Observador Político ANEP propuso en el ENADE la creación de enclaves en el territorio nacional similares a los que se han propuesto, aunque todavía no puestos en práctica, en Honduras y en Georgia (el país europeo, no el estado de Estados Unidos).
La idea es que en estos enclaves puedan aplicarse leyes y crearse instituciones diferentes a las existentes en el resto del país.
La idea surge de una hipótesis que se ha vuelto dominante en la economía del desarrollo: que las instituciones son las que determinan el desarrollo económico.
Si esto es así, dice la teoría, el desarrollo puede lograrse creando estas áreas en las que las instituciones serán conducentes al progreso y en las que las leyes serán respetadas y habrá seguridad jurídica. Es decir, la idea es establecer Suizas o Suecias o Inglaterras en pedazos de El Salvador, esperando que en esos pedazos los salvadoreños se comportarán como suizos, suecos e ingleses y no habrá maras ni corrupción porque allí tendrán seguridad jurídica, tranquilidad y bajos impuestos (aunque en todos esos países los impuestos son bien altos).
Siguiendo el razonamiento, uno podría pensar que la mejor manera de hacer esto sería ofrecer estos pedazos del territorio nacional a países interesados en manejarlos como colonias.
Pero como en este siglo ya no hay países interesados en tener colonias en El Salvador, el ofrecimiento se haría a empresas, o grupos de empresas, que crearían los enclaves o comprarían terrenos para establecerse en ellos.
No serían colonias de otros países sino estados-empresa a los que el estado salvadoreño les cedería la soberanía.
Las personas que promueve la idea niegan que haya una cesión de soberanía, pero es innegable que la habría si allí se aplicarían leyes diferentes a las de estado salvadoreño, y si, además, tendrían que aplicarse aun en contra de los futuros deseos de la Asamblea Legislativa. Si de lo que tratarían de escaparse los que habiten estos enclaves sería la arbitrariedad de las instituciones salvadoreñas, es obvio que no podría permitirse que estas instituciones tengan el menor efecto en los enclaves.
Dado que sería posible que El Salvador se arrepintiera de haber cedido estos territorios, cada enclave tendría que adquirir inmediatamente un ejército para poder defenderse de cualquier agresión que los salvadoreños fuera del enclave pudieran tramar. Es decir, para que la idea funcione, tiene que ser sostenible, por lo que tiene que ser o una colonia de un país más fuerte que El Salvador o un país independiente con ejército para defenderse si El Salvador se arrepiente y quiere recuperar el territorio cedido.
Por otro lado, ¿qué pasa con los habitantes de esos enclaves?
¿Se suspende en esos lugares el sistema democrático, para evitar que ellos puedan elegir alcaldes o representantes en la Asamblea que puedan estar en contra de los enclaves, o se deja abierta la posibilidad de que los que viven en el enclave decidan algo que no les guste a sus dueños?
Obviamente, en un ambiente democrático no puede darse autonomía a los dueños de estos lugares sin dársela también a los que vivan en ellos.
En la medida en la que serían salvadoreños, estarían sujetos a todas las circunstancias políticas del país.
Habría gente de ARENA, del FMLN y de los otros partidos políticos, y los obreros querrían armar sindicatos y apelar a las autoridades salvadoreñas si tuvieran quejas contra las empresas.
¿Por qué pensar que allí todos estarían de acuerdo y no molestarían políticamente a los dueños del enclave?
¿O es que la idea es que no tendrían derechos políticos?
Cualquiera puede decir que estos son razonamientos extremos, que plantean situaciones que no pasarán.
Pero lo que es irrealista es pensar que puede garantizarse el imperio de la ley si no se cuenta con un ejército que lo defienda contra la agresión de un estado vecino que le quiere quitar la soberanía porque se arrepintió de habérsela dado.
O se es del todo independiente, como país soberano, o no se puede garantizar nada diferente de lo que uno puede creer en lo que las instituciones salvadoreñas pueden prometer.
Igualmente claro es que hay dos opciones para la gente que vive en los enclaves: o viven en una democracia, con lo que pueden disgustar a los dueños del enclave y deshacerlos, o viven sin derechos políticos, lo cual va en contra de todo lo que es El Salvador.
