Resurrección y esperanza

El Salvador urge de esperanza, una esperanza firme de que con la ayuda de nuestro patrono el Divino Salvador del Mundo, todos juntos podemos cambiar, lo que unos pocos, ignorantes y malos, están destruyendo.

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15 April 2017

"El mundo está en guerra, y Dios llora" ha dicho el Papa Francisco, en este momento en que parece que los seres humanos han perdido totalmente la razón y solo puede vislumbrarse un futuro de caos y oscuridad. Pero también, en este día, de todos los rincones del mundo se eleva un canto de alegría, un ALELUYA que se repite en las ciudades y en el campo, porque Cristo ha resucitado, y todo el orbe celebra la alegría de su triunfo sobre el pecado y sobre la muerte.

Ha pasado la Semana Santa, para muchos un tiempo de reflexión interior, de analizar cómo han vivido los años pasados, y la necesidad de hacer un propósito para vivir el tiempo, poco o mucho, que todavía nos queda, antes de que nos toque presentarnos a dar cuenta a Dios de cómo hemos usado los talentos que Él nos dio.

Para muchos otros fue el tiempo de la ansiada vacación, para el merecido descanso de las dificultades del diario vivir, que hay que soportar porque no hay de otra. Los que aprovecharon para hacer lo que les da la gana, excediéndose en comer y beber, olvidando que hay leyes que cumplir y que la libertad propia termina donde empieza el derecho que a la misma tienen los demás ciudadanos.

Los resultados se verán en estas semanas, con las listas de ahogados, asesinados, accidentados porque para hacer lo que el cuerpo les pide han abusado de la velocidad, del alcohol y de la droga y hasta de la comida, gastándose ya el sueldo del mes, y comprometido en tarjetas de crédito el del mes siguiente. Y no se consideran responsables del daño causado, no solo a sus familiares con el mal ejemplo, sino al extraordinario paisaje natural que nos dio el Creador, dejando nuestras bellísimas playas y majestuosas montañas, convertidas en auténticos basureros.

Pero no podemos olvidar el privilegio que tenemos de poder volver a empezar. Borrón y cuenta nueva, pues la Resurrección del Señor trae consigo un mensaje de esperanza, de que si Él murió en la Cruz para salvarnos, su resurrección es una certeza de esperanza, de que si de verdad tenemos la firme voluntad de mejorar y convertirnos en mejores personas, no nos faltará su ayuda.

Y El Salvador urge de esperanza, una esperanza firme de que con la ayuda de nuestro patrono el Divino Salvador del Mundo, todos juntos podemos cambiar, lo que unos pocos, ignorantes y malos, están destruyendo. Considerar honradamente nuestras posibilidades, el lugar que ocupamos en la sociedad, en el mundo de la empresa, del comercio, de la agricultura, del hogar, del taller y de la fábrica, sabiendo que si cumplimos a cabalidad el deber de cada día, este trabajo bien hecho y la mejora personal que ello trae consigo, es la palanca más fuerte que levantará a nuestro país hasta la ruta del progreso.

Supone esfuerzo por cumplir las leyes, a lo que tristemente no estamos acostumbrados. A pagar los impuestos, para poder exigir que el gobierno los retribuya de manera adecuada, en la mejora de los servicios; a obedecer a las leyes de tránsito, evitando la doble fila para llegar antes que todos los demás; a botar la basura en su lugar para poder presentar orgullosamente nuestro paisaje, a los turistas que quisiéramos atraer; a decir la verdad, sin pensar que mintiendo nos podemos evitar problemas, y especialmente a respetar la vida para dar buen ejemplo a las futuras generaciones. Con el esfuerzo de todos, lograremos construir un país mejor. ¡Feliz Pascua de Resurrección!

*Columnista de El Diario de Hoy.