Atreverse a decir la verdad

Si una mujer, por desesperada que esté, se entera de lo que sufrirá esa criatura, que no ha visto nunca, pero que ha sentido formarse en sus entrañas, jamás aceptaría convertirse en su verdugo.

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01 April 2017

Una fuerte campaña pidiendo la despenalización del aborto están llevando a cabo grupos feministas, apadrinados por el Minsal, siguiendo lineamientos de la ONU y otras organizaciones internacionales. Hasta un grupo de 21 miembros del Congreso de Estados Unidos se han atrevido a dirigir una carta al presidente Sánchez Cerén y al presidente de la Asamblea, exigiendo la despenalización del aborto. Evidente injerencia de funcionarios de un gobierno extranjero, que atenta contra los valores de nuestra sociedad, consagrados en la Constitución.

Las razones que aducen para exigir la despenalización del aborto carecen de fundamentos científicos serios, al considerarlo como un derecho de la mujer, que evitará la mortalidad materna, incidiendo en la disminución de la pobreza. Es vergonzoso que con los avances de la medicina moderna, demostrados por verdaderos científicos, estas campañas abusen de la ignorancia de la población.

Porque cuando los profesionales pro aborto recomiendan la interrupción del embarazo, no le explican honesta y claramente a la mujer en qué consiste el procedimiento que le van a practicar. Encuestas realizadas en mujeres que han abortado, y sufren el doloroso trauma posterior, demuestran el engaño total a que fueron sometidas, al presentárseles como una intervención sencilla, de la que no les quedarían secuelas, ni físicas ni psicológicas.

Por ética y por justicia, deberían explicarles en qué consisten los procesos que terminarán por la eliminación del feto. Inyectar una solución salina abrasiva, que quemará a la criatura, que morirá con gran sufrimiento. O el aparato de succión, cuya fuerte presión saca a la criatura del vientre materno. Y cuando ya el embarazo está muy avanzado, se introduce un aparato afilado que los desmembra. Y cuando el embarazo está a término, introducen una jeringa en la cabeza del no nacido, para extraer su cerebro. Cuidadosamente realizado, ya que en el primer mundo, la venta de órganos es un lucrativo negocio.

Puede afirmarse que si una mujer, por desesperada que esté, se entera de lo que sufrirá esa criatura, que no ha visto nunca pero que ha sentido formarse en sus entrañas, jamás aceptaría convertirse en su verdugo. Encontraría la manera de darlo en adopción, pidiendo ayuda a lugares de acogida, si se encuentra en situación de desamparo, y se siente incapaz de sacarlo adelante. Sería conveniente que los diputados, antes de aprobar la despenalización del aborto, vieran el video que presenta un aborto en tiempo real, y que convirtió al Dr. Bernard Nathanson, responsable de más de 75,000 abortos en su clínica de Nueva York, en un campeón a favor de la vida.

Para la ciencia moderna la muerte materna está ya superada, lográndose invirtiendo en campañas de educación, pues una joven mujer educada, sueña con un futuro de esperanza, porque su formación le permitirá insertarse exitosamente en el mundo laboral, y jamás estará entre las adolescentes embarazadas, condenadas a aumentar la pobreza.

Urge desarrollar políticas con visión de largo plazo, para dotar a la población de servicios de agua potable, alcantarillas y vivienda digna. Aumentar los presupuestos en educación y salud, y enseñar a los jóvenes a valorar la familia y el matrimonio, que son la base de una sociedad sana. Pero nada de esto se logra, si las autoridades se empeñan en obedecer ciegamente a intereses económicos mezquinos, que promueven el aborto. Y si los médicos, olvidando su juramento Hipocrático de salvar vidas, no se atreven a explicar claramente que el aborto que están recomendando no es una simple intervención quirúrgica, sino un doloroso proceso, que de manera cruel termina con la vida de un ser inocente e indefenso.

*Columnista de El Diario de Hoy.