Una historia en Centro América

¿Será que no ven que esto podría pasar en El Salvador en 2018 y 2019, que un gobierno no de derecha sino de izquierda maneje las elecciones oscuramente y no entregue el poder? ¿Qué no ven que la impunidad con la que esto ha pasado en Honduras podría repetirse aquí?

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Por Elizabeth Castro

22 December 2017

Esta es una historia genérica, que ha pasado tantas veces que uno puede escribirla en formulario con espacios en blanco para rellenar los nombres cuando la historia se quiere hacer específica. En este caso las elecciones han sido en Honduras. Las primeras cifras daban el triunfo a Salvador Nasralla con un margen del 5%, que, con cerca del 60 % de los votos ya contados, era casi imposible de superar para el otro candidato, el presidente Juan Orlando Hernández. Éste dijo que lo superaría porque faltaba contar los lugares en los que él tiene más partidarios. Pero entonces el conteo se descontinuó, la computadora principal del proceso se cayó y no se dio ninguna información por un día y medio. Cuando se volvió a dar, el presidente Hernández era el que llevaba la ventaja con el 81 por ciento de los votos contados.

La Misión de Observación Electoral de la OEA pidió a un profesor de la Universidad de Georgetown su opinión con respecto al comportamiento estadístico del proceso de votación, para ver si es cierto que el cambio se debió a que entraron nuevas regiones en el conteo. El profesor declaró que las diferencias no provenían de un solo departamento sino de todo el país, que son demasiado grandes para ser generadas por el azar y que no son fácilmente explicables por otras razones, levantando dudas sobre la veracidad del resultado.

Después de recibir el informe de sus propios observadores, la OEA declaró: “Como ya fue informado por la Misión de Observación Electoral de la OEA, el proceso electoral estuvo caracterizado por irregularidades y deficiencias cuya entidad permite calificarlo como de muy baja calidad técnica y carente de integridad. Intrusiones humanas deliberadas en el sistema informático, eliminación intencional de rastros digitales, imposibilidad de conocer el número de oportunidades en que el sistema fue vulnerado, valijas de votos abiertas o sin actas, improbabilidad estadística extrema respecto a los niveles de participación dentro del mismo departamento, papeletas de voto en estado de reciente impresión e irregularidades adicionales, sumadas a la estrecha diferencia de votos entre los dos candidatos más votados, hacen imposible determinar con la necesaria certeza al ganador”. Otras irregularidades incluyen el proceso que se siguió para restablecer el sistema, que no solo alteró la evidencia sino que también dejo al servidor bajo el control remoto de la empresa proveedora, que podría cambiar resultados sin que quedara rastro. Esto es lo que alguien que quisiera cambiar los resultados directamente en la computadora central hubiera hecho.

La OEA declaró que aunque no puede probar que hubo dolo, el proceso fue de baja calidad electoral y que su seguridad fue vulnerada. Luego pidió la repetición de las elecciones, mientras que el tribunal electoral declaró ganador al presidente Hernández.

Cegados por la rivalidad de izquierdas y derechas, muchos salvadoreños no se dan cuenta de que la lección principal de Honduras no es que la así llamada “derecha” (por aclaración, la derecha de verdad no está de acuerdo con hacer elecciones dudosas, de ningún lado) haya “ganado”, ni que turbas movilizadas por la izquierda hayan saqueado tiendas, sino de que un gobierno asentado puede manejar las elecciones de maneras tan oscuras como estas y forzarse en el poder por medio de ese tipo de elecciones. Y hacer eso después de haber violado olímpicamente la Constitución, corriendo para reelegirse cuando está claramente prohibido hacerlo.

¿Será que no ven que esto podría pasar en El Salvador en 2018 y 2019, que un gobierno no de derecha sino de izquierda maneje las elecciones oscuramente y no entregue el poder? ¿Qué no ven que la impunidad con la que esto ha pasado en Honduras podría repetirse aquí?

Algunos han pintado a la OEA como un instrumento del socialismo del Siglo XXI, olvidando que ese mismo organismo ha sido el enemigo más grande de la tiranía venezolana y que el jefe de la misión de observadores de la institución en Honduras es Jorge Tuto Quiroga, un eminente político de derecha que está por encima de cualquier sospecha. Al contrario, con lo mal que se están preparando las elecciones aquí, ya quisiéramos tener una OEA que no tenga miedo de denunciar las irregularidades.

*Máster en Economía

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.