La obesidad se ha aprendido

Comer en cantidades moderadas y con predominio de ciertos alimentos es fuente de felicidad, prosperidad, salud y vida más larga. No es prohibiendo como se logrará. Es convenciendo.

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Por Elizabeth Castro

16 December 2017

Se ha escrito mucho sobre que los grupos poblacionales de bajos ingresos de todo el mundo y las poblaciones de los países en transición económica, como El Salvador, han transformado las estadísticas tradicionales donde antes predominaban los casos de desnutrición, a datos donde hoy predominan los casos de sobrenutrición, es decir, sobrepeso y obesidad.

Tomando como panorama de evaluación los últimos cuarenta años de la vida de los salvadoreños, es evidente que el aumento en la prevalencia de casos de obesidad infantil y adulta ha tenido como uno de sus causales la mayor disponibilidad dineraria (ya sea por remesa o por tarjetas de crédito o aumento en el ingreso per capita); es decir, a más dinero, más comida se ha adquirido y se ha ingerido.

Y eso es lo que le ha pasado a los salvadoreños: La carencia de épocas anteriores y el sufrimiento que ella conllevaba, la han compensado comiendo en exceso y dándole de comer en demasía a sus hijos. Se han premiado y no han permitido que sus hijos pasen las mismas carencias que ellos. Quieren sentir la prosperidad lograda y que se manifieste con una mesa repleta de manjares. No importa el alimento, pero que haya en abundancia.

Esta es una conducta esperada y, hasta cierto punto de vista, natural, producto de un razonamiento cuyas premisas nacen de los conceptos de vida que se han aprendido: Comer poco es producto de pobreza y tristeza; comer mucho es debido a riqueza y felicidad.

Dependiendo de los conceptos que cada persona haya aprendido, así actuará. Si ella ha aprendido que cuando se tienen mayores ingresos, lo importante es guardar el extra en un banco, así lo hará; si aprendió que ese extra debe ser invertido en un negocio o en la adquisición de un inmueble o en la educación de sus hijos o en un seguro para la vejez o de salud, así hará. Y asimismo, si aprendió que el dinero extra debe utilizarse para adquirir alimentos extra y comerlos en mayor cantidad, porque lo único que nos llevamos cuando morimos es “lo bailado, lo bebido y lo comido”, pues así hará también. Es decir, la obesidad y la delgadez son producto de los conceptos que se han aprendido.

La buena noticia de todo esto es que todas las personas son capaces de aprender. En el tema de la obesidad, las personas pueden evitar alcanzarla o eliminarla aprendiendo conceptos que les demuestren que hay formas de disfrutar el dinero extra diferentes al de comer más de lo necesario.

Las políticas de salud preventiva de El Salvador deben incluir programas educativos innovadores que permitan a los salvadoreños, niños y adultos, obtener conocimientos, habilidades y valores que los convenzan de que comer en cantidades moderadas y con predominio de ciertos alimentos, es fuente de felicidad, prosperidad, salud y vida más larga. No es prohibiendo como se logrará. Es convenciendo. Es un proceso en que tiene el país que embarcarse y del cual verá sus frutos en corto tiempo, aunque cierto es que no de la noche a la mañana.

No existe gente sana por decreto. Y si lo que quiere un gobierno es decretar, pues que decrete programas educativos que enseñen a niños, adolescentes y adultos también, qué es vivir sanamente, comiendo de todo y haciendo ejercicio.

*Profesional de la nutrición,

colaboradora de El Diario de Hoy.