Nada es por casualidad…

Salvador le dijo al periodista que mucha gente sufre por cosas que pasan solo en su cabeza: él no tenía comida, no tenía agua, estaba solo pero, dice: “Si yo pude conseguirlo, también tú puedes…”.

descripción de la imagen

Por

14 April 2017

Quince años antes, Salvador quizá nunca imaginó que lo que estaba por comenzar a aprender le serviría para preservar su vida contra toda desesperanza.

Su propósito era llegar a los Estados Unidos, como tantos connacionales, pero en el camino decidió quedarse en Chiapas y dedicarse a la pesca.

Todo lo que José Salvador Alvarenga aprendió en este oficio le garantizó sobrevivir por 438 días a la deriva en alta mar.

En una reciente entrevista con la agencia Efe, en Madrid, Salvador relató que él y su compañero de faenas Ezequiel Córdoba salieron a pescar en una pequeña embarcación de la costa de Chiapas, México, el 17 de noviembre de 2012. Una tormenta los sorprendió y los extravió.

En medio del océano, ambos debieron soportar la falta de alimentos y agua y las tempestades. No tuvieron más remedio que alimentarse con pescado crudo, tortugas, pequeños pájaros, agua de lluvia y hasta su propia orina.

A los tres meses, Ezequiel falleció. Al infortunio se agregó una abrumadora soledad.

Pero Salvador “no perdió la fe a pesar de que hubo alguna ocasión en la que pensó en el suicidio”.

Tuvieron que pasar once meses más para que Salvador llegara a la playa del atolón Ebon en las islas Marshall, en el Pacífico Sur, a 7,000 millas de donde había salido.

En la entrevista con Efe, el náufrago dice estar convencido de que si no hubiera sido pescador habría muerto y que sobrevivió gracias a lo aprendido durante 15 años en el mar.

“Yo me decía que no iba a fracasar. Vivir, comer, no me quise dar por vencido. Le pedía a Dios que no me dejara morir de hambre”, repite el pescador.

“No hay mal que por bien no venga”, decían nuestros abuelos. Y el Buen Libro enseña que “todas las cosas son para bien para los que aman a Dios”.

Muchas veces no podemos entender en el momento los dramas en los que nos vemos envueltos, pero luego comprobamos que el carácter se forja en el crisol de las pruebas.

Es así como conocemos personas, lugares, enfrentamos experiencias que muchas veces no son agradables, pero que tienen el propósito de darnos una lección.

Lo importante es vivir intensamente cada momento que llega, sobre todo cuando podemos compartir con nuestros seres queridos y verdaderos amigos, recordando que la vida está hecha de momentos irrepetibles como las cuentas de un rosario.

Podemos repetir actos y acontecimientos, pero no tendrán las mismas emociones y sentimientos de la primera vez.

Tampoco es bueno vivir del pasado, aunque es válido atesorar lo bueno y sublime y desechar lo vano y quimérico.

La vida es un maravilloso plan que nos ha sido encomendado para desarrollarlo, como a los arquitectos y los ingenieros que construyen grandes obras.

Salvador le dijo al periodista que mucha gente sufre por cosas que pasan solo en su cabeza: él no tenía comida, no tenía agua, estaba solo pero, dice: “Si yo pude conseguirlo, también tú puedes…”.

*Editor Subjefe de El Diario de Hoy.