La infelicidad de América Latina

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15 December 2015

La infelicidad de América Latina Observador Político eón Tolstoy comenzó su obra maestra Ana Karenina con el siguiente párrafo: ¿Las familias felices son todas iguales; cada familia infeliz es infeliz a su propia manera¿. Yo nunca he estado convencido de la realidad de esta observación, al menos en lo que se refiere a países. Ciertamente que superficialmente hay varias maneras en las que los países pueden ser infelices, pero hay en todos ellos, y especialmente en América Latina, hay un elemento en común: el deseo de lograr el desarrollo sin pagar los costos que éste tiene. Ese deseo de engañar a las leyes de la vida, de lograr los ingresos de pueblos altamente educados sin tener que educarse, de vivir de empresas con el alto valor agregado que solo la ciencia puede lograr sin tener científicos, es lo que vuelve vulnerables a los latinoamericanos a poner su fe en melodramáticos caudillos, en baratos demagogos que ofrecen lograr, con un gesto mágico, todas estas cosas sin esfuerzo, y que luego usan los recursos del gobierno para darse vidas de reyes. Esta estafa, repetida hasta la saciedad desde nuestra independencia, es y ha sido la fuente más grande de infelicidad de América Latina desde nuestra independencia. Una y otra vez, las sociedades latinoamericanas han caído en las garras de caudillos que los han exprimido de esta forma, incluyendo desde el infame Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay y Juan Manuel de Rosas en Argentina hace dos siglos, hasta Juan Vicente Gómez en Venezuela, Juan Domingo Perón en Argentina, los caudillos corruptos de la Revolución mexicana, Anastasio Somoza en Nicaragua, Rafael Trujillo en República Dominicana, los hermanos Castro en Cuba, y los jerarcas del Socialismo del Siglo XXI, todos, todos, han subido al poder ofreciendo milagros y han dejado a sus países en la miseria total. La magnitud de la tragedia de América Latina se aprecia en la gráfica adjunta, en la que se compara el crecimiento del ingreso por habitante de El Salvador y América Latina, con el de tres países que tenían casi el mismo ingreso por habitante en los años cincuenta: Corea, Singapur y Hong Kong (Corea en realidad tenía menos que El Salvador en 1950). En la América Latina nos dedicamos a hacer revoluciones, a apoyar caudillos, a decir que sólo el socialismo podía desarrollar los países y a vivir de ese tipo de retórica. En El Salvador nos metimos en una guerra de diez años y ochenta mil muertos, siguiendo a caudillos que ofrecían el Paraíso Comunista que nunca ha existido y que en realidad ofrecían un gobierno como el que ahora tenemos, solo que peor. Cuba ha sufrido la dictadura más despiadada de la región en el nombre de crear dicho paraíso. En vez de alcanzarlo, su ingreso por habitante se ha arrastrado pegado al fondo de la gráfica, y eso que ha gozado de enormes subsidios de la difunta Unión Soviética y del ya casi difunto Socialismo del Siglo XXI. Como todos los caudillos demagogos, los hermanos Castro están dejando una herencia de miseria después de haber reinado más absolutistamente que Luis XIV por casi sesenta años, en un régimen hereditario igual a los de la época del obscurantismo.

href=¿https://www.flickr.com/photos/125916267@N08/23483924500/in/dateposted-public/¿ title=¿Gráfico¿>¿Gráfico¿ En cambio, los países asiáticos, en donde la distribución del ingreso era mucho peor que en Latinoamérica, y donde los niveles de pobreza eran abismales, se dedicaron a educarse y a integrarse al mundo capitalista. Los sesenta años cubiertos en la gráfica dicen la historia de los resultados. Mientras Latinoamérica filosofaba sobre la historia, y se peleaba fratricidamente por las migajas de esos ingresos que se ven bien abajo en la gráfica, estos tres países asiáticos se desarrollaron y eliminaron la pobreza. Cuba, que tenía el mismo ingreso por habitante que Hong Kong, tiene ahora apenas el 12 por ciento de éste. Esto significa que para el 15 de febrero Hong Kong ya ha producido lo que Cuba va a producir en todo el año. Si la América Latina si en vez de dedicarse a inyectar el odio, a fomentar la lucha de clases, a hacer revoluciones apoyando caudillos arcaicos e ideologías destructivas, se hubiera dedicado a fomentar la armonía social y a educar a su población, como lo hicieron Corea, Singapur y Hong Kong, ya no habría pobres en la región, y ya no habría caudillos arcaicos tampoco. Esta gráfica la deberían de ver todos los salvadoreños para

que entiendan donde está el progreso.

Por Manuel Hinds L