"Oyyyyy”, grita el Estómago. “¡Compañeros, llamo a huelga general como la que clama democracia en Venezuela!” .
Panza, le dicen. Estaba encachimbada pues su dueño le había declarado la guerra. Antes de la vacación casi la abandona, a pura lechuga la tenía, pero sonó el campanazo y comenzó la balacera. Al desayuno, almuerzo y cena, se le sumaron una intensa boqueada, postres y un par de abundantes meriendas.
(Me refiero a panzas salvadoreñas, pues las venezolanas están que chillan culpa de un dictador, ídolo del profesor).
En vacaciones no solo aumenta la frecuencia, sino que también la intensidad. Proyectiles de chorizo, misiles de todo frito, ráfagas de torrejas, budín, semita, peperechas…. ¡Calle, calle, calle, que me desespera, y me da indigestión!
Por supuesto que toda esta artillería de colesterol y grasa saturada, hay que bajársela con dos que tres polarizadas y uno que otro farolazo.
“Apoyo tu huelga”, afirma Hígado; “ya no soporto tanto guaro. Pero te cuento, es fácil cobrar venganza. Hice que mi dueño amaneciera con una gran goooomaaa. Lástima que el jodido sabe cómo curarse y me disparó un Bloody Ña Mary” con Troika.
“Bien hecho, Hígado”, contesta Piel; yo tampoco soporto que me achicharren todo el día. Qué lástima que no tapizo cuero femenino, pues ellas sí se ponen protector. Haré que mi dueño no pueda dormir del ardor, y que se cague, perdón el francés, al ver su reflejo en el espejo.
Comentan los Riñones: “A mí también me llevó candanga, pues toman de todo, menos agua. Además el guaro deshidrata, por eso parecemos pasas. ¡¡¡Huelga, huelga huelga!!!”.
“Ma, Riñones, puras pasas nos tienen a nosotros”, tosen los Pulmones. “A veces siento que me zampan los agentes químicos que Assad le dispara a su gente. Solo que aquí en vez de morirse, se ponen a cantar, bailar, amar y fumar y fumar”.
“Quizás no se pelaron en vacación, pero bien saben que, si siguen así, el vicio los llevará a la tumba”, asegura Cerebro. “Yo sé que es jodido, pero hartar, chupar y fumar, si se pueden controlar. Solo es cuestión de que me pongan a trabajar”.
Comienza la huelga: Estómago expulsa el colesterol que no puede procesar, lo cacha Arteria y gran susto por un telele. Además, se le aflojan los empaques.
Hígado, que era rosadito, sale moradito en los Rayos X y el dueño se pone asustadito, al verle la cara a su doctorcito. Riñones provocan semejante deshidratación. Piel literalmente se peló, un melanoma brotó y el dermatólogo sonrió. Pulmones, más morados que Hígado, igualitos que en la foto de la cajetilla.
“Los órganos, unidos, jamás serán vencidos”, se escucha en unísono. Afortunadamente el homo sapiens, a diferencia de otros mamíferos, es capaz de razonar y de escuchar a Cerebro para los excesos controlar.
Entonces, a bajarnos del avión de la vacación, a trabajar se ha dicho, y el saco de huesos cuidar, especialmente los que ya no somos bichos.
Balance es la clave para evitar la venganza de los órganos; y dice Estómago: “Ni solo lechuga, ni exceso de fritura”. Hígado: “Ni solo agua, ni la caja de morenas”. Piel: “Ni chele, ni prieto como en el Carnaval”. Pulmón: “No a la humazón; Sí a la oxigenación”. Cerebro: “Todo es para el uso y no para el abuso”.
Tiene razón don Cerebro. Lo vamos a poner a trabajar. Perseguiremos el balance, mismo que no se termina de conquistar, sin al menos mover el esqueleto, aunque seya media horita de las 24 horas que tiene el día.
¿Mucho pedir?
Cuidar, no castigar los órganos para huelgas evitar, y la bendición de la salud disfrutar.
¿Trato hecho, nunca deshecho?
*Columnista de El Diario de Hoy. calinalfaro@gmail.com