El realismo de lo que estoy diciendo puede comprobarse examinando los dos ejemplos que los proponentes de esta idea ofrecieron para explicar como funcionarían los enclaves: Singapur y Hong Kong.
Lo esencial de Singapur es que es un país soberano con sus propias instituciones, que manejan ellos mismos.
Para defender su autonomía, y por tanto lo que ofrecen a los inversionistas y sus habitantes, tiene su propias fuerzas armadas.
Es decir, Singapur no es un enclave, ni tiene enclaves adentro de su territorio.
No tiene nada en común con lo que se está proponiendo aquí.
Por otro lado, Hong Kong ejemplifica claramente los problemas que estoy planteando.
Se creó como una colonia británica, en su última etapa como un territorio alquilado en 1898 por 99 años. Antes de 1997, sus instituciones, británicas en su mayoría, eran protegidas por la Marina Real contra la continua tentación china de invadir la colonia.
En 1997, cuando terminó el período de alquiler, el Reino Unido devolvió Hong Kong a China bajo un marco conceptual que China definió como ?un país, dos sistemas?, en el que China se comprometió a respetar los principios económicos y políticos que subyacen la administración de Hong Kong-especialmente la introducción del sufragio universal en 2017.
Pero, para enfatizar que la soberanía sobre el territorio es china, cuando los militares británicos se fueron, el ejército chino ocupó sus cuarteles. Hasta aquí muy bien.
Pero el conflicto de soberanías no tardó en presentarse.
En este caso, el problema no se ha presentado entre el gobierno chino y las empresas que operan en Hong Kong sino entre el pueblo de Hong Kong, por un lado, y el gobierno chino apoyado por dichas empresas por el otro.
El problema se presentó porque se acerca la fecha de introducir el sufragio universal.
China ha estado arrastrando los pies y está dando señales de que no piensa cumplir con el compromiso.
El 10 de junio China advirtió a Hong Kong que hay límites a la democracia que va a permitir en Hong Kong.
Esto generó manifestaciones en contra del gobierno chino.
Significativamente, las empresas que operan en Hong Kong se pusieron del lado del gobierno comunista.
Cuatro grandes empresas internacionales de contabilidad (EY, KPMG, Deloitte y PwC) publicaron a nombre propio y de sus clientes una declaración contra el movimiento democrático e incluso contra el uso de las calles para protestar, aduciendo que el desorden haría que las empresas se fueran de Hong Kong.
Por supuesto, las empresas no se van a ir de Hong Kong.
¿A dónde ser irían?
¿A Londres, en donde se inventaron la democracia y las manifestaciones?
Pero más importante, lo que está pasando en Hong Kong ilustra claramente la gran disyuntiva que hay en estos enclaves con respecto a la democracia en ellos.
¿Cómo puede haber estabilidad del imperio de la ley si no hay democracia?
Lo que evita los abusos de los que manejan una entidad política es precisamente el derecho de protestar.
Y, si hay democracia, ¿no se corre el riesgo de que el pueblo haga cosas que no les gusten a las empresas?
¿O de que deshagan el enclave si quieren?
Es bien claro que Hong Kong no puede ofrecer a sus ciudadanos mas de lo que China puede ofrecer.
Si China cambia de opinión, los que viven en Hong Kong y los que inviertan allí tiene que aceptarlo.
Si han invertido allí porque no quieren invertir en China, se han engañado a ellos mismos.
Ni aun el icónico Hong Kong puede ofrecer la seguridad que se supone que los enclaves ofrecen.
La solución del problema de la inestabilidad institucional está en la educación del pueblo, no en utopías que pueden terminar siendo enclaves del siglo XIX en los que no se respeta la democracia.
Es en esto en lo que tenemos que concentrar nuestros esfuerzos.
Muchos dirán que eso tarda mucho.
Ese es precisamente la razón por la que estamos como estamos: eludimos los problemas de fondo, que son siempre de largo plazo, y nos engañamos con salidas superficiales que en vez de resolver los problemas los complican más.
Luchemos porque las instituciones salvadoreñas se respeten.
No pensemos que vamos a crear pequeñas suizas en los alrededores de Nejapa mientras el país entero se va al traste.
Hong Kong y el ENADE A Por Manuel Hinds