Una cosa es la ocurrencia, otra la triste realidad

Lo que corresponde es que los tanques de pensamiento, las organizaciones civiles con los pies en la Tierra, los economistas de verdad analicen el mensaje y cuantifiquen la gran diferencia entre lo que se dijo y lo que es la realidad económica de El Salvador.

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Por Elizabeth Castro

26 December 2017

No está claro de quién fue la idea en el gobierno de armar una cadena nacional de televisión la semana anterior, en horas cuando mucha gente disfruta sus programas y sin que mediara un grave motivo, para decir que todo marcha de maravilla, que el país está creciendo en lo económico y “etcétera, etcétera, etcétera”.

Nadie duda de que los funcionarios y los cuarenta y tantos mil sostenidos por los impuestos de la gente la están pasando bomba, sobre todo si el único menester es mantener la disciplina partidaria y estar listos a salir a hostilizar a los magistrados de la Sala de lo Constitucional.

Pero lo que el oficialismo mira no es lo que la gente, la población, sufre, que con dificultades logra conseguir empleo y además quedarse en él, ya que cierres de empresas y reducciones de personal están a la orden del día.

Tampoco pueden pintarse panoramas rosa cuando los servicios públicos empeoran día a día, más si le recortan presupuestos a tales servicios y a la educación, solo para mantener activistas.

Lo que corresponde es que los tanques de pensamiento, las organizaciones civiles con los pies en la Tierra, los economistas de verdad analicen el mensaje y cuantifiquen la gran diferencia entre lo que se dijo y lo que es la realidad económica de El Salvador.

La primera señal es lo establecido por las calificadoras de riesgo, que muy mal valoran los papeles del Gobierno de El Salvador, un mensaje al mundo equivalente a “no los toquen ni aunque se los regalen”.

La segunda señal la dan las mediciones internacionales, que establecen el bajísimo crecimiento de la economía salvadoreña, el peor en la región. Si todo va de maravilla, como dicen los funcionarios efemelenistas, estaríamos creciendo, no encogiéndonos.

Otra huacalada de agua fría a las pretensiones del partido oficial es que El Salvador es el país que menos crece en la región, además de ser el que menos inversión foránea recibe.

Hay inversión, pero es la inversión de los productores en sus actividades para salvarlas, ya que saben que una vez que un negocio se pierde es muy improbable revivirlo, pues inclusive las exigencias, requerimientos, etc. son casi complicados. De hecho, el Ejecutivo se negó a avalar una ley para simplificar trámites.

Matan a policías y a soldados y quedan familias desamparadas

A todo eso debe sumarse el hecho que más aflige a los ciudadanos: la incontrolable violencia, que hace que muchos al salir de sus casas se persignen pues no saben si van a volver, como los dos camioneros que recogían arena y piedra en Soyapango y que fueron asesinados y dejaron dos niños en la orfandad, o el policía que desapareció en San Marcos y fue encontrado muerto en la colonia Miralvalle, elevando a 46 el número de policías asesinados en el año.

El gobierno no ha podido cumplir con su esencial obligación cual es asegurar seguridad a la población.

Por eso es casi un sarcasmo decir que todo marcha de maravilla con lo que está sucediendo en un país donde matan a personas por robarles un celular y asesinan a policías y militares dejando en el desamparo a sus familias, pues a los funcionarios “se les olvida” pagar las primas de los seguros, aunque no se les olvida cubrir salarios propios y de activistas.

¡Que Dios se apiade de esta tierra!