemplo, en Noviembre de 2008, la ventaja de Funes estaba cayendo de acuerdo a Mitofsky y Moreno Research, pero subiendo de acuerdo a LPG Datos, Borge y UTEC.

De noviembre a diciembre, en cambio, la ventaja de Funes estaba subiendo de acuerdo a Mitofsky, Moreno Research y LPG Datos pero cayendo de acuerdo a Borge y UTEC.

Es como si en el juego le dijeran que el que está aumentando la ventaja es un equipo y otra emisora que es el otro.

Con esta gran diversidad de datos era muy difícil formarse una idea de qué era lo que estaba pasando. La existencia de estas diferencias es un problema no sólo para los curiosos.

En un ambiente en el que hay tres candidatos, hay mucha gente que decide su voto escogiendo el candidato que va punteando entre los dos que no son el que no quiere que llegue.

Así, la mala información puede afectar el resultado de las elecciones.

Sin embargo, con tanta diferencia en las encuestas, la gente puede llegar a perder la fe en ellas, de modo que se vuelvan totalmente irrelevantes.

Es en el interés de las casas encuestadoras el establecer ciertos estándares de calidad que eviten que todas pierdan la confianza del público, y con ella, su negocio. Manuel Hinds