Maduro y Giordani

descripción de la imagen

Por

29 junio 2014

Maduro y Giordani Manuel Hinds El 18 de junio el presidente Nicolás Maduro destituyó a Jorge Giordani de su cargo de Ministro del Poder Popular de la Planificación que, bajo varios nombres, Giordani había desempeñado desde que Hugo Chávez tomó el poder en 1999.

Inmediatamente, Giordani publicó una carta en la que se pinta como mártir de una supuesta traición de Maduro a los ideales de Hugo Chávez.

Poco después, otros bolivarianos de los viejos tiempos, tales como el así llamado padre intelectual del Socialismo del Siglo XXI, Heinz Dieterich, apoyaron a Giordani, acusando a Maduro de estar entregando el país a los capitalistas.

Además de acusar a Maduro de traición, Giordani lo acusa de mantener en el gobierno a funcionarios corruptos que se aprovechan del extrañísimo y complicadísimo mecanismo de tasas de cambio con el que el gobierno vende divisas a distintos precios a distintas personas y empresas.

Puede ser que Giordani tenga razón en que hay funcionarios que compran dólares baratos del gobierno y los venden caros en el mercado negro, ganando enormes cantidades de dinero en el proceso.

Sería raro que no los hubiera.

El sistema mismo los incentiva.

Pero Giordani no puede negar que al diseñar este absurdo mecanismo Giordani creó los incentivos para dicha corrupción.

Peor, él no puede alegar que la existencia del socialismo depende de que él sea el Ministro de Planificación y menos aun de que se mantenga el ridículo sistema de cambios que él diseñó. Pero, peor aún, Giordani no puede negar la evidencia del costo terrible que sus ideas y su manejo de la economía ha causado a Venezuela a través de todo el tiempo en el que fue el Ministro de Planificación.

Es difícil imaginar un daño peor.

Habiendo gozado de un boom enorme en los precios del petróleo, que multiplicó sus precios de 12 dólares en 1999 a más de 100 actualmente, el ingreso por habitante de Venezuela subió sólo el 1.7 por ciento anual en términos reales bajo el influjo de las políticas económicas de Giordani (y de otras locuras de Chávez, como financiar la izquierda chavista en la América Latina entera).

Como se ve en la gráfica 1, Venezuela creció apenas igual que El Salvador, que no tiene petróleo ni otros productos primarios.

Los que sí los tienen, como Perú o Chile, crecieron mucho más rápido.

La diferencia es enorme.

Perú, por ejemplo, es una economía 80 por ciento más grande de lo que era cuando Chávez entró; Venezuela sólo es 24 por ciento mayor a pesar de haber gozado del boom de precios de petróleo más grande de su historia.

Dejó pobres a millones que perdieron la oportunidad de su vida de salir de la miseria.

FUENTE DE DATOS: World Databank, Banco Mundial.

Pero lo peor no es el haber desperdiciado los recursos sino el haber llevado a Venezuela al estado de postración económica en el que se encuentra ahora.

La incompetencia del manejo económico de Giordani puede medirse en la gráfica 2, en la que se muestra cómo, a pesar de los altos precios del petróleo, Venezuela ha perdido todas las reservas de dólares que ganó al principio del boom.

Eso es como ganarse la lotería más grande del mundo en 1999, cuando Chávez entró, y haber regresado a la indigencia apenas quince años después.

FUENTE DE DATOS: International Financial Statistics del Fondo Monetario Internacional.

Los resultados de Giordani son peores aún.

Durante su servicio, la moneda venezolana se devaluó oficialmente en un 90 por ciento-de 57 centavos por dólar a 6.28 Bolívares Fuertes por dólar (en 1999 no había Bolívares Fuertes pero la tasa aquí citada es el equivalente si hubieran existido).

Pero esta tasa de cambio se da sólo a los que tienen contactos en el gobierno, según implican Giordani y sus defensores.

En el mercado negro, el dólar se vende a 70 Bolívares Fuertes.

La población también ha sufrido de la inflación, que habiendo sido alta durante todo la época de Chávez, ahora se ha disparado al 60 por ciento, como muestra la gráfica 3.

FUENTE DE DATOS: International Financial Statistics del Fondo Monetario Internacional.

Pero estos eventos no terminan de describir lo peor de la situación que vive el pueblo venezolano, que sufre de terribles escaseces y desempleo en un país que ni siquiera conseguir los dólares necesarios para que funcione su industria y su transporte aéreo.

¿Cómo pueden decir que echar al que ha llevado a Venezuela a este desastre es una traición a una revolución?

Esas son las cosas que dan mal nombre al socialismo subdesarrollado.

La tormenta que estos eventos han causado en Venezuela es una manifestación más de uno de los errores más trágicos de las izquierdas subdesarrolladas: el creer que el izquierdismo se logra con políticas económicas desquiciadas que destrozan la capacidad productiva de los países, mezcladas con la repartición indiscriminada y populista de cualesquiera recursos puedan ellas controlar.

El resultado de estas políticas es muy conocido.

Todos los países que han aplicado estos conceptos viven en la miseria, o la vivieron mientras las pusieron en práctica.

Sin capacidad productiva, el gobierno cae en la insolvencia y hunde al país en la pobreza, contradiciendo así su supuesto objetivo de reducir o eliminar la miseria.

Estos países incluyen China antes de su liberalización económica, Nicaragua en su primer encarnación sandinista, Cuba por casi sesenta años, Corea del Norte, y Venezuela misma.

Los izquierdistas desarrollados, en cambio, como en Suecia, Noruega, Islandia, Gran Bretaña, España, Alemania, y tantos otros países industrializados, han comprendido desde hace muchos años que una economía sana es esencial para eliminar la pobreza y lograr el desarrollo social de la población entera.

Por eso, han adoptado desde hace décadas políticas económicas que dan un marco institucional sólido a la libertad económica.

La misma China entendió esto en los setentas, liberalizó su economía y se convirtió en otro de los así llamados milagros económicos.

La tragedia de la izquierda subdesarrollada es que cree que cuando alguien les hace ver estas realidades creen que es porque esa persona los quiere llevar a traicionar al socialismo. Si tienen esas dudas, deberían de ir a Suecia, o Dinamarca, o Alemania, y ver allí como funcionan sus economías.

Pero deben hacerlo con la mente abierta, no protocolariamente, sino con toda atención.

Si no lo hacen, van a perseverar en las ideas estrafalarias, y llevarán a sus países al desastre.

Como Jorge Giordani y Heinz Dieterich, que creen que cualquier cosa que se les ocurre define al socialismo.