Estrategia para debilitar al adversario

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14 enero 2014

Estrategia para debilitar al adversario Observador Político L a campaña electoral ha entrado a su fase decisiva. La expresión ?recta final? no aplica en este caso, porque este tramo de la carrera es cualquier cosa menos recto y porque la carrera muy probablemente no termina el 2 de Febrero. La radio y la televisión están saturadas de publicidad política tradicional, engañosa y redundante pero, por lo demás, bastante decente. Los afanosos candidatos siguen pateando calle, estrechando manos que nunca más volverán a estrechar y chineando niños por quienes seguramente hará muy poco desde la presidencia el que resulte ganador. Y como el nuestro es país de contradicciones, hasta participaron en un debate en el que no se permitía debatir. Pero nada de eso ha servido realmente para marcar una clara diferencia. Esta campaña es un caso como para libro de texto sobre el lado más oscuro de la política electoral. Cada vez con mayor intensidad y menos reserva moral, las formas tradicionales de hacer proselitismo han dado paso a una guerra psicológica que se libra desde el poder para quebrar la voluntad del partido que lo desafía y la de los ciudadanos que podrían sentirse inclinados a destronarlo. El propio presidente de la república, que en casi cinco años nunca quiso o nunca pudo asumir un liderazgo sereno, unificador y constructivo, ha mostrado disposiciones extraordinarias para encabezar una muy agresiva campaña de desprestigio contra su único enemigo político y contra cualquier persona que tenga el atrevimiento de criticarlo o pedirle cuentas. La actuación del presidente es lamentable, en primer lugar porque debiera estar dedicado de lleno al trabajo para el cual fue elegido y por el cual se le paga; pero también porque, al verlo y escucharlo, uno piensa en lo que pudo haber sido si toda esa energía y pasión la hubiera empleado el presidente para aglutinar esfuerzos, resolver problemas y dejarnos como herencia un mejor país. Lo que el presidente quiere hacer pasar como combate frontal contra la corrupción es sólo una cortina de humo para que la prensa y la gente se distraigan discutiendo otros temas en vez de las actuaciones y resultados del mal gobierno suyo y del FMLN. Las acusaciones que el presidente ha hecho se refieren, sin excepción, a funcionarios vinculados con ARENA. Nadie de su gobierno o del gobierno del presidente Saca ha sido señalado por el presidente Funes, siquiera para disimular el evidente propósito electoral de desprestigiar a ARENA. Independientemente de las resoluciones judiciales, las cuales vendrán después de las elecciones, el mensaje, repetido hasta la saciedad, es que sólo los funcionarios de ARENA han sido corruptos. Se busca echar leña al fuego de las divisiones partidarias internas y, sobre todo, generar dudas entre quienes podrían estar inclinados, aunque sea renuentemente, a darle un voto de confianza al candidato arenero. Se busca asquear al segmento de población que ciertamente no votará por el FMLN, para que se quede en su casa y tampoco vote por ARENA. Los cálculos son muy sencillos. Una votación baja tiende a favorecer al FMLN porque su voto duro es más ideológico y más disciplinado que el voto duro de ARENA. Al haber menos votantes, se eleva automáticamente el porcentaje de la votación que el FMLN puede alcanzar sólo con el voto de sus partidarios y simpatizantes más fieles. La otra estrategia para desalentar a los desencantados con el actual gobierno ha sido la publicación de resultados de encuestas que le conceden artificiosamente un amplio margen de ventaja al FMLN y lo ubican casi a punto de lograr el triunfo en primera vuelta. Me refiero a la encuesta que hace el propio FMLN y a las que manda hacer la coalición UNIDAD. No pongo en esa categoría las encuestas de las universidades (UTEC y UCA). A pesar de que sus resultados me parecen sorprendentes y abonan a la misma ficción, creo en la honestidad de quienes dirigen esas instituciones académicas. Además, puestos a desconfiar, alguien podría revertir mi argumento y afirmar que Los datos que arrojan las demás encuestas (Mitofsky, New Link y LPG-Datos) intentan reducir artificiosamente la desventaja de ARENA en las preferencias electorales, a fin de crear la ficción de que el triunfo es posible para este partido. ¿Cuáles encuestas están logrando captar mejor las inclinaciones de los votantes? Ya lo he señalado en otras ocasiones. No hay manera de saberlo a ciencia cierta. Cada persona da crédito a lo que le parece más razonable o a lo que coincide más con sus expectativas. Aunque no se puede descartar la posibilidad de una profecía autorrealizada, la única forma de validar o poner en evidencia la falsedad de las encuestas será el conteo de votos el día de la elección. Hasta la fecha, no he visto algo que haga cambiar mi percepción de que tendremos una elección bastante cerrada entre ARENA y el FMLN, a no ser que los esfuerzos para doblegar la voluntad de los que quieren un cambio de rumbo terminen convenciéndolos de que no vale la pena salir a votar. Por Joaquín Samayoa