Comer es llevar alimentos a la boca, masticarlos, saborearlos y deglutirlos. Beber es ingerir líquidos que mitigan la sed, aportan energía, matizan la comida de sabores y facilitan la digestión.
Pero “comer bien” no es comer solo lo que a uno le gusta o comer hasta llenarse, ni comer mucho solo porque el menú permite “coma todo lo que quiera”…
Además de que la gula es pecado, el estómago, donde se realiza el proceso físico-químico de la digestión, tiene una capacidad determinada, que cuando se excede, la digestión es lenta, pesada y frecuentemente termina en indigestión.
Cada país tiene su dieta tradicional con sus particularidades. He vivido en diferentes países y en cada uno aprendí pronto a disfrutar su dieta.
Después de crecer aquí con la dieta salvadoreña, disfruté 11 años la dieta alemana, muy diferente de la nuestra. Después, 25 años, la dieta española, que tampoco se parece, ni a la salvadoreña ni a la alemana. Las muchas veces que estuve en EE. UU., disfruté la dieta norteamericana, cuando he ido a Japón, como la dieta japonesa y en mis visitas a México, me apunto a la dieta mexicana y así en cada país que visito… ¡Todas son deliciosas y alimenticias!… En unas predomina el pescado, en otras la carne de res, en otras la de cerdo o bien el pollo y el cordero, siempre acompañadas con legumbres, verduras y arroz.
Sin embargo, el 16.11.2010 la Unesco inscribió la “Dieta Mediterránea” como uno de los elementos de la “Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”, porque compatibiliza una alimentación saludable con el placer de degustar sabrosos platos provenientes de los países alrededor del mar Mediterráneo.
Para orientación describo el decálogo diferencial de la dieta mediterránea: Utilizar principalmente aceite de oliva como grasa de adición. Consumir en abundancia alimentos vegetales, frutas, verduras, legumbres y frutos secos. Pan y alimentos procedentes de cereales. Alimentos frescos y de temporada. Lácteos, yogur y quesos. Con moderación carne roja y carnes procesadas. Pescado en abundancia y con moderación huevos. De postre la fruta de temporada y pocos dulces y pasteles. El agua debiera ser la bebida por excelencia y el vino con moderación durante las comidas y realizar actividades físicas diarias como complemento de comer adecuadamente… Como la cocina es mi ocupación de entretenimiento, le aposté desde hace muchos años a la dieta mediterránea y me ha funcionado bien, pues mantengo una buena relación de masa muscular entre la edad, la altura y el peso y me encuentro bien de salud.
Por mi formación profesional como ingeniero que trato de medir todo, he adaptado la dieta mediterránea al Principio de Pareto en su relación 70/30… Y así el 70 % deben ser vegetales, frutas, verduras y hortalizas; y 30 %, carnes. Del 30 % de carnes, 70 % pescado y 30 % otras carnes. Del 30 % de otras carnes, 70 % carne blanca y 30 % carne roja.
Si en la distribución de sus menús aplica esta relación, ademas de economizar, pues comer bien tampoco es comer caro, puede que su metabolismo funcione mejor y si tiene sobrepeso, posiblemente lo reduzca.
Yo, con 74, disfruto mi salud sin medicamentos, pues hace tiempo aprendí que muchas enfermedades entran y se curan por la boca y que la dieta mediterránea es la más recomendable. ¡Pruébela, a ver si le gusta!
*Columnista de El Diario de Hoy. pr@centrodecalidadyproductividad.com