Lo que piensan los del partido oficial sobre el Orden de Derecho, las leyes y el ejercicio profesional de magistrados, jueces, abogados y de todas las personas que se ocupan de analizar, estudiar casos y aplicar justicia, lo deja al descubierto lo declarado por la diputada Guevara: los magistrados deben elegirse o escogerse “por votación popular”.
Tal propuesta comprueba lo que los socialistas del Siglo XXI harían, como en Cuba, de tomarse completamente el país: no habría lugar para principios morales, para tradiciones jurídicas, para regular las relaciones y proteger los derechos y las libertades tanto de mayorías como de minorías: todo queda sujeto a la conveniencia, las necesidades políticas y las cosas que se les crucen por la cabeza, lo que deja en completa indefensión a los ciudadanos.
Un magistrado correcto y honesto no emite resoluciones al capricho y a su conveniencia o por “clamores populares”, sino ajustándose a lo que la ley y las normas jurídicas, que se apoyan en lo racional y en un orden intelectual y moral que antecede la civilización, y que está siempre expuesto a ser rebatido con mejores argumentos o recurriendo a realidades humanas.
¿Quiénes nombrarían esos candidatos? ¿Con base en qué criterios se llevaría a cabo la elección? ¿Cómo se puede objetar a candidatos de notoria incapacidad y casi nula moralidad (como los que se pelean por el poder en Honduras) para proteger a un conglomerado?
Si bien algunos estados de la Unión Americana eligen jueces por voto popular, éstos no están expuestos a acechanzas, presiones y amenazas como acá y sus decisiones no tienen alcance nacional.
Al carecerse de moral y ley se cae en los peores excesos
La clase de excesos y crudas maniobras en que se caería lo ilustran las actuaciones de muchos diputados a la Asamblea, así como las decisiones del sistema judicial de encarcelar a unos pero ignorar peores cosas en otros.
Lo que un juez resuelve siempre debe apoyarse en argumentos lógicos, en precedentes jurídicos, en el orden moral, en el interés de la comunidad.
Pero un juez que dependa del voto popular caería de inmediato en basar sus fallos no en la ley sino en lo que está de moda, en lo que un populacho exige, en lo que mueve a turbas.
Y esto es preocupante en casos de jueces cuestionados por una serie de extrañas absoluciones en los últimos días, tratándose de un magistrado el asunto revierte una enorme gravedad, pues el destino entero de una nación se afecta, como está sucediendo en Venezuela, pasó bajo Correa en Ecuador y ha consolidado la dictadura de Evo Morales en Bolivia, al que le ha allanado el camino a la reelección una “corte de justicia” que él mismo designó.
Manipular principios es lo usual en quienes se hacen con el poder en su propio provecho aunque causen las peores injusticias. Y esto nos lleva a plantear la enorme discrepancia que hay entre las enseñanzas de Jesús, entre lo que predicó en el Sermón de la Montaña, y las prácticas de la Inquisición de quemar vivos a quienes les oponían y que nada tiene de diferencia con lo perpetrado por los nazis (otro partido socialista) contra judíos, polacos, gitanos y otras minorías.
Lo que propone la diputada debe hacer que quienes ejercen el Derecho, desde jueces, secretarios de juzgados, litigantes hasta magistrados, sepan lo que un régimen socialista en este país les depara: domesticarlos para que estén a su servicio, o simplemente eliminarlos.