La más reciente prueba de armas nucleares ordenada por Kim Jong-un, líder de Corea del Norte, falló. El misil explotó casi inmediatamente después de ser lanzado. Aunque ha hecho otras pruebas exitosas, este incidente sin duda lo tiene avergonzado y molesto. Alguien debe estar ahora muy nervioso porque tendrá que pagar, tal vez con su vida, los platos rotos. Este tipo de dictadores no vacila en ejecutar a los que les hacen pasar un mal rato, aunque hayan sido leales y sumisos.
En Corea del Norte impera desde hace décadas una dictadura criminal y feroz. Después de la Segunda Guerra Mundial Japón dejó de tener dominio sobre la península coreana, y los soviéticos le dieron el control de la parte norte a Kim II-sung, un aliado que rápidamente se consolidó en el poder y gobernó con mano despiadada hasta 1994. A éste le sucedió su hijo, Kim Jong-il, igual de patético que el padre, quien se construyó 17 palacios y gustaba beber de las más finas reservas de coñac Hennessey mientras su pueblo moría de hambre y su país retrocedía en todos los aspectos del desarrollo. En todos excepto uno: en el militar, ya que con el dinero de la ayuda internacional convirtió un país del tercer mundo en una potencia nuclear. En 2011 murió de un infarto pero ya tenía preparado a su hijo Kim Jong-un, un joven con estudios en Suiza, que al parecer heredó no solo el poder sino la personalidad de su padre y abuelo. Además de jugar con sus ojivas atómicas, le gustan las fiestas y el whisky fino, y es aficionado de la NBA.
Corea del Norte, aparte de ser un peligro nuclear y, comparado con Corea del Sur, un vivo ejemplo de lo mal que le puede ir a un país bajo una dictadura comunista, es ahora la nación número uno en la persecución de cristianos. En esto aventaja incluso a naciones musulmanas con nociones extremistas de la fe islámica. Corea del Norte tiene una religión propia, el Juche, una mezcla de ideas marxista-leninistas, estalinistas, budistas y maoístas, con devoción a sus líderes políticos. De acuerdo a esta religión Kim II-sung es dios, Kim Jong-il es el hijo de dios, y Kim Jong-un, el nieto de dios. No se puede profesar otra religión y cada familia debe tener en su casa, en la mejor pared, un retrato de la dinastía Kim, a la cual deben rendir culto.
A principios del siglo pasado la fe cristiana florecía en la península coreana, a tal grado que se le llamó “La Jerusalén de Asia”. La persecución comenzó con los japoneses y luego siguió con los comunistas del norte. Si a alguien se le encuentra una Biblia u otro libro cristiano, o se sospecha que predica la palabra de Jesús se le arresta y, luego de un juicio sumario, se le ejecuta o manda a campos de concentración donde hacen trabajos forzados, son torturados y mueren de hambre o de un tiro a quemarropa.
Aun así hay muchos cristianos en Corea del Norte. Profesan o predican la fe bajo un asedio y peligros constantes. Conocen los riesgos pero los enfrentan con una valentía que solo recuerda a la Iglesia primitiva. Cuesta creer, especialmente para los que vivimos en países occidentales, que esto pueda ocurrir en nuestros días, y oímos como algo ajeno a nosotros aquello de Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan…
*Médico psiquiatra y columnista de El Diario de Hoy.