Los protocolos de los Sabios de Sión

En las primeras décadas del siglo XX, el documento llegó a Alemania, en donde fue adoptado por los Nazis para encender el odio de los arios contra los judíos.

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27 April 2017

Ha estado circulando en el país uno de las falsificaciones más grotescas de la historia, los así llamados Protocolos de los Sabios de Sión, inventados en los 1890s por la Okhrana, la policía secreta rusa de los tiempos de los zares. Con esto, la Okhrana esperaba generar un sentimiento antisemita que legitimara las políticas que contra los judíos estaba llevando a cabo el gobierno zarista. El documento describe una supuesta conspiración de los judíos para tomar el poder en el mundo a través de dos instrumentos contradictorios, su poder financiero y una doctrina que la Okhrana quería culpar a los judíos por su invención, el comunismo. El documento tiene la forma del acta de una supuesta reunión de los jefes de la conspiración, los ancianos judíos que controlaban el mundo como si fueran titiriteros, haciendo que unos países se enriquecieran y otros se empobrecieran, que hubiera guerras y que se hicieran paces, que se inventaran cosas y que otras se volvieran obsoletas, que unos países se hicieran capitalistas y otros comunistas. En la siniestra fantasía del libro no se movía ni una hoja en el mundo si estos viejos judíos no lo decidían.

La idea que la policía secreta quería infundir en la población era que el progreso — que, por incluir la democracia y el capitalismo moderno, amenazaba a los zares y sus aliados — era una conspiración judía para destruir y explotar a la población rusa. Esto mataba dos pájaros de un tiro. Por un lado, desprestigiaba la democracia y el capitalismo como resultados de una conspiración criminal. Por el otro, desprestigiaba a los judíos, que el zar creía que estaban detrás de todos los grupos que querían modernizar a Rusia.

Que alguien pudiera creer lo que dice un documento tan grotescamente falso es difícil de entender. La supuesta acta está escrita como si el que lo escribió se sale del camino para auto-acusarse. Es lo que uno pudiera encontrarse en una historieta de Batman, no en un libro que pretendía presentarse como serio. El libro es casi infantil en las conspiraciones que plagan el documento. Dadas las cosas que el documento decía que los sabios de Sión eran capaces de hacer, cualquiera creería que tenían poderes sobrenaturales. Todo lo sabían, todo lo controlaban, todo era causado por ellos. El documento inyectó odio entre los ignorantes, que creyeron en estas fantasías.

El simplismo y el sensacionalismo del documento lo volvieron muy popular no solo entre los ignorantes sino también entre los que odiaban a los judíos por razones inconfesables, porque los envidiaban o querían quitarles sus propiedades, y que encontraban en él pretextos para odiarlos más y legitimar sus agresiones contra ellos. El público que la Okhrana quería influenciar, los aldeanos rusos de la época, reaccionó como la policía secreta quería. De 1890 a 1918 los pogroms (las orgías de violencia contra los judíos), siempre existentes en Rusia, se volvieron más frecuentes.

Pero la obra de la Okhrana tuvo todavía peores consecuencias. En las primeras décadas del siglo XX, el documento llegó a Alemania, en donde fue adoptado por los nazis para encender el odio de los arios contra los judíos.

El documento nunca tuvo credibilidad entre la gente educada y sin prejuicios o envidias contra los judíos. Quedó totalmente desprestigiado al final de la Segunda Guerra Mundial cuando se desenmascaró su origen espurio como invento de la policía secreta zarista. En las ediciones serias del documento se incluye una introducción que explica que es una falsificación. Pero hay otras ediciones, no serias, que presentan el documento como si fuera verdadero. Las ediciones que han estado circulando en el país son de estas últimas.

Lo peor que podríamos esperar en nuestros tiempos, tan llenos de odios inyectados para dividir al país, sería que la gente creyera en la conspiración tan infantilmente inventada y sumara a sus odios el de Hitler hacia los judíos.

*Máster en Economía Northwestern University. Columnista de El Diario de Hoy.