La Era de Los Polivoces

El semblante caricaturesco y las posiciones disparadas que caracterizan a los burócratas y políticos salvadoreños los aleja abismalmente de la figura de liderazgo que exigen las crisis que experimentamos.

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11 April 2017

El Salvador naufraga en aguas tempestuosas sin una tripulación competente que luche por salvar la embarcación. Cada coyuntura, cada tragedia nos deja claro a todos los salvadoreños que la marea nos empuja hacia un afilado arrecife. Los pasajeros vemos impotentes cómo los que debiesen evitarlo son incapaces de hacerlo y, en la mayoría de ocasiones, pareciese como que si hasta le apuntan a que el barco se estrelle. No es la primera vez que describo la situación del país de esta forma, pero con el tiempo me parece aún más atinada. Hay tantos sucesos recientes que abonan a esta analogía que resulta difícil abandonarla, pero muy fácil agregarle.

Cada vez que los funcionarios gubernamentales desfilan en los noticieros y programas de entrevistas para dar su postura ante situaciones críticas, es más tangible la falta de dirección del país. El semblante caricaturesco y las posiciones disparadas que caracterizan a los burócratas y políticos salvadoreños, los aleja abismalmente de la figura de liderazgo que exigen las crisis que experimentamos. Cada intervención parece que hubiese sido sacada de un libreto de la inmortal serie televisiva mexicana Los Polivoces, diseñadas más para entretener a la ciudadanía que para transmitir tranquilidad. Así de absurdos y, en ocasiones, risibles son los funcionarios y sus posturas.

Lina Pohl, ministra de Medio Ambiente y Recursos Naturales, es una de las personas dentro del gabinete gubernamental que más entretiene a los salvadoreños. El más reciente corto que protagonizó fue en el contexto del enjambre sísmico en San Salvador. Sus accidentadas declaraciones, al mejor estilo de Cantinflas, rápidamente inspiraron la creación de memes y parodias. Esta no es la primera vez que Pohl entretiene a la ciudadanía. Muchos no olvidan su dramático llanto ante la muerte de Gustavito. Tampoco su memorable encuentro con una ola que la envistió y llevó el celular en medio de una entrevista.

Lastimosamente, Pohl no es la única. Ella no es la excepción. Así son la mayoría de funcionarios gubernamentales, diputados y políticos en nuestro país. Su trabajo, como el de Los Polivoces, no parece ser dirigir instituciones, crear leyes y trabajar para mejorar la calidad de vida de los salvadoreños, sino entretenerlos, hacerlos reír y distraerlos de los problemas que los aquejan a diario.

Mientras el elenco de Los Polivoces daba declaraciones por el enjambre sísmico, entreteniendo a su audiencia, como si fuesen el general Agallón Mafafas y el sargento Juan Garrison, las pandillas siguieron desapareciendo diez personas al día y El Salvador siguió con una clasificación de riesgo igual a la de países como la República Democrática del Congo y Grecia. Los temblores siguieron y la flamante indicación que recibimos los salvadoreños fue que nos fuésemos de paseo a la playa o a la montaña para estar tranquilos.

Esta última emergencia no fue diferente a las que le anteceden. La respuesta gubernamental no es la esperada. Los ciudadanos, después de las declaraciones de los funcionarios responsables, quedó, igual que antes, decepcionados, pero entretenidos. Lo peligroso es que nos estamos acostumbrando a esta dinámica. Ya no nos extraña que los burócratas den risa y no tranquilidad.

Deberíamos de estar aterrados. Nuestra reacción debiese de ser igual o peor que si en realidad estuviésemos en un barco a la deriva y el capitán de la embarcación y su tripulación fuesen Los Polivoces. Es necesario que ocupemos el humor con que recibimos los disparates de los funcionarios como motivación para buscar y presionar porque la situación cambie. No dejemos que el entretenimiento nos distraiga y se convierta en tradición, sino que luchemos por que en el futuro solo sea un lamentable episodio de la historia de El Salvador.

*Criminólogo. @cponce_sv