Un lugar mágico

Machu Picchu es uno de los lugares cuya imponente belleza y misticismo sobrepasa grandemente la imaginación; mucho más bella en el sitio de lo que se puede apreciar de las fotografías e ilustraciones que se tienen del lugar.

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09 April 2017

Se le dio el nombre de Machu Picchu a un antiguo poblado andino construido antes del siglo XV sobre el promontorio rocoso que une a dos montañas: Machu Picchu y Huayna Picchu. Digo “se le dio el nombre”, ya que al carecer los incas de escritura, nadie ha podido conocer el nombre real del asentamiento, por lo que se le dio el mismo nombre del que tiene la montaña con que colinda.

Derivado de las investigaciones realizadas, surge una de las teorías más viables sobre su origen, la que considera que Machu Picchu era una ciudad de descanso del noveno inca: Pachacútec. Teóricamente construida entre los años de 1430 y 1470, esta ciudad es en realidad una obra maestra de arquitectura por su organizada, armónica y estudiada belleza estructural, así como de ingeniería, por el desafío humano que obviamente constituyó su construcción, lo que hizo que fuera considerada como Patrimonio de la Humanidad, así como una de las maravillas del mundo moderno.

Gran parte del mérito del descubrimiento de la ciudadela de Machu Picchu la tiene el profesor de historia, arqueólogo y explorador norteamericano Hiram Bingham, quien, como sucede en muchos casos, llevó a cabo el descubrimiento accidentalmente mientras buscaba otra ciudad inca: Vilcabamba, la última capital de los incas. En esos menesteres se encontraba cuando escuchó de habitantes locales que existía “una ciudad en lo alto de una montaña”, por lo que sorteando innumerables obstáculos naturales, finalmente llegó a Machu Picchu en julio de 1911.

Bingham quedó muy impresionado por lo que vio y con el apoyo de la Universidad de Yale, la National Geografic Society y el gobierno peruano, iniciaron de inmediato el estudio arqueológico de Machu Picchu desde 1912 hasta 1915. La “vida pública” de Machu Picchu empieza en 1913 con la publicación de todo ello en un artículo en la revista de la National Geographic.

Si bien es cierto que Machu Picchu no fue “descubierto”, ya que siempre estuvo a la vista de todos los habitantes locales, es indudable que el profesor Bingham tuvo el mérito de ser la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas, estudiándolas con un equipo multidisciplinario y divulgando sus hallazgos. Gracias a él se le dio publicidad a un sitio que verdaderamente merece ser visitado.

Desde que era niño tuve en mis manos fotos del lugar, soñando con visitarlo. Admiraba sus misteriosas construcciones que parecían desafiar no solo la gravedad, sino el mismo ingenio humano, cuando la perfección arquitectónica se contrasta con el hecho que un pueblo que no había conocido ni la rueda ni artefactos de construcción que le permitieran mover y colocar milimétricamente piedras de gran tonelaje, lo hubieran podido construir no solo de una forma técnicamente perfecta, sino brindando una gran belleza arquitectónica al sitio.

Tuve oportunidad de visitar el lugar y puedo decir que me quitó el aliento esa combinación de belleza natural, ingeniosa arquitectura y misterioso origen de la ciudadela. Machu Picchu es uno de los lugares cuya imponente belleza y misticismo, sobrepasa grandemente la imaginación; mucho más bella en el sitio, de lo que se puede apreciar de las fotografías e ilustraciones que se tienen del lugar. En lo personal, conocerlo ha sido una experiencia gratificante como pocas. Caminar en sus estrechos pasillos de piedra labrada a mano, en donde gobernantes y súbditos de extintas culturas vivieron, soñaron, pusieron sus pies y murieron, brinda al turista una sublime experiencia de ser parte de algo más grande que las mezquinas preocupaciones que a veces nos embargan.

Estando ahí, retumbaban en mi cabeza las palabras de Rudyard Kipling: “¡Hay algo escondido! ¡Ve y encuéntralo! ¡Anda y busca tras las montañas: hay algo perdido, perdido y aguardando que tú vayas! ¡Ve!” Y es que la verdad es que viajar y descubrir, es una de las grandes anhelos que compartimos todas las razas que ha concebido la humanidad: desde los inquietos polinesios en sus endebles embarcaciones, pasando por los rudos vikingos, hasta los aventureros ingleses, españoles y holandeses, quienes tomaron grandes riesgos para descubrir que es lo que se escondía detrás del horizonte. Como ciudadanos del mundo, todos compartimos el mismo anhelo de correr el velo de lo desconocido y así tener oportunidad de vivir y abrir nuestra mente a nuevas experiencias.

Si te sientes identificado con los grandes exploradores al leer este artículo, no lo pienses más, viajar no es únicamente para los ricos, la aventura no es solo para los privilegiados. En esta Semana Santa que ahora inicia, toma tu mochila y ve, siempre hay un lugar lleno de misterio y aventura que te espera, recuerda las palabras de Kipling, ¡hay algo perdido, perdido y aguardando que tú vayas!

*Abogado, máster en Leyes. @MaxMojica