Por Manuel Hinds
La otra amenaza: el sector financiero de China
Mientras los ojos del mundo se encuentran enfocados en Grecia, del otro lado del mundo se está desarrollando otro drama que puede tener consecuencias mucho más graves y dramáticas sobre el mundo entero: la desaceleración de China, acompañada por una caída espectacular en los precios de las acciones en los mercados de valores.
FUENTE: Financial Times, datos accedidos el 5 de julio de 2015, http://markets.ft.com/research//Tearsheets/PriceHistoryPopup?symbol=SHI:SHH
La gráfica adjunta muestra cómo los precios de las acciones en la bolsa de Shanghái, la bolsa insignia de China, que habían estado subiendo rápidamente desde fines de 2014, de pronto entraron en barrena, de modo que el 6 de julio eran solo el 79 por ciento de lo que habían sido el 15 de junio.
El periódico británico Financial Times estima que esta caída, multiplicada por el número de las acciones inscritas en la bolsa, ha producido una pérdida de tres mil millones de millones de dólares a los dueños de estas acciones.
A este tipo de pérdidas se les suele llamar pérdidas de papel porque si los dueños no venden las acciones no realizan su pérdida.
Así, por ejemplo, si usted tenía una acción que valía 3,000 en diciembre de 2014, la hubiera visto subir a 5,143 el 15 de junio de 2015, teniendo una ganancia de papel de 2,143.
Pero el precio de esa misma acción, que usted no hubiera vendido, habría caído a 3,975 el 6 de julio, con lo que usted habría perdido 1,029 en el papel con respecto al 15 de junio, pero quedando con una ganancia de papel de 943 con respecto al 17 de diciembre.
Si usted no hubiera vendido la acción, todo esto, la ganancia hasta junio y la pérdida hasta ahora sólo estaría en papeles.
Si usted no vende a lo mejor la acción vuelve a subir a 5,143 y entonces usted no habrá perdido nada con respecto al 15 de junio.
Todo en papeles.
Era rico, después mas rico y todavía después menos rico, y así, dependiendo de cómo suben y bajan las acciones.
Pero la pérdida se habría convertido en realidad si usted hubiera financiado la compra de su acción.
Estaría bien si, como hemos asumido, usted tenía la acción desde el 17 de diciembre porque el precio actual está todavía más alto que el 17 de diciembre.
Pero, ¿qué tal si usted hubiera comprado la acción entre mediados de abril y el 15 de junio?
El precio de la acción, al caer desde esta última fecha ahora valdría menos que lo que usted pagó por ella, y al venderla podría no alcanzarle el dinero para pagar el préstamo con el que la financió.
Es decir, usted y su banco estarían en un grave problema.
Cuando el precio de las acciones baja, el banco, al ver que la garantía del préstamo cae en valor, exige a los deudores que pongan inmediatamente un porcentaje del valor de la caída.
Por ejemplo, si el banco le ha financiado 3,000 dólares de una acción de 5,000 (o sea el 60 por ciento) y el precio de la acción baja a 4,000, el banco le podrá seguir financiando el 60 por ciento de ese precio, o sea 2,400 dólares.
Esto quiere decir que hoy mismo usted tiene que pagarle al banco 600 dólares, para que el banco le esté financiando sólo 2,400.
Si la acción sigue bajando, usted tiene siempre que poner el 60 por ciento de la caída.
Si no, el banco ejecuta la garantía?es decir, se queda con la acción y la vende en el mercado para recuperar lo que se puede.
Si algo sobra, se lo devuelve.
Si no, le cobra judicialmente el resto.
Esto, que se llama comprar acciones al margen, es, pues, una operación peligrosa.
Y esto es lo que los bancos chinos han estado financiando desde finales del año pasado como parte de un esfuerzo del banco central de China de aumentar el precio de las acciones para así dar una imagen de prosperidad que incentivara la inversión e hiciera que el país recuperara las tasas altas de crecimiento del pasado.
Como siempre pasa en economía cuando las cosas son artificiales, las acciones subieron solo porque había mucha plata para comprarlas, canalizada por los bancos.
Pero como no había una razón real para que los precios subieran (como hubiera sido si las utilidades de las acciones hubieran aumentado), después de un corto tiempo la demanda por acciones se secó, la burbuja reventó y los precios se vinieron para abajo.
Ahora piense usted en el impacto que esta caída puede tener en la solvencia de los bancos chinos, si la pérdida es de 3 millones de millones de dólares, lo cual es cerca del 33 por ciento del PIB chino (9.24 millones de millones de dólares).
Es también igual a 80 por ciento de las reservas internacionales de China.
Supongamos que los inversionistas absorben la tercera parte de esta pérdida, de modo que los bancos pierden sólo 2 millones de millones de dólares.
Esto, sumado a las pérdidas que tienen escondidas por haber financiado muchas ciudades enteras que no se han vendido, puede causar una seria crisis financiera en China, con pérdidas que fácilmente pueden acercarse al 40 por ciento del PIB (las pérdidas de los inversionistas reducen la cantidad de dinero que está disponible para recapitalizar los bancos), superando el valor de sus reservas internacionales.
Y los precios siguen bajando, de modo que las pérdidas pueden ser mayores.
Un bajón de este tipo en China o las razones que lo están causando podrían afectar al mundo entero, sumiéndolo en otra crisis que sería al menos como la de 2008.
Ojalá que esto no pase.