Hay un consenso generalizado entre generadores de opinión, evidente en sus editoriales y en sus intervenciones durante programas de entrevistas, sobre las deficiencias de las que adolece el gobierno. Las incongruencias entre el discurso oficial y las acciones tomadas para manejar situaciones críticas son una de las principales debilidades que muchos hemos señalado en repetidas ocasiones. También hay coincidencia sobre la falta de idoneidad que han mostrado los funcionarios encargados de darle tratamiento y resolver situaciones sensibles. Durante los últimos días, ha trascendido información que pone en contexto estos y otros déficits que inhiben la atención adecuada de las crisis que enfrenta el país en diferentes frentes.
La situación no es fácil. El mal manejo de graves problemas que afectan a la mayoría ha tenido un fuerte impacto sobre sectores clave de la sociedad. La reciente encuesta publicada por este rotativo ilustra la magnitud del descontento ciudadano. Según los resultados, ARENA, independientemente del endeble, errático y poroso papel que ha desempeñado como oposición política, aventaja al partido oficial por un porcentaje mayor de lo sugerido por cifras arrojadas por encuestas pasadas. La desastrosa forma de gobernar del FMLN ha permitido que el pésimo rol que ha jugado la oposición no sea obstáculo para que aumente sus simpatías entre la ciudadanía. Claro, una oposición más robusta hubiese logrado, a estas alturas, un porcentaje de ventaja en las encuestas con el que su triunfo electoral en las próximas dos elecciones fuese, desde ya, incuestionable.
¿Qué tan desastroso ha sido el gobierno del FMLN para que ARENA logre esta ventaja a pesar de su mal papel como oposición? El gobierno del FMLN ha sido terrible. Mucho tiene que ver con el liderazgo del partido oficial y del Ejecutivo. La cúpula que dirige al FMLN está formada, en su mayoría, por personas que sienten que tienen ciertos derechos ganados por los años que tienen de militar en el partido. Piensan que su partido y el país les debe mucho por haber invertido su vida en trabajar para que el FMLN ganara las elecciones presidenciales y tomara el poder. Por lo menos, eso es lo que se percibe al escucharlos hablar. La arrogancia de declaraciones de personajes como Sigfrido Reyes, Lorena Peña o Norma Guevara para justificar las cuestionables acciones y decisiones de funcionarios o exfuncionarios deja claro que no trabajan por el bienestar de la mayoría, sino por el de un grupo reducido. Estudios revelan que los burócratas que piensan que tienen derechos ganados, son los más vulnerables a la corrupción. Esto explica muchas de las debilidades mostradas por el actual gobierno.
Las principales cabezas del Ejecutivo son incapaces de mantener a los funcionarios en línea. Según reveló un diputado esta semana, el presidente Sánchez Cerén padecería de una enfermedad por la que tendría que someterse regularmente a tratamiento de diálisis. Cualquier padecimiento que requiera de este tipo de terapia produce consecuencias físicas y hasta psicológicas que afectan la productividad de quienes las adolecen. Un presidente con este tipo de enfermedad no está en capacidad para enfrentar al cien por ciento los retos del país, mucho menos para lidiar con compañeros de partido y funcionarios problemáticos.
Las investigaciones recientes de la Fiscalía han revelado que Óscar Ortiz, vicepresidente de la República, está presuntamente vinculado en situaciones sospechosas con “Chepe Diablo”, recientemente capturado por lavado de dinero y, hasta hace poco, designado como capo del narcotráfico por el gobierno de Estados Unidos. Difícilmente un personaje con estos vínculos tendrá la solvencia moral para lidiar con funcionarios que trabajan bajo el esquema mental de que el país y el partido les deben. Por el contrario, ese tipo de vínculos sugiere que Ortiz es uno de esos funcionarios.
Queda claro, por tanto, que la falta de un liderazgo robusto y positivo en el Ejecutivo es un importante catalizador que ha posibilitado el pésimo manejo del gabinete de gobierno.
*Criminólogo @cponce_sv