Una: “No entiendo ¿por qué se ve ese nombramiento como algo negativo… puesto que la Cancillería está dispuesta a colaborar en ese y en otros casos con cualquier investigación que se quiera conducir”. Y dos: “Generalmente estamos muy tentados siempre a juzgar a la gente por lo negativo, por lo que no se hizo, y lo que se puede hacer. Le ponemos un montón de obstáculos”.
La primera fue dicha por el ministro de Relaciones Exteriores, Hugo Martínez, al Canal 21 y retomada por diario El Mundo y la segunda, por el vicepresidente de la República, Óscar Ortiz en declaraciones dadas en San Miguel, reproducidas por El Diario de Hoy.
Ambas opiniones son la respuesta primera, por supuesto, en defensa del nombramiento de Sigfrido Reyes como embajador especial (la ley habla de plenipotenciario) del exdiputado y expresidente de la Asamblea Legislativa y quien actualmente preside Proesa, la entidad del gobierno que promueve las exportaciones y las inversiones en el país.
El nombramiento, no obstante la extrañeza y defensa de los funcionarios, ha provocado todo tipo de reacciones en la opinión pública nacional, la mayoría de ellas son críticas, muy críticas ante la decisión del gobierno del FMLN, que ha justificado la acción como una medida tendiente a promover en el mundo la “marca país”, una “decisión de alto calado” dijo Ortiz, mientras que el canciller Martínez sostiene que “dado las consideraciones y la justificación del nombramiento, él tiene que asistir a muchos eventos y foros, rueda de negocios a nivel internacional y para el nivel de interlocución que aspiramos que tenga, necesita de un nombramiento de esa categoría”.
No es mi intención juzgar la decisión del gobierno, mucho menos sumarme a las críticas que se hacen, sobre todo cuando se dice que se trata de un nombramiento para “blindarlo” de posibles procesos judiciales o penales. Mi objetivo es otro, mostrar las dificultades que tendrá el proceso de “marca país” para poder promover las exportaciones y mucho más difícil posicionarse en la mente de los inversionistas extranjeros para que inviertan en El Salvador.
Varias ideas de base: uno, la personalidad pública de una institución, mucho más cuando se trata de un país como hablamos en esta nota, es la imagen y reputación presente en los distintos públicos; esto es clave, fundamenta para “sembrar” en la mente, todavía más en el caso de los inversionistas que son sumamente quisquillosos, entre otras razones porque buscan llevar su dinero a mediano y largo plazo.
Dos, ¿qué es una marca?, sencillamente es una señal que nos ayuda a identificar, reconocer y recrear su referente de origen; un país emprendedor, de larga tradición positiva en cuanto a sus trabajadores no basta, se requiere que cada elemento del país construya la experiencia de marca en los públicos… ¿qué quiere decir esto? Que cada una de las partes del Estado, por decirlo así, el gobierno genere no solo confianza con sus acciones sino que funcione de manera expedita que permita el fomento de las inversiones; que las instituciones no solamente sean sólidas sino eficientes y transparentes en su accionar; que el sistema judicial, además de moderno, sea sólido, que permita hacer realidad permanente la seguridad jurídica.
Tres, la imagen corporativa es lo que los públicos diversos creen del país, “son” dentro del espacio público, o al menos, lo que estos públicos significan a través de distintas fuentes de creación de imagen. Tal como lo señala la teoría, las tres patas fundamentales son: “lo que el país es, lo que se dice ser y lo que los públicos creen que es crea la realidad corporativa de cualquier país”.
Proesa, su presidente y ahora embajador tiene una tarea importante porque fomenta lo que el país dice ser… pero hay otras dos cuestiones esenciales y que van juntas, lo que realmente el país es y por supuesto lo que la opinión pública nacional o internacional creen... Así las cosas, realmente es difícil, muy difícil, fomentar el país en medio de la violencia, pero todavía lo es más complicado hacerlo en un ambiente donde no hay confianza y seguridad jurídica y todavía más cuando las “calificadoras de riesgo” nos bajan calificación porque los políticos han sido incapaces de lograr acuerdo de Nación.
A esto hay que sumarle que es sumamente difícil, muy complicado, que uno de los principales promotores de lo que el país dice ser (con la intención de persuadir a los inversionistas) esté cuestionado, esté siendo investigado por presunto enriquecimiento ilícito, además sin la experiencia en el puesto o sin tener una tradición de empresario o inversionista o técnico en el rubro.
Dice los teóricos, “el capital de reputación modela las decisiones que toman los públicos”… si la reputación está minada o por lo menos fracturada como lo está la nuestra, los resultados serán escasos.
*Editor Jefe de El Diario de Hoy. ricardo.chacon@eldiariodehoy.com