La magia de ARENA

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11 marzo 2014

La magia de ARENA Observador Político Las cinco semanas entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2014 y los días subsecuentes han dejado claro que esa magia que tenía ARENA, y que parecía haber perdido en los últimos años, no sólo se ha recuperado plenamente sino que está en ascendencia. Esa magia es la que le dio fama continental como un partido fuerte y definido. Esa magia es la que la llevó en estas cinco semanas a volver a escribir historia, remontando una desventaja que representaba el 26 por ciento de los votos que había sacado en primera vuelta con un aumento en la segunda que representó el 42 por ciento de ellos. Se han propuesto muchas explicaciones para esa hazaña, casi todas basadas en algo que pasó en esas semanas. Una es que los eventos de Venezuela asustaron a la población mostrándole lo que los jerarcas y candidatos del FMLN quieren emular en este país. Otra es que la virulencia de los ataques del Presidente contra ARENA y el desprecio que él y su gobierno demostraron por la constitución y otras instituciones del estado en su campaña a favor de su partido se le revirtieron al FMLN. Otra es que la calidad de la publicidad de ARENA mejoró marginalmente en las últimas dos semanas. No hay duda de que estos hechos tuvieron mucho que ver, pero como eventos contribuyentes. El renacer de ARENA no fue causado por acciones masivas, impersonales sino por el trabajo de uno a uno (en el lenguaje salvadoreño, el trabajo de hormiga) al que se volcó la sociedad civil de El Salvador en estas cinco semanas -las visitas a las comunidades, las conversaciones con el pueblo, el entusiasmo por sacar los DUI, la superación de todos los obstáculos que el gobierno y el Tribunal Supremo Electoral pusieron al ejercicio del voto por los salvadoreños. Eso no lo hizo ARENA, sino ese grupo difuso, la sociedad civil salvadoreña que ha apoyado tantas veces a ARENA, que se despertó en todo el país y desplegó la gran ventaja comparativa que ella tiene sobre el FMLN, la que la hizo tan fuerte en el pasado y la que la hará otra vez fortísima en el presente. Esa ventaja comparativa está en su gran capacidad de generar ideas, de organizarse espontáneamente, de no esperar órdenes para actuar, de rechazar órdenes absurdas o mal encaminadas, de manifestar independencia de espíritu. Contrario a los clichés de propaganda del FMLN, esa sociedad civil que apoya de ARENA también tiene relaciones de confianza, uno a uno, con todas las clases sociales. Esto pone de manifiesto la diferencia estructural que existe entre ARENA y el FMLN. El FMLN es un partido autoritario cuya fuerza está basada en su voto duro, que siempre vota ciegamente por el FMLN aunque no le guste lo que éste proponga. Sus posibilidades de triunfo, pues, están fomentar y organizar el fanatismo de ese voto duro, que es todo lo que ellos tienen. Esa obediencia ciega del FMLN, que muchos creen que es su fortaleza, es en realidad su debilidad más grande porque lo limita a los fanáticos, que son una minoría, entre la cuarta y la tercera parte de los votantes. ARENA, por otro lado, tiene un voto duro también, pero mucho más pequeño. El poder de ARENA depende no de ese voto duro, interno, sino del voto de esa sociedad civil moderada que, sin ser de ARENA, o siéndolo sin fanatismo, se ha volcado tantas veces para apoyarla. Esa sociedad civil es mucho, muchísimo más grande que el voto duro de ARENA y que el voto duro del FMLN. Esta sociedad civil no puede ser fanática porque es pensante. No puede ser servilmente obediente porque tiene iniciativa. No puede someterse a la esclavitud de pensamiento que prevalece en el FMLN porque tiene independencia de espíritu. Es por ella que ARENA puede rápidamente multiplicar su apoyo, apoyándose en ese grupo mucho más grande que ella misma. Es por eso que puede aumentar su voto en 42 por ciento en cinco semanas. Esa es una cantidad grande para el partido y para el FMLN, pero pequeña para la sociedad civil. Así como el voto duro del FMLN es una debilidad que parece una fortaleza, el que sea la sociedad civil la que le da la fuerza a ARENA no es una debilidad sino una fortaleza. La fortaleza está precisamente en que este votante se separa de ARENA cuando no le parece lo que ésta está haciendo. Al hacerlo, le quita la magia a ARENA. El partido pierde la vida. Se muere el entusiasmo. La multiplicación ya no se da. Esta no es una debilidad. Es una fortaleza en un pueblo inteligente, porque protege a partido contra su propia decadencia. O es auténtico, o pierde fuerza. Diferente al FMLN, no puede usarse para imponer una tiranía. Esta realidad salvadoreña muestra la sabiduría que está imbuida en los mitos ancestrales de todas las culturas: que los dones mágicos no pueden ser comprados ni utilizados para perseguir intereses personales, individuales o de grupos. ARENA, con todos sus defectos de esos días, tuvo en sus orígenes y por más de una década la magia de poder movilizar a la población entera para resistir el embate del comunismo, hacer la paz y restablecer el orden social del país. Esta magia se perdió gradualmente. Sería muy fácil echarles la culpa a las cúpulas de todo lo que ha pasado en los últimos cinco a diez años. Pero es necesario recordar que el partido cayó en esto por la complacencia de la sociedad civil misma que, pensando que había ya derrotado al comunismo, se dedicó a sus propias cosas, abandonando la actividad cívica que es la fuerza del país. Ahora, el asomo al abismo que tuvimos en la primera vuelta, el recordatorio de lo que son las tiranías que nos dieron los eventos de Venezuela y los atropellos de la constitución que cometió el gobierno del FMLN, despertaron a la sociedad civil otra vez. El espíritu de la gente que había ido a votar en los ochentas contra las amenazas de los guerrilleros, que habían jurado disparar contra las filas de votantes, se volvió a manifestar en ellos y en sus hijos. Salieron y siguen saliendo a defender al país. Este espíritu no se puede perder. ARENA tiene que recordar que no es el FMLN, que el secreto de su magia es apelar a esa sociedad civil amplia, imaginativa, llena de recursos y valores personales, que es la que le ha dado todos sus triunfos. Para ganar las elecciones de 2015, y las presidenciales de 2019, y ganar el reto del desarrollo de El Salvador en una sociedad sana, pacífica y rica, ARENA tiene que abrirse, y la sociedad civil debe participar para seguir manifestando esa magia tan peculiar.

Por Manuel Hinds